Cuando la vida enferma

Titulo: En un claro de bosque, una casa
Autor: Vanesa Garnica
Editorial: Era
Lugar y Año: México, 2016
Cuando la vida enferma y nos quedamos con quienes se fueron, cuando la inercia puede más que la voluntad porque «la pugna ya no es por vivir como uno quiere o hubiera querido, sino por no morir demasiado pronto». Tal es el humor que atraviesa la ultima novela de Vanesa Garnica (1971), En un claro de bosque, una casa.
Tras la muerte de su madre, Isabel y Pablo regresan después de tres décadas a la casa de su infancia en Pátzcuaro, una infancia imbuida de paisajes bucólicos, atiborrada de presencias inesperadas, magnetizada por la energía de su madre. Mientras planean limpiar y restaurar la vieja casa familiar para venderla, aparecen los mejores amigos de Isabel durante la adolescencia: Darío, Julio y Charlie. No la familia de sangre, sino la que se escoge. Las anécdotas brotan como la yerba sin cortar, como el polvo que ha enterrado los muebles. Sin embargo, para Isabel cada buen recuerdo está sazonado por el dolor de ese corte de tajo que dejó a su hermano menor, Ramón, con apenas siete años. Escombrar la casa donde creció es también practicarse una autopsia sin anestesia.
En un punto, la protagonista trata de definir la muerte desde varios ángulos. Para la biología, por ejemplo, el acto sucede cuando un organismo se vuelve incapaz de generar su propia energía; para el cristianismo es una simple transición a la inmortalidad, y para la lógica es el estado opuesto a la vida. Sin embargo, la novela plantea su propia definición sobre la muerte, pues desde la otra orilla Ramón continua el diálogo como el niño que es y sera para siempre, pero ya sin el lastre de la enfermedad: «Los vivos creen que los muertos somos como fantasmas blancos. Pero somos iguales que cuando estamos vivos […] Además tengo mucho tiempo y puedo caminar o correr a donde quiera. Puedo usar los brazos otra vez y las piernas no me duelen nada». El miedo, la ansiedad, la negación, la soledad existen como características ausentes en esa otra orilla. Si bien la muerte no puede ser considerada como el único paliativo, tal vez sea el mejor remedio para cuando la vida enferma.
Durante cuatro días, la voz de Isabel, que narra y dosifica la historia, bucea entre la vida de los cuatro hombres que la acompañan y que con su presencia configuraron también la suya. En un claro de bosque, una casa no es el recuento nostálgico de los momentos que ya no serán sino el juicio severo que se esgrime desde la edad adulta. Isabel no es condescendiente con nadie, ni siquiera con ella misma. El texto resuma el tono agrio con que mira las cosas.