Tierra Adentro
Octavio Paz. Fotógrafo no identificado, ca. 1936

En un poema de Árbol adentro, “1930: Vistas fijas”, Octavio Paz retrata las calles y plazas de su adolescencia, un barrio de Mixcoac y una Ciudad de México que, debido al desaforado crecimiento de la urbe, no existen más del modo en que lo hacían durante la primera mitad del siglo xx. ¿Qué ciudad era aquella que Paz transitaba en su juventud “en busca de todo y de todos, de nada y de nadie” y qué significaba vivir en ella? El siguiente ensayo despeja esas interrogantes al entrelazar los contextos político y cultural del país con la biografía de Paz.

La crisis de 1929 parecía terminar con el sistema capitalista y el inicio de un nuevo orden más justo: el socialismo. Las obras de Marx, Engels y Lenin se difundían como pan caliente. El gobierno de Emilio Portes Gil había intensificado de 1928 a 1930 el reparto de tierras y protegía a Augusto César Sandino ante el intervencionismo estadounidense pero, por otro lado, perseguía comunistas y rompía relaciones con la Unión Soviética. Por su parte, Ortiz Rubio (1930 a 1932) puso fin al reparto agrario y benefició al capital privado. Estos hechos más el gradual distanciamiento del gobierno de sus bases populares intensificaron el radicalismo y aumentaron las demandas del pueblo que giraron en torno al apoyo ejidal y los derechos de los obreros. A su vez, escritores y artistas como Pablo O’ Higgins, Silvestre Revueltas, Leopoldo Méndez y miembros del Partido Comunista se sumaron al radicalismo y fundaron en 1933 la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), que se pronunciaban a favor de la unidad de la clase obrera y contra el imperialismo, el fascismo, la guerra y el sindicalismo oficial; y escribían libros con tintes proletarios.

Mientras tanto, el joven Octavio Paz, un pueblerino de clase media que vivía en el tranquilo pueblo de Mixcoac, salía de casa para conocer la Ciudad de México, empaparse de la vida citadina y el ambiente radical que imperaba entonces. Estos primeros años fueron fundamentales para que Paz se convirtiera en el poeta y escritor que fue más tarde. Mixcoac era un pueblo donde se podía respirar aire fresco. Había abundante vegetación: magnolias, hueledenoche, un río de agua transparente. La vida era sencilla: los vecinos, amigos, niños jugando en la ladrillera que ahora es el Parque Hundido, se entretenían con el trenecito que había en la casa de los Serralde (hoy antro con nombre de perro), y jugaban en los huertos de las casas vecinas. La tranquilidad de Mixcoac atrajo a varias familias adineradas a construir grandes casas de descanso, como el político liberal Valentín Gómez Farías o el abogado porfiriano Francisco Asís Serralde.

Octavio Paz vivió su niñez, y parte de su juventud, junto a la plaza Valentín Gómez Farías, en la calle Cuauhtémoc, donde estaba la casa de descanso de su abuelo, Ireneo Paz. El hogar tenía amplios jardines, huertos y corrales donde Paz solía jugar con los niños del barrio. Asistió al Colegio Williams, continuó sus estudios en la Secundaria 3, en avenida Chapultepec, donde tomaba alguna de las pocas líneas de tranvía que llegaban a San Ángel pasando por Mixcoac, como la ruta México-Tizapán, que transitaba por Mixcoac, Tacubaya, Chapultepec, Insurgentes y Ramón Guzmán hasta llegar por Hidalgo a Bellas Artes, línea que durante su estancia en la preparatoria y universidad lo conectaría con la ciudad.

A los 16 años, Paz abre los ojos, sale de Mixcoac y empieza a conocer la ciudad. En 1930 ingresó a la Preparatoria Nacional en San Ildefonso. Durante aquellos años, el gobierno proponía una educación socialista, comprometida con los principios revolucionarios, hecho que dividió a la sociedad mexicana puesto que no todos estaban conformes con esas ideas, incluyendo a conservadores como Vasconcelos.

En San Ildefonso retumbaban los cantos sobre la “dominación del proletariado sobre la burguesía”. Paz devora libros y revistas internacionales, lee los textos de Huidobro y Borges. En ese periodo también formó parte de la FER (Federación de Estudiantes Revolucionarios), así como de clubes políticos de la preparatoria. Durante esos años el joven Octavio ya sentía la inquietud de ser poeta, y en 1931 escribió su primer poema “Juego”. De esta manera, Paz encontrará dos pasiones: la poesía y el activismo político.

Presionado por su padre, contra sus ideas socialistas se inscribe en 1933 en la recién autónoma Universidad Nacional. Después de haber logrado la autonomía del gobierno, la Universidad quedó formada por facultades y escuelas. Paz ingresó a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. En la escuela de Derecho y seguirá los años de universitario con la militancia estudiantil haciendo propaganda marxista, razones por las que terminó detenido un par de veces. Sin embargo, la vida de Paz en la Ciudad de México no se limitaba sólo al quehacer estudiantil y a la lucha social, también tenía una vida bohemia e intelectual. El poeta formaba parte de “La Jija”, la pandilla canija de San Ildefonso, un grupo de amigos con quienes era recurrente verlo pasar tardes enteras en los teatros Ulises y Arbeu. Los domingos asistían a Bellas Artes (inaugurado en 1934), acomodados en la gayola de peseta miraban entrar a los poetas, pintores y políticos mientras escuchaban a Chávez dirigir obras de Stravinsky y Debussy.

Su cine favorito era el Venecia en la calle de Santa Veracruz, en donde se podía ver desde el cine predominante de la época (nacionalista y revolucionario) como El Compadre Mendoza, hasta comedias de Fred Astaire y Ginger Rogers. Durante los años treinta, la ciudad ya contaba con una creciente cantidad de espacios cinematográficos, como el Palacio Chino, el Olimpia o el Lux, que a su vez compartían espacio con las humildes carpas en las que se podían ver películas y distintos actos de variedades, como la carpa Garibaldi, de la que eran asiduos espectadores de sketches y de los bailes de las tiples.

Como amante de la lectura, la librería favorita del joven poeta fue la Porrúa en Donceles y República de Argentina, era asiduo de las librerías de viejo de avenida Hidalgo, la Alameda, el panteón de San Fernando y Puente de Alvarado. Otras tardes, Paz y sus amigos simplemente paseaban por el centro de la ciudad con una mujer: un maniquí arreglado con ropa de señora. También molestaban, como buenos canallas, al hostelero chino y hacían enojar al velador de la escuela. Pasaban las tardes en los cafés Alfonso y América, donde platicaban sobre poesía. Las noches terminaban en la cervecería El Paraíso, acompañadas de aguardiente, cerveza o la bebida que ellos habían inventado: el calambre. Algunas noches, Paz y sus amigos se daban rienda suelta y se echaban un buen baile en el Salón México, donde se dice que Paz era buen bailarín.

A los dieciséis, Paz descubre el mundo, la ciudad. Deja de ser un joven clasemediero de pueblo, “nieto de…”, para convertirse en un muchacho con inquietudes culturales, políticas y personales. Lee, disfruta, se involucra: sus ideas comienzan a perfilarse en esta etapa de formación como poeta y activista. Pero más importante es el periodo en el que, como adolescente, hace amistades, descubre la fiesta, el alcohol, el sexo, sin dejar de lado el gusto por la poesía. Todos estos contextos, el político, cultural y personal, influyeron en él y fueron decisivos para su siguiente ciclo, en el que llegará a la cumbre para convertirse en uno de los más grandes poetas de todos los tiempos.

 

Fuentes

Jorge Luis Castillo, Entonces, Mixcoac… Grafa Editores. Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, México, 2004 Patricia Pensado, et al., Mixcoac. Un barrio en la memoria. Instituto Mora, México, 1999.

Guillermo Sheridan, Poeta con paisaje. Ensayos sobre la vida de Octavio Paz. Era, México, 2004.

Engracia Loyo Bravo, “El México Revolucionario (1910-1940), en Historia mínima. La vida cotidiana en México. Colmex, 2010.

Celia Ramírez, “La Universidad Autónoma de México (1933- 1944)” en Renate Marsiske (coord.), La Universidad de México, UNAM, Plaza y Valdés, México, 2001.

Nueva historia general de México, Colmex, México, 2010.

Rafael Pérez Gay, “Siglo XX: letras y artes” en Gran historia de México ilustrada. Siglo XX Tomo V, Planeta, Conaculta e INAH, México, 2001.