Lo llamaban “El Rey del Monte”, y era un árbol legendario cuya historia era deslizada de boca en boca hasta parecer una aseveración de la geografía y no una historia para niños inquietos.
Realmente, el mundo está poblado de brujas;
unas más benignas, otras más implacables;
pero el reino no solo de la fantasía,
sino el de la realidad evidente pertenece a las brujas.