En estos 1,825 días, padre, en que tu nombreha sido deglutido por los astros y la tierra;en que tus huesoshan germinado en lirios de pétalos azules;en que el vientoha llorado los fonemas de tu boca,debo confesarte que, a lo sumo,en este tiempo he aprendido tres lecciones:
Que la literatura—como creación—es una forma de agotarte,nombrarte hasta el cansancio,volverte un personajede una historia que no es mía;de hacerte un homenaje,una pira que te arrastrehacia un planeta suave eterno,pero lejano a mí.