Conversación situacionista con Javier Norambuena
Por amor a escuchar/
nuestras propias voces, y por temor a escuchar/
lo que decimos en las voces de otros que vuelven/
de la tierra, hablamos mientras escuchamos.
Robert Bringhurst
“Pensar en un tiempo necesario para terminar proyectos. Vivir frente al mar con una cotidianeidad de malecón. Tiempo y espacio distinto. Olfatear los asuntos de las cuestiones de la frontera, desde lo social, desde lo literario.” Con la apuesta en estos varios pensamientos, Javier Norambuena (Santiago de Chile, 1981) llegó a vivir a Tijuana el 13 de marzo de este año.
El autor de los libros de poesía Útil de cuerpo (2007), Humedales (2008), Los patios de la nación (2011) y Antesala (2012), tuvo una primera aproximación a esta ciudad durante su participación en el Festival de Poesía Caracol, en 2010. Norambuena narra que al observar la estética ochentera de la ciudad, observar el No Lugar permanente de flujo, al ver el ir y venir de la población flotante, la constante de la migración, supo que vendría a vivir aquí, en esta esquina.
Fue en el taller literario dirigido por Alejandra Costamagna en el que Norambuena participó por primera vez. “Mientras fui estudiante de sociología todas mis inquietudes en ese contexto resultaban solamente estéticas, improductivas. Mientras fui estudiante de literatura mis reflexiones eran para todos muy políticas, más nociones sociales que ficción. Ahí fue entonces cuando decidí pensar la literatura concebida desde lo objetivable de la ciencia. Transitar pues entre dos tráficos: el literario y el sociológico.”
Por ello, Javier Norambuena cuando habla, cuando se desenvuelve, formula marcos teóricos, desarrolla hipótesis, guarda la reserva del científico, la mirada puntiaguda del narrador hasta que explota en la carcajada del artista. Menciona un triángulo fundamental para su actual búsqueda: Arguedas + Churata + Guamán Poma de Ayala. Nombra el arte crítico de Rancière a Silvia Rivera Cusicanqui. Dentro de esa búsqueda: Entender la discusión del arte en los momentos de trauma, entender el lugar de lo sensible en los períodos de la catástrofe. Da ejemplos: la guerra fría, el cambio de siglo, el Situacionismo en Sudamérica. Menciona también a Patricio Marchant.
“Me gusta ocupar el lugar del afueriño”, dice Javier así como no diciendo nada. Mientras conversa me doy cuenta que es un poeta que habla de soslayo, que habla como la lluvia en chipi-chipi, pero cuando menos lo piensas, el poeta afueriño, de soslayo y casi en silencio, se convierte en el narrador que lleva la razón: lleva la risa de la ventaja. “Inteligencia sudaca”, bromea él.
Hijo de padres profesionistas de izquierda, y familiares migrantes en Estados Unidos y Brasil, el poeta heredó el gusto por el aire: El aire hacia fuera, el aire que lleva el viaje, el aire de las visitas, el aire en portuñol, el aire del que migra, el aire multicultural del movimiento.
Javier Norambuena co-editó Las ondulaciones permanentes: última poesía cubana 1975-1984. Parte de su obra se encuentra traducida al inglés en Hallucinated Horse (London, Pighog Press, 2012).
-¿Y por qué el no a una vida académica Javier?
– Porque prefiero construir los puentes. Me gusta la libertad de acción en cuanto a la producción literaria. En ese sentido pienso que la academia higieniza.
-¿Cómo son tus libros de poesía, Javier?
– Son libros que responden a las necesidades primigenias de la experiencia.
-¿Qué es para ti la música?
– La restitución del habla. A los diez años descubrí que cuando cantaba, producía el horizonte musical rítmico de mi lengua.
-Dime una palabra favorita.
-Paroka.
-Paroka es power.
De su libro Humedales, transcribo cinco poemas del poeta afueriño:
Postal de las mejillas sin familia, lugar del reparo de la risa, hotel américa vuelve al suelo, una ventana, la espalda ya carece de sustancia, la cornisa dice el nombre por la orilla, en la boca, en la orilla de la boca el suelo se discute.
*
Pájaros de media tarde, leche del reparo de la risa, fragmentos enumerados de los trozos de las uñas, el rocío en el cuerpo curvo enfrenta su melodía, húmedo el talón silencioso, la metamorfosis de la serie, ábranse los pájaros sin tripas.>/p>
*
¿ves jardines en la noche?, ¿ves un bosque?, en los ojos se bifurca un humedal, hay un ángel en la almohada, un ángel dice pasos, se pasea, la noche se escribe dentro mío, florecen sus mitos en las horas, hay tiempo de humedales, hay un ángel que castiga mi almohada, un jardín en la noche, hay un bosque, ¿tú lo ves?
*
la noche apareció como el país de la carne, aire a vendavales en la tercera noche, un país donde las vocales han bordado cada boca sin familia, hay líneas de siluetas, el espejo del costado invoca nombres, noches que han duplicado la carne, país de la tercera imagen.
*
el cuchillo de la madre como emblema de la boca, fijo su cutícula en la uña figurada, vaciado residuo entre un límite y otro, entre tu casa y la bandera he visto ese pincel, entre un silencio y otro aíslanse los humedales.