Tierra Adentro

Titulo: La soberbia juventud

Autor: Pablo Simonetti

Editorial: Alfaguara

Lugar y Año: México, 2013

El novelista chileno Pablo Simonetti (Santiago de Chile, 1961) estuvo hace unos días en la Ciudad de México para hablar sobre su novela más reciente: La soberbia juventud y pudimos platicar con él sobre esta novela y otros temas alrededor de ella. Este es un fragmento de una conversación que se extendió más tiempo del permitido e incluso después de que puse stop en la aplicación del iPhone.

Sergio Téllez-Pon (STP): Según el boletín de prensa, esta novela es la más autobiográfica que has escrito hasta el momento, ¿por qué esperar hasta tu cuarta novela para abordar el tema de la homosexualidad cuando otros escritores lo hacen desde su primera obra?

Pablo Simonetti (PS): Lo que pasa es que eso salió de un mal entendido con un periodista al que le dije: “Alguien podría pensar que esta es mi novela más autobiográfica por el mundo en que se trata, por los personajes, pero si alguien me conoce muy de cerca se daría cuenta de que no es así, que es ficción”. Ahora, todas mis historias tienen un contenido que podríamos llamar de autoficción y, por lo tanto, raíces autobiográficas clarísimas. En este caso ocurrió que me tocó vivir muy de cerca un amor apasionado, loco y desesperado como el que vive Camilo por Felipe. No sé cómo decírtelo… podría hacer un símil: si fuera una célula, el núcleo de la novela son conflictos que me han tocado vivir de cerca; la membrana sociocultural también es una membrana que me ha tocado conocer; todo el plasma celular es invención y salida de la pura imaginación.

STP: Eres un twittero muy activo y desde esa red social defiendes las causas de los gays y eres una especie de vocero de la organización Iguales, pero en La soberbia juventud hay un mundo opuesto (el Opus Dei, el catolicismo, la familia, el personaje de la madre castrante). Tú me corregirás, pero me hace pensar que toda esa derecha es una herencia de la dictadura pinochetista…

PS: Creo que la dictadura que ha postergado a la diversidad sexual y que hasta el día de hoy intenta marginarla es la de la Iglesia católica y no la de Pinochet. Te lo digo por lo siguiente: la dictadura de Pinochet sí tuvo para el país un efecto nocivo respecto a los papeles de género, la dictadura impuso un modelo de género en el que el hombre tenía el poder, la mujer era la que hacía las labores domésticas, el hombre usaba el pelo corto y la mujer usaba falda. Hay una imagen muy ilustrativa después de la dictadura que a mí me tocó presenciar en que a los hombres que usaban el pelo largo en la calle los militares los detenían y se los cortaban con las tijeras, y a las mujeres que usaban pantalones también se los cortaban con las tijeras. Esa idea que es muy militar, podríamos decir, de la familia militar: el militar aguerrido y dispuesto al riesgo, y la mujer que acoge al héroe, una cosa así… Todo eso sí permeó mucho a la sociedad y atrasó enormemente el avance en los derechos de las mujeres, en ese sentido, vivimos una época oscura para las mujeres y, desde luego, para la diversidad sexual porque en este modelo binario de género la diversidad sexual sencillamente no tenía cabida. Pero no hubo una persecución exclusiva u orientada a la diversidad sexual, la persecución fue política y le pegó por igual a heterosexuales, mujeres, homosexuales: la represión o tortura fue contra, comillas, los comunistas, y quien cayera dentro de esa denominación burda era perseguido.

Te lo digo porque hasta hace poco la izquierda chilena fue también muy homofóbica. Hay declaraciones lamentables del presidente del Partido Socialista hasta hace tres años atrás. Como puedes ver, la discriminación contra la homosexualidad es bastante transversal. En el Partido Socialista de los once diputados que se eligieron en las elecciones de noviembre pasado, sólo tres están a favor del matrimonio igualitario y ocho en contra.

La dictadura que sí cayó y que ha permitido que en estos cuatro años haya un avance tan vertiginoso en los derechos de las minorías sexuales fueron los abusos sexuales dentro de la Iglesia. La Iglesia en Chile tuvo mucho poder a propósito de la defensa que hizo de los derechos humanos durante la dictadura, eso le permitió conservar un poder simbólico muy alto, a diferencia de la Iglesia argentina que fue tibia respecto al atropello de los derechos humanos así que cuando regresó la democracia ésta sencillamente forma parte del poder. Al mismo tiempo ha aparecido otro poder que es el de las iglesias evangélicas que han trabajado con las clases populares y hoy en día algo así como el 18% de los chilenos son evangélicos, el problema con ellos es que sí son muy integristas y su discurso es muchísimo más básico, hablan de abominación, de bestialidad… Y muchos congresistas se asustan por la captación de votos.

Y volviendo a la novela, por eso para mí más que la herencia de la dictadura, la herencia que la novela enfrenta es la religiosa, por eso el Opus Dei, y la idea de que la familia es un matrimonio entre un hombre y una mujer y los hijos que nacen de ella. Una idea que todavía es perniciosamente tentadora para los conservadores y hace que la diversidad de las familias no sea reconocida y, peor aún, que es lo que le pasa al protagonista, que la diversidad sexual al interior de la familia no sea aceptada.

STP: O que sea aceptada de manera hipócrita, velada…

PS: Exacto, en un segundo plano. Incluso la idea de que el otro se va a condenar, de que va a ser infeliz. Lo que apunto en esta novela es que en Chile seguimos con la idea, que viene desde la fundación de la república, de que somos una sociedad uniforme y de que la familia es uniforme, nosotros tenemos que quebrar con eso, tenemos que ser capaces de penetrar con la idea de diversidad hasta el interior de la familia, y además, a través de la familia, porque todas las familias son diversas, y dentro de éstas no permitir que los padres sofoquen la identidad de sus hijos. Creo que tenemos que ser capaces de aceptar que somos una sociedad multicultural, plurireligiosa y diversa.

STP: Entonces más que considerar tu novela como autobiográfica, ¿la definirías como una pequeña muestra del universo de lo que es la actual sociedad chilena?

PS: Lo que pasa es un cierto universo. Es el universo de esta franja conservadora que aún cruza las clases, con su sueño de uniformidad, la convivencia y que tiene una presencia constante porque se ampara en estas instituciones que son tan caras para todos nosotros. Es como si uno dijera que es gay y tu enemigo es la familia, lo cual no tiene ningún sentido.

STP: ¿Qué autores gays has leído y te han influido? En Chile tienen a D’Halmar, a Donoso…

PS: O Lemebel, a Luis Buyer… Lo que pasa es que en Chile no se puede hacer un arco de la mirada en la literatura gay. Pensemos en novelas que tienen personajes abiertamente gays: El lugar sin límites, de Donoso, en una novela que quizá no tuvo tan amplia difusión pero fue una novela muy brava, muy valiente, que se publicó en Barcelona en 1981, Frente a un hombre armado, y por último Tengo miedo torero, de Lemebel.

La primeras dos fueron publicadas fuera de Chile y todavía responden al mundo latifundista, a esa otra dictadura que fue el latifundio en Chile, y cómo ese latifundio tenía una idea binaria de la sexualidad entonces los personajes, tanto la Manuela y el personaje de Frente a un hombre armado, tienen una cosa que cuando se enfrentan a su homosexualidad son sometidos como mujeres, por decirlo de alguna manera. Y Pedro Lemebel con Tengo miedo torero abandona el tema latifundista pero todavía tiene esta idea binaria de hombre/mujer, como que el protagonista es la mujer del guerrillero…

STP: Del muchacho rebelde…

PS: Y además está muy presente, y ese es el gran aporte de Lemebel a la literatura, la marginalidad; es un personaje que está marginalizado, postergado, y a través de él Lemebel habla de todas las formas de marginalización que se ejercen y todas las formas de vida marginal que se experimentan. Entonces, lo que trato de hacer en mi novela es poner al personaje gay en el centro del poder: él es un hombre que está en medio de la clase alta, del dinero, de los contactos, de las redes, él puede participar del gobierno de Piñera. Esto es algo que, dadas las condiciones socioculturales que se vivían, no se habían contado antes porque recién ahora eso es posible y la novela da cuenta un poco del progreso que ha tenido el tema en ese sentido.

STP: Finalmente, me gustaría preguntarte qué opinión tienes sobre la clasificación de “literatura gay”.

PS: A mí me parece que todo escritor, es decir, los que me interesan, los que yo valoro, son los escritores que escriben desde su identidad. Los escritores que tratan de ocultar sus señas identitarias por completo y usan fórmulas al final no me terminan de interesar. Pero, muchas veces los hay y los vemos en el género policial, nos interesan, más que por el género, esos escritores que acaban permeando de manera más intensa su obra. Entonces esa identidad está allí y me parece que uno es un escritor gay, como es un escritor chileno, hombre… y todas las señas de identidad que son parte y que me constituyen. Lo que no me gustaría es que me metieran en un cajón y ese cajón sirviera para encerrarme, tal como ocurrió con las mujeres cuando empezaron a salir al ruedo literario.

Yo creo que hay elementos comunes en los escritores gays que permiten hablar de una cierta literatura, pero eso no hace que sea una literatura de nicho, sino que mientras más particular somos en nuestra escritura más universales nos volvemos. La mejor manera de dejar de ser universal sería que yo intentara escribir novelas en las que mi identidad estuviera ausente.

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