Una vida en borrador
Titulo: La dueña del hotel Poe
Autor: Bárbara Jacobs
Editorial: Conaculta / Era / UANL
Lugar y Año: México, 2014.
La novela moderna, es decir, desde Cervantes a nuestros días, da cabida a todo. Como la definió una vez que conversé con Javier Cercas, la novela es una especie de caldo a la que le puedes meter todo. De allí que la novela sea el género moderno y comercializable por excelencia (una modernidad que, dicho sea de paso, ya tiene quinientos años). Creo que en ese concepto de novela-caldo es que debe considerarse La dueña del Hotel Poe, la novela más reciente de Bárbara Jacobs (Ciudad de México, 1947).
Un narrador que hoy goza de mucho reconocimiento me confesó una vez que él prefería los cuentos y novelas que se limitaran a contar una historia. Debo confesar que a mí, por el contrario, me atrapa más una novela demasiado literaria, en la que las referencias y la búsqueda literaria sean más evidentes, aunque no dejo de disfrutar una historia bien contada. Es por eso que con sólo leer la cuarta de forros, La dueña del Hotel Poe me atrapó y me interesé por leerla. Es una novela metaliteraria en la que hay un índice razonado que, volviéndolo un retruecano, es el razonamiento de un índice, al principio hay una novela con prefacio y postfacio dentro de la novela completa; hay diálogos con W, un personaje externo que ayuda al desdoblamiento de los otros personajes; hay una teoría sobre el género que se escribe; hay cartas a personas reales para invitarlas a una supuesta fiesta en ese hotel que alguna vez debió haber existido… Así, la novela es la protagonista de La dueña del Hotel Poe o, para decirlo con otras palabras, la historia que cuenta la novela es la construcción de la propia novela.
Por todo eso es que La dueña del Hotel Poe no es un working progress, como alguien ha dicho en una reseña reciente (Letras Libres, febrero de 2015). Es una novela cuyo tema es la propia novela, una reflexión sobre el género y el proceso de escritura, que se permite incluir libremente asuntos literarios, de manera que la novela que se escribe es la misma novela que se cuenta. Y esto no es nada nuevo, varios escritores lo han hecho recientemente (me vienen a la mente Piglia con Respiración artificial y Javier Cercas con su gran novela Soldados de Salamina), de manera que, lo que hace Bárbara Jacobs con La dueña del Hotel Poe, es inscribirse en ese exclusivo linaje.
La última y nos vamos
Esta es la última entrega de esta columna. Vista en retrospectiva, creo que me habría gustado escribir más sobre novelas ilustradas o de ciencia ficción, más sobre poesía, más sobre ensayo y crónica, pero finalmente el interés personal en ciertas obras, temas y autores se impuso a lo largo de este año y medio. Agradezco a René López Villamar por haberme invitado a colaborar en este espacio, a las sucesivas editoras (Avril, Maricruz, Andrea y, recientemente, Mitzi) por leer con lupa y publicar las entradas. Y al lector espero encontrarlo en otros espacios.