Tierra Adentro

Pensado como espacio para celebrar y representar a los dioses, el teatro tuvo un desarrollo complejo en la antigua cultura maya. Entre los habitantes contemporáneos es palpable el interés por un teatro que tenga como telón de fondo el paisaje natural que vincula a la lengua y las tradiciones.

MARGARITO PALACIOS MALDONADO Y EL TEATRO MESOAMERICANO

El escritor e investigador Margarito Palacios Maldonado es licenciado en Ciencias Humanas por la Universidad del Claustro de Sor Juana, donde se tituló con la tesis Esquema para un estudio del teatro mesoamericano y una obra teatral en tres actos: La caída de Quetzalcóatl, que publicó en 2006 la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. A partir de su tesis ha dado a conocer a los interesados y en portales de Internet un resumen titulado Teatro mesoamericano, una visión comparativa, en el cual afirma que antes del siglo xvi existía en la región un teatro religioso y profano, que cultivó diversos géneros, según la temática abordada, los instrumentos musicales usados y las danzas que se ejecutaban; aunque sus actores eran dioses, héroes y gentes importantes, el pueblo participaba activamente como principal destinatario de los mensajes, que tenían por objeto fortalecer su identidad cultural, sus convicciones ideológicas y propiciar su diversión y entretenimiento.

Así como el teatro cambió de Grecia a Italia —afirma Palacios Maldonado—, al asumir ésta la hegemonía política y económica en el Mediterráneo, también fue distinto en la cultura olmeca, en la costa del golfo de México, respecto al desarrollado en Teotihuacan y otras grandes urbes del altiplano central, ya que siempre habrá que tomar en cuenta el contexto histórico, social y cultural en el que se inscriben los mitos y leyendas religiosas, las posturas filosóficas respecto a la vida en sociedad y las justificaciones ideológicas del poder económico, político y militar, aspectos que están presentes en las manifestaciones teatrales que desarrollan los pueblos.

Por ello, habrá que tener en cuenta algunos puntos de partida, por ejemplo, que los conceptos de hombre, mundo y dios determinan el contexto histórico, social y cultural de cada pueblo; ninguna cultura es homogénea, por la diversidad de personas, grupos e intereses; los vestigios actuales del teatro mesoamericano son una pálida sombra de lo que fue en sus momentos de esplendor, y las dicotomías sagrado-profano, rito-drama, religión-arte son inexistentes.

En su texto, el dramaturgo asienta que a más de cinco siglos de distancia, los vestigios actuales de lo que fue el teatro en Mesoamérica (que sobreviven gracias a la tradición oral que se transmite de generación en generación, tanto en poblaciones indígenas como en las mestizas, que se representan en sus festividades profanas y religiosas), son un pálido reflejo de los grandes espectáculos descritos por los conquistadores, primeros cronistas del encuentro de dos mundos, y que luego refieren también los frailes investigadores, como fray Bernardino de Sahagún, a partir de los testimonios recogidos entre sus informantes autóctonos.

En general, nos dice Palacios Maldonado, todas las fuentes históricas asignan una función pragmática al arte y a la religión de los pueblos mesoamericanos, por lo que el arte, el artista y la función social de ambos eran eminentemente ideológicos, pragmáticos. La cultura mexica, durante su hegemonía, va aglutinando las formas culturales de los pueblos vencidos, así como va coleccionando los dioses tutelares de cada comunidad conquistada.

La teatralidad de la arquitectura mesoamericana puede observarse en las estructuras piramidales, construidas a partir de plataformas, paredes y taludes. Una estructura con una explícita funcionalidad teatral es el momoxtli, construida en el centro de muchas plazas ceremoniales, en grandes ciudades como Teotihuacan y Tula. Los elementos esenciales del espacio escénico mesoamericano fueron pista, muro y plataforma elevada.

El artista en Mesoamérica estaba bien identificado, diferenciado y reconocido: el tlayolteuhuiani, el que introduce la divinidad en las cosas con su corazón, tenía una función social muy importante: ser maestro de la palabra, ser portador de un corazón que tiene a dios, su formación tenía una triple vertiente: la predestinación, la educación especializada y la disciplina personal ya que el cultivo de las artes formaba parte de la estructura de poder y funcionaba como sustento del mismo.

Acorde a los planteamientos de Palacios Maldonado, partiendo de la premisa consistente en la dificultad de definir la temática teatral a partir de una diferenciación radical de los conceptos sagrado/profano, autores como Sahagún distinguieron dos géneros escénicos: el macehualiztli y el netotiliztli: el primero se define como baile de penitencia o “merecimiento” y es caracterizado como religioso (tragedia), mientras que el segundo es un baile de regocijo y es caracterizado como profano (comedia).

El autor nos explica que las representaciones escénicas en los pueblos mesoamericanos seguían los ciclos míticos y legendarios del calendario ritual, ya que la mayoría de los pueblos eran sumamente religiosos. Sin embargo, también había manifestaciones de teatro popular en las festividades sociales, aun cuando algunas de ellas también tenían una importante carga religiosa. Los ámbitos profano-religiosos estaban mutuamente imbricados. Lo más destacado, en este aspecto, es que las representaciones escénicas siempre conjugaban diversas disciplinas artísticas, que expresaban los avances estéticos de su espacio y su tiempo.

Así, el teatro mesoamericano sobrevivió al choque político, militar e ideológico de la conquista a través de sus artistas y gracias a la fuerza de su tradición oral. A pesar de las fuertes prohibiciones de sus bailes, cantos e instrumentos musicales, el arte mesoamericano permeó a través del sincretismo religioso y la fusión estética de la arquitectura y las artes plásticas. El rompimiento con todo un pasado cultural, en las primeras generaciones de la época colonial, fue producto del enfrentamiento cultural. Sin embargo, la incorporación de elementos mesoamericanos (estructuras mentales, morales y artísticas), que vienen a nutrir las nuevas expresiones del arte mexicano, afirma aquel adagio de toda reforma: mueren las instituciones, pero sobreviven los hombres. En el caso de las literaturas mesoamericanas, podemos hablar de la sobrevivencia de métricas, estilísticas y poéticas, que adoptan las reglas europeas, mientras que éstas asimilan las antiguas formas y estructuras del arte y la arquitectura mesoamericanas.

Luego de tan interesantes planteamientos, el dramaturgo e investigador, destacado promotor literario y cultural en el ámbito tabasqueño, ofrece significativas conclusiones, entre las cuales destaca la siguiente: La renovación del teatro mexicano actual, para que muestre sus raíces autóctonas, es posible a partir de la recuperación de sus mitos, leyendas y tradiciones, conjugándose en una fusión de elementos estéticos que revaloren las raíces culturales de México como pueblo plurilingüe.

EL PRIMER ENCUENTRO REGIONAL DE TEATRO DE LA CULTURA MAYA

En la zona serrana al sur de Tabasco existe un poblado en el municipio de Tacotalpa que posee el único vestigio colonial del territorio tabasqueño. Ese poblado que se llama Oxolotán fue durante la época colonial el centro religioso más importante de Tabasco y parte del norte de Chiapas. En él se encuentra lo que fuera el convento de Santo Domingo de Guzmán, fundado por los frailes dominicos luego de que los franciscanos se desplazaran hacia Yucatán al no tener resultado el intento de evangelización pacífica en 1537.

Y precisamente en Oxolotán se realizó del 5 al 7 de agosto de 2011 el Primer Encuentro Regional de Teatro de la Cultura Maya, con la finalidad de difundir las historias de dicha cultura en escenarios naturales que permitieron además la interacción con el público. El encuentro reunió a grupos y compañías teatrales de los estados de Campeche, Chiapas, Tabasco, Quintana Roo y Yucatán, cuyos integrantes realizaron un desfile por las principales calles del poblado el día de la inauguración.

La conjunción de tan diversas propuestas de carácter regional fue organizada por el Gobierno del Estado de Tabasco, a través del Instituto Estatal de Cultura en coordinación con el Programa de Desarrollo Cultural Maya del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Universidad Intercultural del Estado de Tabasco y el Ayuntamiento de Tacotalpa.

En este primer encuentro participaron grupos como la Compañía de Teatro Carlos Ancira con la obra “Leyendas del indio Popotzin” dirigida por Pablo Moreno, quien también impartió el taller infantil “Ingredientes para cocinar un libro”; el Grupo de Teatro guiñol Chito y Chita, del estado de Campeche bajo la dirección de Ismael Ruiz Medina; el Grupo de Teatro Ajvetik sots y el Grupo Ho-Tzuk de Tihosuco, del estado de Quintana Roo que escenificó la obra “La X-Tabay”, bajo la dirección de José María Uc Cahun.

Se presentó también el Grupo de Teatro Chan Dzunu´un, de Oxkutzcab, Yucatán, con la obra “El venado y la niebla”, dirigida por María Luisa Góngora Pacheco, así como el grupo Voz de la Sierra de Oxolotán, de Tabasco, con la puesta en escena “La X-Tabay”, dirigida por los maestros María Lesvi Vázquez Méndez y Roberto Edi Ramírez Méndez; además se realizó el taller de actuación para adultos “De la tradición oral al teatro” impartido por la maestra Socorro Loeza Flores del estado de Yucatán.

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