Tierra Adentro

No basta con escuchar la música y sentirla. Hay momentos propicios para no sólo pensar en ella misma sino en todo lo que la rodea. Con los años, siempre suelo regresar a compararla con un enorme rascacielos —el edificio más alto que pueda imaginarse—. Tengo la certeza de que muchos ejecutivos involucrados en su construcción ponen su empeño en encumbrar a sus protegidos para que vayan subiendo de piso de residencia, en el entendido de que mientras más alto se habite más importante se es en el negocio. Estos hombres de cuello blanco y trajes a la moda diseñan estrategias para que sus representados den un salto de calidad y suban de nivel en el menor tiempo posible. A la postre, muchos de ellos tan sólo duran allí un breve periodo y después los desalojan de la edificación.

En ese sentido, tal parece que los instalados en los penthouses son los que menos nos interesan; son figuras absolutamente consagradas que viven de sus rentas y que ya no conservan el hambre de escalar. No se puede generalizar, pero la mayoría de estas estrellas ya están aburguesadas y se han acostumbrado al lujo y la comodidad. Seguro que muchos de nosotros caeríamos ante tal tentación. Con todo, lo más vibrante casi siempre está en los recién llegados, a quienes colocan en los primeros pisos, en esos departamentos pequeños e incómodos pero desde donde crean una música apasionante y esperanzadora. Con el tiempo irán ascendiendo y cada historia tomará un rumbo propio.

Lo interesante del grupo canadiense The Rural Alberta Advantage es que ellos tal vez no optarían por instalarse en algún sitio de tan demencial edificio. Probablemente rehusarían trabajar hasta de porteros, quizá apenas acepten esas edificaciones adyacentes donde habitan los trabajadores y jardineros. Desde sus inicios en 2005, y hasta hoy, los he considerando un prodigio. Llamarte The Rural Alberta Advantage todavía hace más difíciles las cosas. Con un apelativo como ese, los “genios” discográficos dirán que te alejas del marketing y de ser bienvenido en el rascacielos del rock and roll. Yo considero que hacen música maravillosa y que no les interesa demasiado la fama. Puedo estar equivocado, pero sus desplantes asisten mis apreciaciones.

Nils Edenloff, Amy Cole y Paul Banwatt hacen un indie rock de garaje lleno de vida, guitarras afiladas y una batería simple y sumamente imaginativa. Con muy poco logran levantar el vuelo. Hacen canciones sencillas, pero les sacan el máximo rédito —nos embisten como una manada de búfalos—. Por si fuera poco, hacen más retorcida su inserción en la escena internacional, pues varias de sus letras son de carácter religioso, algo que tal vez heredaron de The Neutral Milk Hotel, otra joya escondida de la historia del indie. Su tercer LP, Mended With Gold (2014) es el paso definitivo hacia una búsqueda de mayor intensidad  y  maneras rockeras —el folk de su pasado se deja a un lado—.

El ritmo al que se mueve el mundo nos hace creer que su debut es algo lejano, cuando apenas en 2009 aparecieron con Hometowns. La diferencia fundamental consiste en lo vitaminado de su actual sonido. Suenan mucho más poderosos sin que por ello pensemos que han abandonado el patio trasero para componer y concebir un sonido chatarrero y absolutamente contagioso.

En este disco no esperan para acometer con lo que saben. “45/33” arranca de menos a más y presenta a un vocalista poco o nada virtuoso cantando con total convicción y autenticidad. Buena guitarra acústica, un coro femenino y esa espléndida batería (en algún momento sueltan el anticipo de la onda religiosa). Le sigue “All We’ve Ever Known” a partir de la misma estructura pero con mayor velocidad. Para a continuación acudir a un folk parsimonioso en “The Build” que poco a poco se fortifica. Para dar esa sobredosis de stamina a lo que hacen, cuentan con el ingeniero Matt Lederman, acostumbrado a potenciar el sonido distorsionado o frenético de grupos como !!! y Besnard Lakes. De los estudios Candle Recording (Toronto) salieron temas que son pura fibra: “Our love” y “Terrified” —el sencillo de anticipo—. Canciones directas, instantáneas, chispeantes y llenas del estado de gracia que hasta ahora los distingue.

Porque esta historia tiene plan con maña; he dicho que son excéntricos, elusivos, que se negarían a la gran vida del enorme palacete del rock, pero otra cosa es que hayan pasado desapercibidos. No sólo la crítica especializada los trata bien sino que han sido nominados a premios delicatessen —como los Polaris y los Juno—. Quienes los han visto en vivo aclaman sus incendiarias actuaciones. Nada hay que añorar en su tercera entrega; ellos son fieles a sí mismos y así lo entendemos. Poco de desplantes soberbios y mucho de entrega y creencia en el oficio. Hay artistas que destacan por su sinceridad, así tengan que explicitar su fe religiosa. Más bien lo hacen con orgullo y nos hacen creer en esta comunión entre distorsión y misticismo. Amén.


Autores
De los años sesenta tomó la inconformidad recalcitrante; de los ochenta una pasión crónica por la música; de los noventa la pasión literaria. Durante la década de los dosmil buscó la manera de hacer eclosionar todas sus filias. Explorando la poesía ha publicado: Loop traicionero (2008), Suave como el peligro (2010) y Combustión espontánea (2011). Rutas para entrar y salir del Nirvana (2012) es su primera novela. Es colaborador de las revistas Marvin, La mosca, Variopinto e Indie-rocks y los diarios Milenio Hidalgo y Reforma, entre otras publicaciones.