Tierra Adentro
Imagen de Needpix.

 

Las conversaciones e ideas que rodean la entrega de los premios Oscar que se avecina van desde las ausencias significativas que siguen prevaleciendo en la industria del entretenimiento y la manera con que se trabaja con el tiempo en la pantalla grande, hasta la controversia alrededor de la forma en que se cuentan las historias. Aquí algunas de ellas antes de que este domingo estemos frente a la tele con nuestras quinielas en la mesa como si de ello dependiera la confirmación de nuestros gustos ante nuestros familiares y amigos, o simplemente por el placer que brinda celebrar que ganó una película y no otra como quien celebra el triunfo de su equipo.


 

1. Esos hombres…

Durante el anuncio a los nominados, luego de nombrar a los aspirantes en la categoría de Mejor Dirección, la presentadora Issa Rae recalcó: “felicidades a esos hombres”. Sin nombrarlo, señalaba un vacío de la misma manera que Natalie Portman lo había hecho en los Globos de Oro del 2018 –donde presentó a los aspirantes a la misma categoría como “los hombres nominados”. 

La ausencia más notable era la de Greta Gerwig: Mujercitas estaba nominada a mejor actuación, guion, vestuario, música e incluso mejor película y, sin embargo, no le valió una nominación a su directora. En twitter ironizaban diciendo que se trataba de una película tan buena que parecía como si nadie la hubiera dirigido.

De haber sido nominada, Gerwig habría sido la primera mujer en ser elegida dos veces para esta categoría, (en el 2018 lo había estado por Lady Bird). Un caso similar es el de Kathryn Bigelow, quien luego de ganar el Óscar a Mejor Directora en 2010 por The Hurt Locker –lo que la convirtió en la única mujer que se ha llevado dicha estatuilla–, fue olvidada un par de años después cuando Zero Dark Thirty estuvo nominada a cinco categorías, pero entre ellas no estaba la de mejor dirección. La categoría continúa siendo reservada para “esos hombres”, pues en 92 años de historia de los premios tan sólo cinco directoras –Lina Wertmüller, Jane Campion, Sofia Coppola y las referidas Bigelow y Gerwig– han sido nominadas.

Clémence Michallon, en su artículo Oscar nominations 2020: Biggest surprises and snubs”, cuestionaba la falta de mujeres cineastas en las nominaciones, en especial cuando dichas mujeres fueron las directoras de algunas de las mejores películas de los últimos doce meses: como Lorena Scafaria con Hustlers, Alma Har’el con Honey Boy o Marielle Heller con A beautiful Day in the Neighborhood (película por la que, por cierto, sí está nominado un rostro conocido de la industria cinematográfica: Tom Hanks).


 

2. Los rieles con que se cuenta una historia

En la polémica declaración de Martin Scorsese sobre las películas de Marvel, el director neoyorquino diferenciaba el entretenimiento audiovisual mundial –donde situaba las películas de la franquicia de superhéroes– y el cine –donde, por nombrar a algunos autores, colocaba a Bergman, Godard, Paul Thomas Anderson, Ari Aster o Kathryn Bigelow-. En su texto aclaratorio publicado en el New york Times, equiparaba a esos productos de entretenimiento audiovisual mundial con un parque de atracciones. El cine era otra cosa: una revelación estética, emocional y espiritual. 

En un texto sobre Parasite, Fernanda Solórzano recuperaba la comparación de Scorsese para sostener que el atractivo de la película de Bong Joon-ho no radicaba solamente en su tema, sino “en su recorrido vertiginoso de géneros, tonos y referencias”, con un guion que sigue “un trayecto de curvas cerradas, ascensos y bajadas súbitas no muy distinto al de los rieles de una montaña rusa”. Dicha comparación entre parques de atracciones y productos de entretenimiento y cine sirve para ahondar en algunos señalamientos de las películas en competencia. 

Probablemente 1917 se lleve el galardón de la noche. Los detractores de la película de Sam Mendes señalan que hay en ella un despliegue de estrategias y herramientas en detrimento del argumento: el falso plano secuencia en que transcurre la película y un argumento lineal lleno de hechos fortuitos –la leche y el bebé, por ejemplo–. La realización por un lado y el argumento por el otro. Richard Brody, incluso comparaba “la prosa visual” del filme con la de “una novela de mercado masivo con puntuación eliminada”.

Pensando en los rieles de una montaña rusa y las imágenes de una película cabe preguntarse ¿qué le pedimos a una película? ¿Qué valoran los miembros de la academia cuando votan? ¿Una experiencia? ¿La forma de un relato? ¿Ambas? Incluso, ¿qué aportan, en los términos de revelación, las competidoras a mejor película? El relato de Jo Jo Rabbit, por ejemplo, gana en la medida de su singularidad pero peca de reforzar lo mismo que 1917: los tópicos de la amistad, el amor por los padres o hermanos, la condenación de la guerra –que se habla en el idioma de los buenos–.  En la categoría de mejor guion original, la película de Rian Johnson, Knives out, bien ejemplifica la diatriba de Scorsese: se trata de un guión eficaz pero que no es redondo, revelador de casi nada. Una película que, como la Waititi, muestra constantemente sus costuras.


 

3. Una cuestión de tiempo

Los limitados movimientos de Frank Sheeran al patear al dueño de una tienda recuerdan que por más rejuvenecimiento digital que haya –motivo que llevó a diversos estudios a rechazar producir la película–, el actor que lo interpreta en El Irlandés tiene 76 años. Algo semejante sucedía, a decir de su director en The Irishman: a conversation, con la escena en que Hoffa se levanta enfadado al ver a los Kennedy en la tele; Scorsese, que nunca había trabajado con Al Pacino, no supo cómo señalar que para ese momento su personaje debía tener 49 años y debía ponerse de pie más rápido, con mayor brío. La actuación, bromeaba Pesci, no podía arreglarse digitalmente.

En esa misma charla entre cuatro colosos del cine, se preguntaban si, más allá del aspecto que adquirieron en la película con el uso de tecnología, había una destilación de un estilo. Un cierto ambiente que Pesci recordaba haber visto desde Mean Streets y que hallaba mejorado en cada una de las películas hasta esa. Estilo del que, por otra parte, abrevó Todd Philipps a modo de pastiche para que un relato nuevo remitiera al pasado y fuera de esa manera medianamente reconocible. Una capitalización de la nostalgia que se percibe por todos lados y no es exclusiva del cine. Hacer pasar un producto de 2019 por uno de los años setentas, que Ciudad Gótica tuviera el aspecto –la pátina– del Nueva York por el que conducía Travis Bickle.  

El tiempo cruza no sólo la perfección de una técnica o el aspecto de un estilo, sino que además problematiza el material con que se trabajan los relatos audiovisuales. ¿Qué ocurre cuando el material original del que proceden los relatos parece ser anacrónico? ¿Cómo se evidencia su vigencia? La respuesta de Greta Gerwig –por la que probablemente sea ganadora a mejor guión adaptado– es que no se logra desde el argumento, sino desde la trama. El dispositivo de Mujercitas apela, como El Irlandés, a descomponer las líneas temporales, rejuveneciendo la anécdota al desordenar la estructura cronológica del libro. 


 

4. Reivindicación y censura de lo cutre

El año pasado parecía sorprendente que uno de los mejores relatos televisivos –Chernobyl– tuviera por showrunner al escritor de películas como Scary Movie, The Huntsman y la saga The Hangover. El de estos últimos títulos cobraría notoriedad cuando, unos meses después, su director –Todd Phillips– subiera al escenario para recibir el León de Oro en la Mostra de Venecia por su película Joker. La pregunta estaba en el aire: ¿se revisitarían las peripecias que resultan de una despedida de soltero en Las Vegas ahora que los nombres de su director y guionista tenían cierto crédito? 

En esta entrega –la menos importante en carácter artístico, pero sí la más mediática– no deja de resultar curioso que Phillipps esté al lado de guionistas como Steven Zaillian o directores como Quentin Tarantino o su calcado Scorsese, a pesar de que hace unos años su nombre no figuraría o sería hecho a un lado. También son notorias las ausencias de dos nombres que precisamente por su reputación no fueron tomados en cuenta, según contó un votante de la Academia: Jennifer López y Adam Sandler por sus interpretaciones en Hustlers y Uncut Gems, respectivamente. Según con qué credenciales cuentan los realizadores, aumentan las posibilidades de subir al escenario.


 

5. La revolución será filmada

Para Mark Fisher, el personaje del Joker siempre fue fascinante porque, a diferencia del resto de villanos de primer nivel, “es pura superficie, una locura sin motivos, desprovista de todo origen o trasfondo histórico”. Lo que la película de Phillips –que encabeza la ceremonia con 11 nominaciones– se propuso fue, precisamente, construirle uno; y el relato resultante ha sugerido muchas interpretaciones del presente. 

Slavoj Zizek halló en la película el retrato de una figura del nihilismo extremo en que, además, se exponía la imperfección social del sistema moderno. En una línea semejante, el documentalista Michael Moore, antes que una incitación y celebración de la violencia, identificó que la película servía para evidenciar a un país “que no siente la necesidad de ayudar a los marginados y a los desprotegidos” al tiempo en que planteaba la pregunta de qué pasaría si un día éstos decidieran pelear de vuelta. En su crítica, para mostrar el paradigma sobre el que se sostiene la película, Javier Ocaña escribía: “los mismos que en una de las primeras secuencias dan una paliza simplemente porque sí al enfermo mental Arthur Fleck, antes de convertirse en el Joker, podrían ser los que lo adoran como mito en los últimos momentos”. 
Donde sea que uno se sitúe -ya sea reprobando el coqueteo con el peligro que supone simpatizar con una forma cool del mal, como señalaba Owen Gleiberman; o bien, celebrando el retrato de un tiempo en que la complicación moral se desdibuja- no deja de ser interesante que una película dirigida a una gran audiencia estimule esta discusión cuando afuera de la sala la gente se amotina a causa de un mundo semejante al reflejado en la pantalla grande. Mejor esa discusión –o la que provoca otra de las competidoras, Parasites– que la que pudieran llegar a propiciar, pongamos por caso Green book, la ganadora a Mejor Película el año pasado.