Tierra Adentro

Titulo: Montones de metáforas

Autor: Ulises Carrión

Editorial: Malpaís Ediciones

Es bien conocido el tránsito de Ulises Carrión: de ser un escritor mexicano prometedor (poco más que joven promesa) en la notabilísima generación del Medio Siglo pasó a ser reconocido como archivista y artista conceptual en Ámsterdam. No es un secreto que durante la última década, la obra de Carrión tuvo una emergencia que no había tenido en México durante los años previos. Existió una exposición a cargo de su amiga Martha Hellión en el Museo de Arte Carrillo Gil a principios de los dosmil y, sin embargo, a pesar de que el catálogo de la misma era un objeto preciado entre coleccionistas, no tuvo el mismo tipo de repercusión que tendría la posterior exposición organizada en el Museo Reina Sofía y luego presentada en el Museo Júmex entre 2016 y 2017.

La mayor resonancia de la última exposición en relación con la primera es en cierto sentido una valoración arbitraria, pero creo que pertinente en el contexto de esta reseña. Pienso especialmente en dos razones a partir de las cuales sopeso la relevancia. Por un lado, la recepción contundente de Carrión entre un público más extenso, especialmente considerando que fue una exposición con dos iteraciones, una madrileña y una mexicana (en el museo privado de arte contemporáneo más importante del país); por otro lado, que la exposición fue la confirmación de Carrión como un artista extraordinario no solamente en el mundo del arte conceptual mexicano, en el que era más conocido, sino especialmente en el mundo de la literatura.

¿Qué clase de artista se confirma como escritor en una exposición museística? Uno como Ulises Carrión. Es decir, un escritor que no es tal y un artista que tampoco, sino que es en el tránsito entre mundos y medios culturales: el de la estética y el de la escritura.

El conocimiento de la obra de Ulises Carrión es todavía un espacio de exploración, a pesar de que cada vez sabemos más de su relevancia en el mundo del arte conceptual marginal en el que la produjo. No sólo porque la cantidad de estudios y aproximaciones artísticas a su obra son todavía insuficientes, sino porque, sobre todo, no es fácil acceder a ella desde una perspectiva totalizante.

En buena medida, una de las tareas detrás de la publicación del Archivo Carrión por parte de Juan J. Agius, Heriberto Yépez y la colectiva de Tumbona ediciones era complementar el conocimiento de Carrión más allá del muy leído entonces El arte nuevo de hacer libros. Los tres volúmenes del Archivo Carrión son la mejor manera de conocer por primera vez la obra y trayectoria del artista; especialmente porque no se centran exclusivamente en su labor sobre bookworks, sino que también recolectan reflexiones y obras de periodos posteriores. La lectura se complementa además con los ensayos de Yépez, que más que ser prólogos a cada volumen constituyen un estudio extenso del pensamiento de Carrión publicado por entregas.

Si se quiere profundizar en su obra, sin recurrir a la compra de poco accesibles libros de coleccionista, además del Archivo Carrión es posible hacerse de un corpus amplio de obras, reinterpretaciones y estudios: Poesías (Taller Ditoria, 2007, reed. 2015), El robo del año (Alias, 2015), Querido lector no lea (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía – Fundación Jumex Arte Contemporáneo, 2016), el ensayo de Verónica Gerber Bicecci incluido en Mudanza (Auieo, 2010; reed. Almadía, 2017) y el libro Ulises Carrión, escritor (La Bahía, 2016), de Javier Maderuelo, además de la obra sonora de The Poets Tongue recogida en UbuWeb (www.ubu.com). A todo esto, se suma la reciente publicación de Montones de metáforas a cargo de Malpaís.

Dado el recorrido que he planteado al principio, podría pensarse que el mérito principal de la publicación de Montones de metáforas es “solamente” complementar el corpus de obra. No es así, no completamente. El libro tiene un valor en sí mismo y uno en relación con la poética general de Carrión. Sobre lo segundo, Yépez es claro en su ensayo introductorio (que como los anteriores es más estudio de la obra que presentación de un libro), Montones de metáforas «es un libro teórico y poético […] Leer el libro se convierte en un seguimiento tanto de un método de Carrión cono en una atención al acto de lectura». Montones de metáforas es un libro situado en una posición ambigua de la trayectoria de Carrión, es tanto un libro temprano y todavía literario, indica Yépez, y también es una especulación sobre la relación entre contenido y forma del arte verbal. Es quizá, sigue Yépez, el libro más literariamente logrado del Carrión postliterario, pero eso no necesariamente es su mejor característica, especialmente si se le considera como un autor que escapó de la literatura para integrarse a otros mundos.

De las posibles formas de leer Montones de metáforas en tanto libro singular, me interesa por ahora apuntar una: como la praxis literaria de una especulación.

En su Abecedario, Gilles Deleuze explica:

Los conceptos son la verdadera invención de la filosofía, y luego están los que podríamos denominar perceptos: los perceptos son el dominio del arte. ¿Qué son los perceptos? […] Diría: ¿qué quiere un hombre de letras, un escritor, un novelista? Yo creo que quiere llegar a construir conjuntos de percepciones, de sensaciones que sobreviven a aquellos que las experimentan. Y eso es un percepto. Un percepto es un conjunto de percepciones y de sensaciones que sobrevive a aquél que las experimenta.

 

¿Es Ulises Carrión un creador de perceptos? No, o no de la manera en la que lo hacían los artistas en los que Deleuze piensa. Por supuesto que Carrión produce (e incluso sistematiza la producción) de perceptos a lo largo de su obra. Ya sea en la circulación de la misma mediante un sistema de correo alternativo con base en Other Books And So, ya sea en la producción de una estrategia cultural sobre el chisme y el rumor a partir de su propia vida, Carrión esperaba producir sensaciones y al hacerlo estudiar la manera en la que el lenguaje las reproduce, determina y limita. Esta dimensión perceptual está presente en Montones de metáforas, pero no es necesariamente el eje conductor del texto. Al igual que el resto de las obras de Carrión, en Montones de metáforas la dimensión principal es sobre todo conceptual en un sentido doble. Conceptual en tanto arte que intenta abandonar la expresión para privilegiar la forma y la estructura, y en tanto es una especulación filosófica.

Se podría argüir contra la obra que hacer lo que hace Carrión contraria el principio ontológico de la literatura, puesto que si esta especula es mediante la forma literaria y no con los contenidos o las palabras. Esto que Tom Eyers ha denominado “formalismo especulativo” se basa en la ruptura de la dicotomía entre la referencialidad de la obra literaria y la autorreferencialidad propia de un arte autónomo. Carrión no realiza una especulación de la realidad, sino de la materia con la que la realidad se constituye y que es, de hecho, la misma materia con la que se constituye la obra literaria: el lenguaje.

Montones de metáforas es un texto que opera mediante la praxis poética de los límites de la teoría especulativa. Una obra en los términos de lo que Yépez llama el experimentalismo paceano intentaría deslindar la referencialidad y la autorreferencialidad de su significación; mientras que la obra de Carrión intenta integrarlas ambas en una formación que produzca un percepto conceptual, y un concepto perceptual.

 

El título de este libro es

Montones de metáforas:

Título de un libro: palabra(s) que designa(n) lo que hay en un libro.

Montones de metáforas: palabras que no designan lo que hay en este libro.

El título de este libro es

Montones de metáforas. (47)

 

Sería un error creer que Carrión es un filósofo de la literatura. Esa es una profesión propia de quien separa dos ámbitos de conocimiento y supedita uno al otro. La filosofía ejercicio de conocimiento y la literatura como campo conocido: la dicotomía sujeto/objeto deviene en la conversión de la literatura en una entidad limitada y contenida. Carrión es más bien un artista que conoce los límites de la teoría mediante la literatura. Dado que el instrumento de ambas es el lenguaje, Carrión monta y desmonta las estructuras de observación de un lenguaje con otro.

Montones de metáforas puede parecer en una primera lectura una continuación de lo emprendido en El arte nuevo de hacer libros. Las frases declarativas son semejantes, la estructura lógica para la explicación de la fenomenología de la producción también; sin embargo, hay una diferencia notable: mientras que el primero es un manifiesto (en el sentido amplio y teórico), el segundo es una obra artística. Lo que en el primero es una suma de enunciados, en el segundo es una suma de expresiones. Expresiones que sin embargo no indican sensaciones, sino conceptos.

Insisto en la semejanza con la obra más conocida de Carrión para insistir de otro modo en lo que las separa. En los últimos años, con frecuencia se ha usado el Arte nuevo de hacer libros en empresas de diversa índole editorial y artística, desde libros de artista, editoriales, ferias, bots de tuiter, etc. Esto ha sucedido porque esa obra era una serie d reglas sobre la manera en la que Carrión proponía entender una dimensión distinta, contemporánea, de la producción material de libros. Para ello, desmenuzó el libro como objeto cultural que era producido en contextos específicos. El arte nuevo… podría usarse, yo mismo lo he hecho, como obra teórica sobre las características del libro en tanto objeto material-textual. Sin embargo, El arte nuevo… no es eso sino una serie de preceptivas experimentales para la producción de un arte otro. Montones de metáforas lleva esta característica a su propio límite, pues no sólo no se trata de un tratado sobre el lenguaje, sino que además se resiste a la forma tratadística a través de la repetición. Es decir, mediante el ritmo, el principio constitutivo de la poesía. Montones de metáforas es un libro que difícilmente podría producir descendencia en forma de teoría; a pesar de su forma, es pura resistencia a la teoría. Pero no lo es en el sentido que Paul de Man lo entendía, sino más cerca de cómo Mario Montalbetti define la poesía en tanto “resistencia a hacer signo”.

Montones de metáforas, pues, resiste la teoría, aunque la practica. Delimita la función especulativa del lenguaje teórico y lo conduce a los límites en que se toca y confunde con la poesía. En las conclusiones al ensayo introductorio, Yépez insiste en esta idea: «La poesía le ayudó a construir un arte teórico pero la poesía fue quizá lo único que Carrión no pudo teorizar en toda su extensión». Esta paradoja de la obra carrionana tiene en Montones de metáforas una de sus realizaciones más finas y logradas. Leerlo en relación con la trayectoria de su obra permite entender la complejidad que atravesó su proceso de producción y pensamiento, mientras que leerlo en relación consigo mismo permite ver en acción una forma poética de la especulación. Una forma que desmonta la dicotomía entre conocimiento y conocido para volverse hacía sí misma y desde su materialidad desplegar el pensamiento como praxis crítica del mundo y del lenguaje.

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Roberto Cruz Arzabal