Tierra Adentro

Titulo: Kerouac y la generación beat

Autor: Jean-François Duval

Editorial: Anagrama

Lugar y Año: Barcelona, 2013

Cuando Kerouac, Ginsberg, Burroughs y compañía decidieron encarar la escritura desde el sustrato autobiográfico, nunca dimensionaron que su periplo produciría una vasta bibliografía. Nadie al interior de la generación beat lo sospechó. Cómo lo imaginarían si On the Road se tardó diez años en ver la luz, si Lawrence Ferlinghetti fue llevado a juicio por obscenidad al publicar Howl, si Junkie fue firmado bajo el seudónimo de William Lee. Quizá sólo John Clellon Holmes, que para disgusto del grupo se convirtió en el primer cronista reconocido del movimiento. La sensación de que todo está muerto confesada por Kerouac en el primer párrafo de On the Road lo orilló a describir su circunstancia personal. Convencido de que nunca conseguiría publicar los manuscritos acumulados a lo largo de una década. Si alguien le hubiera dicho que se convertiría en una leyenda y se escribiría al respecto, no lo creería. Menos que en el futuro existiría una chamarra con su nombre, o que una escuela fuese nombrada con su apellido en su honor. Sin embargo, en su interior albergaba la esperanza de ser reconocido. Se lo dijo a Ginsberg en la correspondencia que sostuvieron entre ambos: “algún día América llorará con estas cartas”. Entonces se produjo el estallido, la mítica reseña de On the Road publicada en el New York Times el 5 de febrero de 1957 por Gilbert Millstein no sólo situó a Kerouac como la sensación literaria, sino social, al orillar a un gran sector de la juventud a adoptar el estilo de vida narrado en su obra.

El alcoholismo de Kerouac es a menudo achacado al miedo a la fama que supuso la condecoración pública como The King of the Beats. Sin embargo, tiene sus orígenes en todos esos años en que estuvo bregando por colocar sus manuscritos en una editorial. Acumuló tanta frustración que su autoestima no resistió el rango de celebridad. Pero lo que lo desmoralizó fue que para cuando se publicó el libro todo lo que ponderaba en él se había casi extinguido. On the Road es el primer libro postgeneracional de la historia. Incidía en hechos ocurridos diez años antes pero que impactaron en la generación presente. A sus ojos fue un triunfo nimio. El país al que buscaba conmover había desaparecido. Y se suicidó lentamente, abrazado a la botella. Kerouac no le dio la espalda a la fama. Prueba de ello son los programas de televisión en los que apareció. No supo manejarla. Y huía de ella. Pero esto sólo le consiguió más su fama como outsider.

La tragedia kerouaquiana ha fascinado a tantos admiradores de lo beat que cada cinco años, aproximadamente, aparece una nueva obra sobre su figura. Y su incapacidad para lidiar con el estrellato pareciera ser en un inicio el móvil de Kerouac y la generación beat de Jean-François Duval, la última novedad sobre Jack. Lo beat ha despertado tanta bibliografía que escribir al respecto no supone tanto una competencia con la cantidad de oferta generada como con la calidad de algunos títulos. Se ha publicado tanto sobre el tema, pero en sí son pocas las obras dignas de ser consideradas. Por ejemplo el pionero, La generación beat (1971), de Bruce Cook. O el reputado trabajo de Ann Chartes sobre Kerouac. El no menos aceptado, pero ineludible por polémico Libro de Jack de Barry Gifford y Lawrence Lee. Y las dos biografías sobre el autor de Big Sur, Jack Kerouac. América y la generación beat. Una biografía de Dennis McNally y la aclamadísima Memory Babe de Gerald Nicosia. Por mencionar los más importantes. Contra eso compite el libro de Duval y sale mal librado.

La introducción, “Kerouac, El Running Proust”, parece escrita por otro autor, no por el que descubriremos a lo largo de los capítulos. Establece un panorama muy decente sobre su objeto de estudio. Incluso se permite el lujo de entusiasmarnos: “He intentado considerar las cosas no ‘desde arriba’, adoptando una posición elevada, sino sumergiéndome dentro de lo posible, en el interior mismo de la corriente que ha arrastrado a los protagonistas de la leyenda beat con los que he podido hablar”. Pero apenas se inicia la lectura de la primera entrevista, nos percatamos que su pretendida erudición en ocasiones, o su franqueza (como la del párrafo citado), son en realidad el trabajo de un nerd que a fuerza de machacar la información ha llegado a dominar algunos tópicos. Entonces el libro entero se vuelve una decepción. Y no es que pretenda juzgar un libro que no es. Su título lo afirma. Se trata, en apariencia, de una historia, a partir de Kerouac, de la generación beat.

Pero en lugar de ello, nos encontramos con un material que desde su formato defrauda. Seis entrevistas sin demasiada conexión entre sí, que para nada ofrecen una sensación de continuidad. Sin sentido de unidad, insertadas arbitrariamente. El único hilo conductor entre ellas es la mención de los miembros, pero desanima por la débil cronología que propone. Y, sobre todo, por la cantidad de imprecisiones en la obra. El dominio del tema presumido en la introducción se desvanece. El autor comete errores en fechas, en acontecimientos y en acciones de determinados protagonistas. A tal grado que por momentos nos embarga la sensación de encontrarnos ante el trabajo de un aficionado, un fan, un bienintencionado, que para mala suerte de él raya en la pedantería.

La primera entrevista es a Allen Ginsberg. Qué manera de perder una valiosa oportunidad para cuestionarlo. El “periodista” se dedica a irritarlo. Y el autor de Aullido, en lugar de contestar, parece que lo está regañando. En este punto sientes deseos de abandonar la lectura. O de ahorcar a Duval. Quien no sólo malinterpreta todo, sino que al final esa profundidad prometida se desdibuja porque habla puras trivialidades. La segunda entrevista, a Carolyn Cassidy, es quizá el mejor trabajo de la obra. Pero no por Duval, sino por la ex mujer de Neal. Las pifias de Duval se repiten, pero la generosidad de su entrevistada lo rescata al contestar con paciencia y con deseos de aclarar los hechos. Narrados en Off the Road, autoría de Carolyn, que describe veinte años de contacto con Jack, Neal y Allen. La tercera es a Joyce Johnson, ex novia de Jack en los tiempos de la publicación de On the Road. Como la anterior, es una conversación amable, por parte de Joyce, quien tiene un libro autobiográfico sobre esos años, Personajes secundarios.

A estas alturas nos percatamos de que estamos ante una obra por completo fallida. Sin embargo, tiene algo valioso: los testimonios. Sobre todo de Carolyn y Joyce. Pero el objetivo del libro se pierde. Toca temas como el 68 en Chicago. Pero se olvida de su propósito central. La cuarta entrevista es a Timothy Leary, y aunque tuvo contacto con Kerouac en un par de ocasiones, no tiene nada que ver con la generación beat. La charla deriva en internet y en la preparación para la muerte del padre del ácido, pero que no tiene nada que ver con la literatura beat. La quinta entrevista, a Anne Waldman, arroja una pista, como si la segunda parte del libro fuera a abundar sobre el fenómeno beatnik. Porque aunque Anne es considerada como un miembro de la camada beat, sabemos que se incorporó después y, como muchos otros, de manera honorífica. Para suerte de Duval, arroja información interesante sobre el periodo postbeat, pero no es de eso de lo que se supone trataría el libro.

Entonces el libro se cae una vez más con la sexta y última entrevista, en esta ocasión a Ken Kesey. Al igual que Leary, poco tiene que ver con Kerouac. Sobre todo aquella anécdota en que Neal lo llevó junto a los Pranksters a que lo visitara. Pero eso es una historia, no la Historia. Y después de la entrevista a Kesey el libro termina abruptamente. Sin una conclusión. Para dizque resolver su falta de habilidad para concretar la obra, Duval finaliza su entrevista con una descripción de Kesey observando el atardecer. Lo que faltaba, el toque conmovedor. El chantaje sentimental.

La publicación de libros como el de Duval despiertan una pregunta acerca de la generación beat. Por qué si existen obras de interés sin traducir, como Maggie Cassidy, Book of Dreams, Beat Generation. The Lost Work, The Town and the City o Visions of Gerard de Kerouac, otras tantas de Burroughs, de Herbet Huncke, etc., se nos llena de paja. Jack veía la totalidad de su obra como un solo libro. Y soñaba con algún día verlo publicado, en conjunto, en una sola casa editorial. Pero ni muerto consigue derrotar a su karma. Sigue luchando desde la tumba para que su obra obtenga el respeto que sin duda merece. Pero parece que eso no va a suceder en un largo tiempo.

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