Tierra Adentro

 

El pasado 17 de mayo Netflix estrenó 1994, una miniserie documental dirigida por el periodista Diego Enrique Osorno y producida por Vice Studios. En cinco capítulos de aproximadamente 50 minutos, se nos presenta una narración de los sucesos más significativos en la vida política y social del país durante aquel año.

Se parte de un lugar común: 1994 fue un año crucial para la historia reciente de México. Se trató de un año bastante particular ya que ocurrieron grandes sucesos que marcaron el rumbo del país enmarcados en la efervescencia política de ese tiempo.

A este documental lo sostiene un fuerte andamiaje construido por el gran número de entrevistas a muchos de los actores políticos de esa época —y que lo siguen siendo hoy en día— que figuran en él; personajes públicos de entre los que destacan: Carlos Salinas de Gortari, el Subcomandante Insurgente Galeano (antes Marcos), Diego Fernández de Cevallos, Cuauhtémoc Cárdenas, Marcelo Ebrard, el Subcomandante Moisés y Raúl Salinas de Gortari. Tanto el contenido de las entrevistas como el de archivo dibujan un mosaico en el que se expresan las voces testimoniales de los actores protagónicos de aquellos tiempos. Resulta bastante sugestivo tener, por ejemplo, al Sup y a Salinas en el mismo lugar, emitiendo juicios sobre los mismos hechos.

Al historizar cinematográficamente los procesos históricos, Osorno se impica con su “objeto de estudio”; como anota Enzo Traverso, representa un “pasado vivido, con toda la subjetividad que eso implica, que interfiere permanentemente con este trabajo de historización. Y esto tiene implicaciones muy grandes, porque el siglo XX se transforma en un objeto de historia”.1

Los testimonios generan interés porque en el plano anecdótico representan la historia viva de estos grandes procesos políticos. Sin embargo, si bien hay ciertos matices sobre los actores en este documental, podemos decir que se da prioridad a los relatos y a la visión de los dirigentes políticos y las élites, convertidos en los verdaderos sujetos históricos: una narrativa característica de la historia política clásica, que en sus formas discursivas más simplificadas se le llama la historia de bronce. Este tipo de narrativa no sólo se sustenta en los testimonios que utiliza, sino en una idea de la historia particular. En el caso de 1994 como un documental que materializa un discurso histórico, nos preguntamos: ¿qué explicación de los procesos se nos ofrece?, ¿qué se resalta y que se oculta en la narración?

 

El escenario

Un sistema político mexicano nació el día que le volaron la cabeza a un sonorense y murió el día que le volaron la cabeza a otro. Cuando el 17 de julio de 1928 el general Obregón terminó baleado en el restaurante de La Bombilla en San Ángel, el proceso de reorganización política post-revolucionaria se tornó irreversible: el poder político debía reemplazar al poder de las armas.

El camino que siguió la familia revolucionaria y la clase política mexicana estuvo pavimentado con reglas escritas y no escritas sobre el poder político. En 1929 se fundó el Partido Nacional Revolucionario, luego Partido de la Revolución Mexicana (1938) y finalmente el Partido Revolucionario Institucional (1946). En este largo viaje lleno de contradicciones, sus actores acumularon experiencias y poder. En 1982 el sistema llegó a un límite. Las estrategias y modelos económicos cambiaban con rapidez y, para el sexenio siguiente, la forma de hacer política y de pensar la economía ya no estaba en correspondencia con el nacionalismo revolucionario. Después de las crisis económicas, las instituciones del Estado cambiaron y la estabilidad política que acompañaba al régimen se tambaleó en un contexto global distinto.

En 1994 la figura que articula la narrativa es el otro sonorense asesinado: Luis Donaldo Colosio. Su asesinato efectivamente fue la expresión del derrumbamiento del orden político y un golpe mediático de largo plazo. En un país en el que el candidato oficial indudablemente ascendía a la presidencia, se entendió como el asesinato de un presidente. Pero en el documental Colosio es más que eso.

 

 

El mártir de la democracia y el colosiocentrismo

Colosio aparece en los cinco capítulos y es el protagonista de tres: el capítulo sobre su designación como candidato, el de su asesinato y el de las investigaciones e hipótesis sobre el asesinato. En ellos se esboza la trayectoria política de Colosio y su vida familiar. Esta línea se ensancha con los relatos sobre la muerte de la esposa de Coloso, Diana Laura Riojas, en el mismo año.

Colosio es el guía del documental, y aparece como una figura poderosa y atractiva que encarnaba un verdadero cambio en la vida política del país.  Sin embargo, fue su asesinato en Lomas Taurinas, Tijuana el 23 de marzo de 1994 el evento que elevó su figura al nivel de mártir de la democracia.

Osorno ofrece un relato excesivamente admirativo de Colosio, a quien supone en rompimiento con el PRI, como un demócrata rebelde y hasta revolucionario. El evento en el que se consagra esta caracterización es el famoso discurso que Colosio ofrece frente a las masas priistas en la Plaza de la República, siendo observado por el Monumento a una Revolución a la cual el salinismo había traicionado. Se desliza una tesis: si no hubiese sido por el asesinato, la democracia se habría consumado en México.

Sin embargo, es sabido que Colosio sí tuvo alta aceptación popular en distintas regiones, pero no tenía el poder político que sugiere el documental. Ni siquiera pudo ser gobernador de Sonora y estuvo a la sombra de otros priistas, empezando por el Salinas de Gortatri. A pesar de haber presidido el PRI, Colosio era una figura menor frente a Manuel Camacho.

A pesar de la buena documentación y la forma sintética de presentar los misterios sobre el asesinato de Colosio, sigue sin haber una respuesta definitiva. Las contradicciones del interminable caso y los laberintos de las inútiles investigaciones se empalman con la enigmática persona de Mario Aburto. Aunque no se nos ofrece ninguna respuesta, podemos observar los problemas que se desataron tras este magnicidio. Los responsables se deslindan y todo sigue oscuro. Lo mismo con la muerte del secretario general del PRI, Ruiz Massieu. Lamentablemente a este asesinato se le resta importancia, pues el documental —como hemos visto— es bastante Colosiocentrista.

 

 

Lo dicho y lo no dicho

Ante la figura de Colosio y su historia, los demás temas se abordan prácticamente de manera tangencial. Por ejemplo, la figura de Zedillo solo cobra sentido en tanto sustituto de Colosio, sin ahondar mucho en su figura política. Las acusaciones contra Raúl Salinas no pasan del lugar común.

Pero un caso particular es el del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Resulta muy impactante —y satisfactorio— volver a ver a los sujetos de los pasamontañas hablar sobre su movimiento. El pietaje es muy rico, sobre todo los videos del año 1992 en los que se pueden observar a los guerrilleros entrenando. Pero los zapatistas parecieran ser solo un actor colectivo que reacciona frente a la coyuntura.

Osorno pone atención en el poder mediático que tuvieron durante el alzamiento, la persecución y los diálogos para la solución del conflicto. Lamentablemente no se abordan los orígenes históricos de la guerrilla en Chiapas, las formas de organización y alternativas idiológicas que proponían (y siguen practicando), ni las implicaciones de un movimiento indígena armado en un mundo globalizado y neoliberal.

También quedó inexplorado el verdadero impacto mediático que tuvo la guerrilla zapatista en la prensa y la vida intelectual del país. Los zapatistas se comunicaron con el mundo de una forma particular. Como dice Pablo González Casanova: “a las formas tradicionales de comunicación y a la composición acostumbrada de los discursos políticos, los zapatistas sumaron las más avanzadas técnicas electrónicas, verbales, musicales, pictóricas, y nuevas formas de generalizar y de ejemplificar, de explicar, narrar y convencer”.2

Muy al margen de la documentación e investigación existente en torno al EZLN y sus orígenes, 1994 apuesta por la teoría del orígen “camachista” de la guerrilla: es decir, la suposición, actualmente desacreditada, de que los zapatistas fueron una maquinación priista y una válvula de escape para el inquieto y amenazante Camacho dentro de la clase política.

 

Un ejemplo de la teleología de la democracia.

Entre la niebla del Colosiocentrismo —basada en la figura martirizada de Luis Donaldo y los procesos políticos circundantes—, puede vislumbrarse la meta en la distancia: la democracia. El viaje hacia la democracia es un tropo común en la historia contemporánea reciente del país. El motor de esta búsqueda está en la relación entre la sociedad y el sistema político. La muerte de Colosio parece ser tan injusta y lastimosa para el pueblo mexicano porque la democracia estaba en juego.

Este episodio en el largo camino cobra sentido en el contexto de otros sucesos que anunciaban la llegada de un verdadero régimen democrático. Comenzando en 1968 —que también es mencionado por Osorno, porque ningún relato sobre el México contemporáneo está completo sin esa referencia—, pasando por 1988, 1994, 2000 y 2018; este viaje se convierte más en una forma de pensar la historia. Estas y otras ideas han sido tomadas del contenido y discusiones en las clases del Dr. Mario Virgilio Santiago y la Dra. Denisse Cejudo, en la Facultad de Filosofía y Letras, y otros cursos de la misma institución. En específico, ambos historiadores abordan esa idea en una reciente publicación en la que también se discute la historia del tiempo presente: Cfr. “Prólogo. La historia contemporánea y del tiempo presente en México, hipótesis para discutir” en Denisse Cejudo y Mario V. Santiago, Revisitando el movimiento estudiantil de 1968. La historia contemporánea y del tiempo presente en México, México, 2018, pp. 25-263.

Hay un punto de llegada y es la misión histórica de la sociedad lograr una verdadera democracia. Se le puede considerar una teleología de la democracia, que si bien no es explícita en el documental, está implícita en todas las formas de pensar la historia contemporánea de México. Solo queda pensar en qué implicaciones tiene este gran relato, a quienes les sirve, qué deja adentro y a quiénes deja afuera.

  1. Enzo Traverso, “Historiografía y memoria: interpretar el siglo XX” en Aletheia, vol. 1, número 2, mayo 2011. Disponible en: https://historiapoliticamexicos20blog.files.wordpress.com/2018/02/traverso-1-ok.pdf
  2. Pablo González Casanova, “Los zapatistas del siglo XXI” en De la sociología del poder a la sociología de la explotación: pensar América Latina en el siglo XXI. CLACSO, Colombia, p. 240. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/coediciones/20150112060638/12.pdf 
  3. Disponible en: http://ru.ffyl.unam.mx/handle/10391/6891