Tierra Adentro

Los trasterrados de América Latina nos aportaron una conciencia continental que se incrustó en nuestra memoria y en nuestra formación, maestros sin los cuales el camino del aprendizaje habría sido más tropezado y distante de la tradición que nos nutrió. Miguel Donoso Pareja formó parte de esa diáspora que nos legó literatura, ediciones y maneras de comprender el mundo. Por aquellos años, algunos amigos buscamos en su taller la orientación para trabajar nuestros primeros textos; poco después la vida profesional me dio el placer de compartir tareas con él en la revista Tierra Adentro, de la que me correspondía la difusión. La revista se había creado en 1974 y a finales de esa década Miguel Donoso la dirigía; no tenía presupuesto definido pero aun así logró una colección editorial —también llamada Tierra Adentro— que publicó a Benedetti, al poeta estridentista Salvador Gallardo Dávalos, a Félix Dauajare y a jóvenes como David Ojeda, Armando Adame, Ignacio Betancourt, Enrique Márquez, Alberto Huerta y José de Jesús Sampedro. Donoso coordinaba además los premios nacionales y el programa de talleres literarios que inició en San Luis Potosí y Aguascalientes, y fue creciendo por el país. El insustituible maestro había llegado a México apenas rebasados sus treinta años y tenía cincuenta cuando decidió regresar al Ecuador. Durante esos años nos nutrimos de su lúcido conocimiento práctico de la literatura, de su fortaleza teórica y de la rigurosa intensidad de su trabajo creativo. Solía asegurar, como refirió a José Ángel Leyva en una entrevista, que «los jóvenes no son tontos por ser jóvenes, según creen los viejos tontos, y que los viejos no son inteligentes ni son sabios por ser viejos, como creen algunos jóvenes tontos». Siempre nos expresó que México había sido fundamental para el desarrollo de su persona y de su escritura. Pero él no lo fue menos para la vida cultural del país. Constantemente valoramos la profunda referencia latinoamericana que legó a nuestra generación.