Tierra Adentro
Taza de Roma. Nigorette.
Taza de Roma. Nigorette.

 

En 1990, Spike Lee obtuvo su primera nominación a los Premios de la Academia en la 62 entrega de los Óscar como guionista por Do the Right Thing. Perdió ante Tom Schulman –autor de Dead Poets Society– en una ceremonia que, a la postre, coronaria a Driving Miss Daisy como mejor película. Desde entonces, a excepción de una nominación por el documental 4 Little Girls, y un oscar honorífico mediante, Lee había sido el gran ausente de los premio. Casi treinta años después obtuvo su primer premio, nuevamente en la categoría de Mejor Guion Original, por BlacKkKlansman –llamando a que en las próximas elecciones los ciudadanos norteamericanos, entre el odio y el amor, “hicieran lo correcto”– e intentó, al final de la ceremonia, abandonar el Dolby Theater cuando se anunció a la ganadora en la categoría de Mejor Película: Green Book.

La coincidencia entre aquella entrega y la que ayer se realizó podría explicarse a la luz del discurso de Lee al recibir el premio. Vestido de color morado, el director neoyorquino recordó desde el escenario que febrero no solo es el mes más corto del año, sino también un importante mes en la historia negra desde que hace cuatrocientos años. También un 24 de febrero sus antepasados fueron traídos como esclavos para trabajar la tierra y así construir Estados Unidos. El recorrido de su emocionante discurso lo llevó a recordar que su madre usó el cheque de su seguro social para que él pudiera estudiar cine y, finalmente, que a la vuelta de la esquina están las elecciones presidenciales.

Basadas ambas en una historia real, Green Book y BlacKkKlansman atienden a una misma problemática pero desde lugares diferentes. Como mencionaba hace unos días Fernanda Solórzano,  en la medida que la película ganadora de la principal estatuilla concluye su relato dando a entender que el racismo forma parte de un pasado superado, en la película de Lee la realidad se infiltra a modo de epilogo para mostrar que más allá de los chistes a costa de los slogans de campaña y del gobierno de Trump, el odio sigue en los rostros de los supremacistas blancos reunidos en Charlottesville, del atropellamiento de Heather Heyer y de la desafortunada reacción del presidente.

Sin embargo, tras las controvertidas ediciones anteriores en las que surgió el #OscarsSoWhite y en tiempos en que, como mencionó Barbara Streisand durante la ceremonia, “la verdad es un valor poco apreciado en estos días”, los miembros de la Academia optaron por conceder el mayor galardón a una película que hace de un prejuicio como el pollo frito un leit motiv humorístico; una película con guion de manual que haría a McKee sentirse satisfecho, y que, como mencionó Carlos Boyero, resulta tan eficaz como predecible.

Es una obviedad, pero a ratos conviene recordar que la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas reconoce (con una estatuilla de bronce apenas recubierta de oro) a los involucrados en su industria cinematográfica. Es una organización estadounidense premiando a la industria de ese país. Se llama a equívocos quien quiera ver en ella la consolidación de un arte; es, en todo caso, de una forma de incentivar la excelencia en una muy peculiar manera de contar historias en un medio audiovisual –aunque la mundialmente más extendida–. Y la película de Peter Farrelly cumple con esos estándares; no Roma, no The Favourite.

Pero hay, además, en el tratamiento de la realidad –donde esa desconcertante leyenda de “basada en hechos reales” se acomoda– una línea que también llevó a Mahershala Ali a recibir el Premio a Mejor Actor de Reparto por su interpretación de Don Shirley, aun y cuando hace unos meses tuviera que comunicarse con los familiares del músico para pedirles una disculpa luego de que calificaran a la película como una “sinfonía de mentiras”.

En la llamada ofreció disculpas por si su interpretación los había ofendido, escudándose en que él solo trabajó con el material que tenía. Y es que Roma provenía de los recuerdos de infancia de Alfonso Cuarón en la medida que la película de Lee lo hacía de las memorias de Ron Stallworth. La amistad presentada en Green Book es la versión que su padre Lip le contó a Nick Vallelonga –productor y guionista de la película– sobre aquel viaje al sur de Estados Unidos. La realidad acotada y, anoche, premiada.

Diferencias en el tratamiento del racismo aparte, la ceremonia tuvo pocos discursos o momentos memorables. Los mexicanos que sintonizaron la transmisión desde sus casas o desde las proyecciones en las calles de la Ciudad de México, no vieron cumplido el improbable sueño de que Yalitza Aparicio subiera al escenario o que Roma se convirtiera en el primer filme en ganar Mejor Película y Mejor Película Extranjera. Este último galardón, sin embargo, lo obtuvo junto a otros dos nada despreciables premios: el de Mejor Director para Alfonso Cuarón y el de Mejor Fotografía también para el cineasta mexicano, a pesar de que, como le recriminaron en redes sociales, se olvidará en su discurso de mencionar a su colaborador, Galo Olivares. En ambas categorías, además, se impuso sobre la maravillosa Cold War, dirigida por Pawel Pawlikowski y fotografiada por Lukasz Zal.

The Favourite del cineasta griego Yorgos Lonthimos –que como Roma llegó a la ceremonia con diez nominaciones– obtuvo apenas un premio, el de Mejor Actriz, concedido a Olivia Colman por su interpretación de Ana de Gran Bretaña. Mismo destino que A Star is Born, que de ocho nominaciones apenas obtuvo una estatuilla, la de mejor canción por “Shallow” (interpretada en la ceremonia por Lady Gaga y Bradley Cooper en una presentación en la que, mostrando los reflectores y los imperceptibles rostros del público, la cámara recordaba que la película se escribe entre las luces y sombras de los escenarios).

Contra pronóstico, Bohemian Rhapsody obtuvo cuatro de las cinco estatuillas a las que aspiraba, incluyendo la de Mejor Actor para la imitación de Freddie Mercury que hizo Rami Malek, haciendo que uno se preguntara qué destino hubiera tenido la película si Sacha Baron Cohen se hubiese mantenido en la producción. Malek por encima de Christian Bale, protagonista de la gran relegada de la noche, la formidable Vice, una película que a su manera se suma a la agenda que parece haberse impuesto Adam McKay tras The Big Short y Succession.

No deja de ser curioso que la Academia comience a premiar a las plataformas que están modificando la industria y al mismo tiempo batalle por adecuarse con poca fortuna al nuevo ritmo que imponen. Los nuevos competidores como Netflix, además de alterar el panorama mediático, han cambiado los protocolos de visionado de la televisión: entre otras consecuencias, el brindar contenidos al alcance de un clic modifica los tiempos de atención de los espectadores. En un país que ha batallado por modificar las transmisiones de su deporte nacional –la MLB no consigue promover medidas eficaces para reducir la transmisión de los partidos–, ahora la Academia se ha propuesto hacer lo mismo para atraer la atención atomizada de los espectadores sin conseguirlo: ni la ausencia de un presentador luego de que el anunciado Kevin Hart fuera relegado por sus tuits homofóbicos, ni su propuesta, luego revirada, de entregar varios premios durante los cortes comerciales y limitar las actuaciones de la gala, hicieron que la ceremonia durara lo que una película, y, por el contrario, volvió a rebasar las tres horas de duración.

En Can You Ever Forgive Me?, el otro gran fracaso de la noche, la agente literaria de Lee Israel le recuerda por qué Tom Clancy gana lo que ella no: porque es un autor que nunca se niega a una entrevista, alguien que procura su imágen pública, en la medida que ella está encerrada derribando todos los puentes que le propone. Es porque estoy escribiendo, le responde la escritora. Bueno pues quizá en la escena de la película Marielle Heller haya una analogía simplona sobre la ceremonia de anoche: las estatuillas lucirán en las vitrinas de los productores, directores, actores, cinefotógrafos que más hayan participado de una campaña donde había que convencer a los votantes; aunque al final algunos como Netflix, que gastó el doble en publicidad de lo que costó la película que aspiraba a casi todo fracasaran en su intento.


Autores
(Querétaro, 1991) es licenciado en filosofía y maestro en comunicación y cultura digital. Autor de Tríptico sobre las despedidas (2017) y Neighborhood (2017) y Blau Cel (2016). Ha colaborado en medios como la Revista de la Universidad de México y Otra Parte.

Ilustrador
Nigorette
Fotógrafa originaria de la Ciudad de México, nacida en 1990 y especializada en moda. En 2015 apareció en la lista de los 10 mejores fotógrafos mexicanos de moda con cuenta en instagram del diario Milenio. Nigorette ha trabajado con diferentes marcas nacionales e internacioales. Su trabajo ha sido publicado en Vogue.mx, Vogue.it, Buro 24/7, Reforma (Moda), MILENIO, InTrend y, LUVAN, entre otras.