Tierra Adentro

Semana Santa es la celebración religiosa que se usa como pretexto ideal para salir de la cotidianidad y explorar nuevos lugares en compañía de otros o sencillamente reunirse con los amigos. Sin duda, durante las vacaciones se realizan actividades en las que los individuos se integran a un grupo (familiar o de amigos), con lo cual se amplían las posibilidades de momentos y objetos fotografiables dignos de ser inmortalizados. En la segunda semana de las vacaciones tuve la oportunidad de viajar al estado de Oaxaca y conocer algunas de sus playas, así como otros lugares turísticos y no tan turísticos. En las playas que visité casi no vi gente con cámaras fotográficas, incluso no vi familias fotografiándose. Lo más cercano a eso fue un extranjero que hacía fotografías (o videos) de él y de su grupo de amigos mientras se encontraban esquivando olas en San Agustinillo, en Mazunte. Sus herramientas: una Go Pro y un selfie stick con los cuales inmortalizó el momento en el que todos eran sacudidos por el mar. Días después vi a algunas familias retratándose en las cascadas Mágicas de Copalitilla, en San Miguel del Puerto, en Huatulco. Mientras el resto de mi grupo se dirigía a lo más alto de las cascadas y se aventuraban pisando las rocas resbalosas para llegar a la cima, yo me senté y observé primero a una familia que se encontraba frente a mí. Se trataba de una familia de unos cinco o seis integrantes que dedicaron bastante tiempo (unos 25 minutos) a tomarse fotos en las cascadas, primero frente a éstas y después debajo, de tal manera que en la fotografía las personas aparecieran  como formando parte de la caída de agua. El hombre que tomaba las fotografías (con tres celulares distintos) dirigía a las personas que salían en las fotografías, esto es, no sólo tomaba la fotografía, sino también las hacía. La mayor parte de las fotografías que tomaba eran en cuadro vertical, el resto de la composición, por supuesto, es una interrogante. Él decía a sus familiares cómo y en dónde debían posar, el hombre y la niña que lo acompañaban hacían lo que él decía sin objeciones, mientras que las mujeres de edad más avanzada se mostraban miedosas un poco antes de tomarse la foto debajo de la cascada. Todos posaron en los mismos lugares, enfrente y debajo de la cascada y en una piedra que se encontrada a un costado. La pose era en general con los brazos a los costados, en el rostro una leve sonrisa y casi sin tocarse unos a otros. Otras familias hicieron lo mismo, posar en los mismos lugares, tomar la fotografía con un celular e incluso con tabletas. Un padre le pidió a su hija que se sentara sobre la piedra y que sonriera. La pose de la hija fue insuficiente, por lo que el padre le hizo señas desde lejos para que modificara su posición: las piernas debían ir cruzadas, el cuerpo de lado, un brazo reposando de manera horizontal sobre las piernas y el otro apoyándose sobre éste de tal manera que la mano quedara justo sobre la mejilla. Cuando todo estuvo listo el señor tomo la fotografía y se fueron.

Toda esta escena en las cascadas desencadenó varias preguntas en torno a la práctica fotográfica y su función social. Dentro del estudio de la fotografía existen múltiples vertientes y metodologías desde las cuales se puede analizar una imagen. En general, los estudios históricos que hay sobre fotografía giran en torno su función como documento social e histórico, o en torno a la función y al uso de la fotografía en distintos momentos de la historia. Asimismo, abundan los estudios y ensayos en los que se reflexiona en torno a la fotografía, al acto de fotografiar y de ser fotografiado.[1] Sin embargo, hacen falta estudios enfocados en la práctica fotográfica tanto en el pasado como en la actualidad, así como en otros países como en el nuestro. El análisis de la fotografía como resultado difiere mucho del estudio de la práctica fotográfica, pues en el primero se analiza la imagen sobre el papel, mientras que en la segunda se buscan las motivaciones de los individuos al momento de tomar o hacer fotografías. Por lo tanto, la práctica fotográfica sería más tratable desde un enfoque sociológico.

Tal fue el caso del estudio que realizara Pierre Bourdieu en los años sesenta del siglo XX con respecto a la práctica fotográfica de algunas familias al sur de Francia. En él, el sociólogo francés analiza el acto fotográfico en función no de las fotografías en papel, sino en función de las motivaciones y las reacciones de los individuos que están frente y detrás de la cámara. Además analiza la relación que hay entre la clase social y el consumo de cámaras y, por ende, la producción fotográfica, así como las variantes que hay entre la práctica fotográfica entre varones casados y varones solteros. A pesar de que el estudio de Bourdieu está enfocado en la sociedad francesa, pienso que partió de una premisa indispensable para poder analizar la practica fotográfica desde una perspectiva sociológica: se trata de encontrar «[…] el trasfondo social de un acto tan supuestamente intrascendente como sacar unas fotos».[2] Acercarse a entender la práctica fotográfica es, indiscutiblemente, apartarse del fotógrafo artista como objeto de estudio y acercarse a la gente anónima, es decir, a aquella que toma fotografías de los eventos familiares y de la vida cotidiana.

Tal como Pierre Bourdieu lo había confirmado, la fotografía practicada por ciertos sectores populares y por aficionados tiene poco de improvisada y de espontánea,[3] pues en ella están impregnados valores y prácticas sociales aceptadas. Pienso, por ejemplo, en el padre que dirigió la pose de su hija sentada en la roca junto a la cascada de Copalitilla y me vienen a la mente muchas preguntas: ¿en dónde aprendió este hombre cómo debe posar su pequeña hija para una fotografía?, ¿cómo compone la fotografía que está tomando?, ¿qué pretende al inmortalizar a su hija en ese lugar y en ese momento? La toma, tal como lo menciona Bourdieu, sigue dependiendo de una elección del individuo dotado de valores éticos y estéticos, y cada grupo selecciona una serie de sujetos y composiciones.[4] Entonces no es casualidad que las familias que se retrataban en las cascadas se tomen fotografías en los mismos lugares, con poses similares y que normalmente sea una figura masculina la que controla el dispositivo móvil con cámara y quien dirige y compone la fotografía.

Sin duda, es evidente que la lente de la cámara se dirige al grupo, lo que significa que la familia es el eje central del tema de las fotografías que se realizan durante las vacaciones de estas personas. Lo mismo sucedía con el extranjero que se usaba su Go Pro en San Agustinillo. La fotografía de las vacaciones permite que se observe a un grupo en convivencia, la integración familiar, en un momento de tiempo libre o de ocio. Al mismo tiempo, la pose es un indicador de un sistema de valores socialmente aceptados. Por ejemplo, resulta que los integrantes de las familias que se fotografiaban en las cascadas posaban y sonreían levente a la cámara como un comportamiento aceptado, necesario y digno de ser fotografiado. Bourdieu mencionaba que «Cuando uno se esfuerza porque los sujetos conserven una actitud “natural”, se provoca en ellas una incomodidad, porque no se consideran dignos de ser fotografiados […] y sólo se puede esperar una naturalidad simulada, es decir, una actitud teatral».[5]

El estudio de la práctica fotográfica desde una perspectiva sociológica, resulta enriquecedor a la hora de presenciar el acto y permite observar nuestras propias actitudes cuando estamos detrás o delante de la cámara. ¿Cómo actuamos cuando alguien nos retrata durante las vacaciones? ¿Dejamos que alguien nos fotografíe o lo hacemos nosotros mismos? Si traemos con nosotros una cámara o un teléfono celular con cámara integrada, ¿a qué o a quienes la dirigimos? ¿Fotografiamos objetos o personas? ¿Si fotografiamos personas les pedimos que posen o buscamos una actitud natural? Para poder entender una fotografía en su totalidad no hace falta sólo analizar el resultado sobre el soporte de papel y hacerlo desde una perspectiva histórica o social, sino también desde una perspectiva sociológica.



[1] Los más conocidos: Sobre la fotografía de Susan Sontag y La cámara lúcida de Roland Barthes.

[2] Antoni Estradé, “La fotografía retratada. Pierre Bourdieu y la captura de lo social” en Un arte medio. Ensayo sobre los usos sociales de la fotografía, pág. 27.

[3] Ibid., pág. 26.

[4] Pierre Bourdieu, Un arte medio. Ensayo sobre los usos sociales de la fotografía, pág. 43.

[5] Ibid.