Tierra Adentro

Ediciones Eternos Malabares es una editorial morelense e independiente de amplia trayectoria nacida en 1995; su principal objetivo ha sido dar continuidad a la difusión de la literatura en el estado de Morelos. Hace veinte años, la revista Mala Vida (que obtuvo en 5 ocasiones la beca Edmundo Valadés para Revistas Independientes), editada por la misma editorial, se convirtió en un foro importante para escritores y lectores interesados en la creación literaria reciente a nivel local y nacional. Fue contemporánea de revistas como El Centavo, Pasto verde, A quien corresponda, Anóninos suburbios y Cantera Verde, entre muchas otras publicaciones de los estados de la república que abrieron una brecha importante para la literatura joven de México. Desde 1995, Ediciones Eternos Malabares trabajó en la edición de libros de autores noveles y reconocidos. Entre sus múltiples actividades, organiza conferencias y presentaciones de sus propios libros con escritores de sólido prestigio, tal es el caso de Rodolfo Hinostroza, Hugo Gutiérrez Vega, Alí Chumacero, Ricardo Garibay y Sergio Mondragón, entre otros.

Su más reciente promoción de títulos publicados constituye una muestra de cómo puede bregar un sello austero de provincia para convertirse, a mediano plazo, en garante de calidad y compromiso con la Cultura (en mayúsculas); trascendiendo las limitaciones inherentes a un mercado siempre deprimido por los flagelos del analfabetismo funcional, donde el nivel estándar de lectura (muy elemental) es incluso inferior a nuestro índice escolar promedio (educación secundaria); en combinación con las crisis moral y económica que han asolado a México con renovados bríos en los últimos tiempos.

De esta manera, después de curtirse como iniciativa de vanguardia con la edición de la revista Mala Vida (cuyo primer número vio la luz en 1995) y ahora con la revista multidisciplinaria Bitácora Pública, siempre bajo la gestión y tutela de Ricardo Venegas (Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2008), comenzaron a surgir las primeras plaquettes de la entonces llamada Eternos Malabares, para promover el quehacer literario de creadores emergentes de la entidad tlahuica. Escarceos iniciales con la vocación de publicar libros que se concretaron en 2010, con la camada de publicaciones que reinauguraban de manera «oficial» la reciclada colección Mester de Junglaría (Fonca/ Conaculta).

Ediciones Eternos Malabares ha participado en diversas ferias del libro del país, tales como la del Palacio de Minería (en las dos ocasiones en que estuvo dedicada al estado de Morelos) y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en la cual participará este año con la presentación de varios títulos.

Pero es a partir de 2013 cuando comienza a verse la cosecha madura, perdurable, de aquella propuesta editorial que se gestó en lo oscuro, lejos de reflectores y marquesinas para obtener el segundo apoyo institucional a nivel nacional, que en esa ocasión conjugaría recursos de la convocatoria EPRO/Libros del Instituto Nacional de Bellas Artes/Conaculta, y, sólo en dos de los doce títulos, de la Secretaría de Cultura morelense, para impulsar el lanzamiento a mayor escala de seis títulos en la ahora imprescindible y renovada colección Mester de Junglaría, restringida sólo a la poesía; enriqueciendo el acervo con tres obras de la ensayística Saeta del Centauro, dos ejemplos de narrativa en El Perseguidor, dos antologías de lectura obligatoria bajo el rubro Cofrades, y un libro especializado en Derecho y Ciencias Sociales (Temas Selectos).

De Con-versatorias, entrevistas a poetas mexicanos nacidos en los 50, realizadas a su vez por un sólido reparto de creadores más jóvenes, Hugo Gutiérrez Vega destaca en su prólogo: «Tiene el lector en sus manos un libro esclarecedor de muchas pautas que unen a los miembros de la generación de los cincuenta (…) La selección es muy acertada y los diálogos tienen una notable viveza y una gran espontaneidad».

Sergio Mondragón presenta Estaciones bajo el volcán, antología de la reciente poesía morelense argumentando que se trata de un «libro-espejo que refleja el paisaje de adentro y de afuera… Hay arte y artistas. Poesía por todos los poros»; asimismo, la alusión célebre del título es «un intento de la filiación espiritual de estos poetas con la intensidad y verdad de aquella escritura (de Lowry): una especie de declaración de principios o, quizá, hasta un manifiesto».

En esta última remesa, la colección Mester de Junglaría está constituida por antologías actualizadas de Ricardo Venegas (La sed del polvo), Ricardo Ariza (En donde la memoria arda) y Jair Cortés (Ahora que vuelvo a decir ahora: una reconciliación poética); así como los libros inéditos Ver de mar de ver, de Víctor Toledo; Vórtice, de Armando Alonso, y Por el camellón del viejo puente, de Alex Campos; con excepcional recepción por parte de sus pares y la crítica especializada: Juan Domingo Argüelles, Eduardo Hurtado, María Baranda y otras plumas de renombre.

Luis Tovar ofrece Sin rastro de nosotros, novela de tres tiempos o trilogía de relatos donde aborda las relaciones de pareja en distintas estancias, involucrando el amor idealizado, la infidelidad, la desconfianza, las mentiras, la costumbre y el pasado, al compás y en contrapunto del cuasi mítico tema de Joaquín Sabina «Amor se llama el juego»; así pues, de acuerdo con la reseña de su editor: «Si la lengua de todos los días se refleja en Sin rastro de nosotros es por el arte escuchar, macerar antes de digerir (…) La osadía y la introspección juntas nos revelan el lado más humano de un hombre que se mira a sí mismo y nos recuerda las ‘dualidades funestas’ de López Velarde», y es (in)justa la razón por la que «el agua apaga el fuego / y al ardor los años // Amor se llama el juego / en el que un par de ciegos / juegan a hacerse daño // Y cada vez peor / Y cada vez más rotos // Y cada vez más tú / Y cada vez más yo / Sin rastro de nosotros».

Por su parte, Diario de los años muertos del narrador, ecónomo, filósofo y sociólogo mexicano Ivo Quallenberg, es un repertorio de cuentos que remata en un ensayo relatado, o relato ensayado, combinando con acierto inteligencia, reflexión, humor e ironía. Baste como muestra de ese estilo mordaz el siguiente pasaje: «Hice lo que debí haber hecho desde el primer día: curarte lo incurable. Confieso que fue un asunto de niños cortar por lo sano con esas ideas de pájaro que tienes. Pero funcionó. Resultó un éxito rotundo reemplazar tus chochitos de arsénico diluido a la 30, por arsénico letal. El caso es que hoy, 22 de marzo, es el día más feliz de toda mi vida; porque ¿sabes? al fin entraré en ti».

En cuanto a ensayo, Verónica Volkow nos revela en De la demonización al análog”, según Josué Castillo, que «la poesía le queda grande al presente, éste no la puede aprehender; trasciende lo político, y sin embargo lo afecta; está más allá de la inutilidad e insignificancia de las pasiones humanas, pero las explica y transforma». Por ello, la autora plantea a sabiendas asuntos de gran calado para el oficio literario, pues «la poesía moderna, nacida del Romanticismo, fue una respuesta pasional y rebelde a la dictadura de la razón ilustrada del XVIII. El romanticismo fue más que un cambio de estilo y de lenguaje, implicó una revolución de las creencias. Entrañó a su vez un rompimiento con la univocidad de la tradición grecolatina, al buscar raíces diversas. Quiebra ésta el estándar de la belleza clásica exaltando la belleza singular, bizarra. Con el Romanticismo se inicia la tradición crítica de la poesía en Occidente»; para concluir también, como queda evidenciado en su propio caso, que «la poesía moderna es la punta de flecha del pensamiento crítico moderno». Y a fin de cuentas, una conversación con el Diablo.

En Ensayes, el venezolano Josu Landa entrega un panorama ceñido a sus aprecios y riguroso en la crítica, tanteando en lo profundo de aguas a veces tranquilas, pero en ocasiones procelosas, con pareja soltura que demuestra en tópicos en extremo polémicos y sensibles, como registro del papel de la escritura, la educación y el pensamiento en estos tiempos y hacia el porvenir. Su visión se ensancha a todo el ámbito latinoamericano, revisando con ojo atento a ilustres creadores que han marcado pautas innegables para la producción literaria actual del continente, lo mismo que recala en jóvenes promesas de la lírica con idéntica intención de revelar los mecanismos del inasible estro, que pone en el entendimiento de los hombres el sagrado misterio de la creación.

El colofón del periplo (aún inconcluso) de Ediciones Eternos Malabares por las turbias aguas del más urgente quehacer cultural en nuestro país, es la reedición revisitada del material que incluye Sendas de Garibay (Eternos Malabares/Fonca/ Conaculta, 2015), proyecto de una sola e inacabable conversación (a varios tiempos) e interpretación de la obra del egregio autor hidalguense con el que Ricardo Venegas comparte algo más que oficio, y al que dedicó sus mayores afanes como entrevistador y ensayista durante casi veinte años de memoria y acuciosa reflexión. Un reconocimiento entrañable a ese gran desconocido que fue Garibay, quien nos legó su pasión apalabrada y su palabra apasionada, ahíta de rencores simulados y no por ello menos auténticos, porque le correspondió lidiar a puño limpio con el máximo poder político del viejo régimen al mismo tiempo que con una generación de escritores latinoamericanos que alcanzaron el prestigio universal aún en vida, cuando el joven aquel de fiera infancia los retaba a duelo literario sin dudar, incluso en desventaja, a juzgar por sus detractores más acedos; de lo que resultamos beneficiados a granel sus lectores siempre complacidos.

Creación bajo el volcán, entrevistas a escritores y artistas plásticos en Morelos (2015) es la novedad más reciente de esta editorial. Realizado con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través de la Convocatoria de Fomento de Proyectos y Coinversiones 2014, el volumen de 29 entrevistas con prólogo de René Avilés Fabila nos invita a descubrir el quehacer de la cultura en el estado en los últimos 20 años. Avilés Fabila lo sabe y afirma: «Ricardo Venegas sabe entrevistar, no abruma a su entrevistado con preguntas de tipo general, sabe que eso es un fastidio y que si desea una respuesta intensa, aguda, deberá interrogar con conocimiento de causa. En Creación bajo el volcán (Ediciones Eternos Malabares/ FONCA/Conaculta, 2015), reúne un puñado de entrevistas de calidad. Artistas plásticos, escritores y científicos tienen la palabra. Ricardo ha seleccionado con cautela a sus personajes. Cito, de una rica lista, a varios de ellos: Luis Francisco Acosta, José Agustín, Héctor Gally, Hernán Lara Zavala, Sergio Mondragón, Santiago Genovés, Leonel Maciel, Adolfo Mexiac, Roger Von Gunten. En todos los casos, Ricardo Venegas sabe cómo y qué preguntar».

Como ahora agradecemos y deseamos la dilatada estancia y consolidación del sello Ediciones Eternos Malabares entre nosotros.


Autores
Poeta mexicano (Cuernavaca, Morelos, 1969). Es autor de La celebración de otoño (1995), Tierra junta (2004) y Boca de la lumbre (2006). Premio Estatal de Literatura Morelos 2002. Becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en 2004 y 2006.