Consensus gentium: las religiones en el mundo contemporáneo
Hablemos de dios, no de la manera dogmática como lo hacen en las iglesias, ni con la irreverencia propia de los círculos de intelectuales ebrios. Hablemos de dios desde una perspectiva filosófica al estilo de la española Amelia Valcárcel, quien en el marco de la XXIV Feria Internacional del Libro Monterrey impartió en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) el seminario Las religiones en el mundo contemporáneo, organizado por la Cátedra Alfonso Reyes.
Durante tres días consecutivos, la catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid (UNED) se dedicó a la monumental tarea de establecer los fundamentos básicos del cristianismo, las condiciones fundamentales de todas las religiones en el mundo, sus similitudes y discrepancias, su función social y la importancia de conocer y estudiar la teología desde una perspectiva filosófica.
Comenzó estableciendo condiciones básicas fundamentales de las religiones, de los dioses y sus leyes, del monoteísmo y el origen del cristianismo, derivado directo del judaísmo. Habló sobre la importancia de la religión en la construcción social.
Durante la cátedra se enumeraron los argumentos más representativos que se han establecido para corroborar la existencia de dios. A esto, Amelia señala que el referente “dios” no es igual que el de “los dioses”. No se puede asegurar la existencia de un referente sólo por la capacidad de mencionarlo, obrar así implica un pensamiento platónico que se sigue utilizando en filosofía barroca, filosofía ilustrada y aunque ella no lo menciona, se sigue utilizando en la filosofía común de hoy en día en muchos lugares. Esta idea platónica, de San Anselmo, parecida pero de otro modo al argumento de Descartes “pienso luego existo”, alude a que, de existir una fuerza creadora capaz de regir todo lo que existe debe ser una e indivisible. “La causa de todas las causas”, “el ser increado” diría Tomás de Aquino.
Además, existe el consensus gentium, es decir “consenso del pueblo”, el cual establece que lo universal a todos los hombres debe tener algo de verdad. Por lo tanto, se llega a la pregunta: ¿existieron pueblos que no tengan dioses? A esto, Amelia responde que si existieron no dejaron registro alguno sobre ellos, pero, aclara, no por eso podemos asumir que no existieron.
¿A qué llamamos dioses? Por un lado existe la realidad empírica, dice Amelia, pero por otro hay otra realidad que puede ser percibida, que no funciona igual pero que afecta esta existencia de un modo sistemático, a la que no podemos dirigirnos y que probablemente está dotada de una voluntad no indiferente a nosotros y que esa voluntad puede ser positiva o negativa.
Cabe recordar que en tiempos presocráticos los dioses sobre todo infundían gran temor. El hecho de que existan dioses no significa que éstos sean buenos. Los presocráticos lo decían: el mundo está lleno de dioses, de cosas, de voluntades operativas y es bueno saberlos reconocer porque no son ajenos a nosotros. En otras palabras dioses que no influyen en nuestra vida no le importan a nadie. Valcárcel dice sobre la filosofía de Epicuro: él nunca dijo “los dioses no existen” él dijo que los dioses sí existen pero no les interesamos nada. Los dioses existen porque consensus gentium, si no existieran difícilmente tendríamos la idea de lo que son, de alguna manera su imagen nos ha sido lanzada y de alguna manera la hemos percibido pero no habitan nuestro mundo, no están en nuestro cosmos, están en otros lugares, en los metacosmos. Ahí llevan una existencia plena y feliz de tal modo que para nada se interesan por nosotros.
Esta filosofía epicúrea se encuentra en el Tetrapharmakon, que en griego significa “los cuatro remedios”, con el cual, el filósofo, pretende evitar el miedo a la muerte y a los dioses, ya que, por un lado, los dioses existen lejos y felices y, por otro, cuando la muerte esté, razona Epicuro, nosotros ya no estaremos, así que no hay nada qué temer.
También de la idea sobre los dioses, se abarcó un genial resumen sobre la historia del monoteísmo y en específico del cristianismo, religión derivada del judaísmo.
Resulta impactante para quienes son educados en un sistema de creencias de pronto reconocer a alguien hablando sobre este sistema de creencias, no cuestionándolo, sino diseccionándolo con la autoridad propia del cirujano que sabe exactamente lo que hace.
Amelia establece, con mucha razón, que las religiones son un sistema de valores y creencias, un cimiento social, un sistema ético y moral, que establece un orden, un origen, es el registro de la continuidad en el proceso de hominización, en la evolución del ser humano desde sus antepasados hasta el día de hoy.
En tan solo tres días, Amelia logró establecer que todas las religiones por diversas que sean comparten, para ser religiones, ciertas características: dios o dioses, leyes, sitios sagrados, cantos, ritos, todas son cíclicas, sirven para dar continuidad, establecen el origen y el final de los tiempos, como el conteo de los años, por ejemplo.
En menos de ocho horas de cátedra, Amelia construyó un ilustre seminario. Gracias a la filósofa y a la Cátedra Alfonso Reyes por tan excelentes jornadas. Por cierto, cabe aclarar que debido a la extensión y riqueza del contenido, sería imposible por este medio hacer justicia a todo lo dicho durante las charlas, por lo que se les invita a ver las tres jornadas del seminario en la página en línea de la Cátedra Alfonso Reyes.