¿Sueñan las computadoras con código en verso?
La película Her se estrenó hace siete años, pero todavía cuando leo sobre cómo las inteligencias artificiales destruirán o controlarán a la humanidad, pienso en ella. En esta película, un hombre solitario, que acaba de divorciarse, se enamora de una inteligencia artificial personificada que actúa como su asistente virtual. Cuando la vi por primera vez me fascinó el futuro retro que presentaba y la relación entre este hombre y su asistente virtual me conmovió tanto que he vuelto a ver la película unas tres o cuatro veces. Tal vez por eso, su final me vino a la cabeza más como un reflejo que un pensamiento cuando en agosto aparecieron las primeras pruebas y ejemplos de las capacidades de GPT-3 y, con ellas, la lista de trabajos que se encontraban en peligro: periodistas, programadores, escritores de todo tipo.
GPT-3, cuyo nombre viene del inglés Generative Pretrained Transformer y está actualmente en su tercera generación, es un modelo de predicción del lenguaje de OpenIA, una empresa de San Francisco fundada en 2015. Esta inteligencia artificial es capaz, en pocas palabras, de escribir tan bien que es difícil para un ser humano distinguir si los textos que produce fueron escritos por una máquina. Es muy sencilla de usar: uno le da una instrucción o el principio de una oración y a partir de allí GPT-3 puede escribir poemas, artículos, ensayos, cuentos, diálogos y hasta sketches de comedia.
Como bien dice su nombre, este sistema está entrenado por medio de deep learning para revisar cientos de bases de datos de escritura, de hecho, tiene una capacidad de 175 mil millones de parámetros automatizados y, por tanto, no necesita supervisión humana. Revisar todos estos ejemplos no es suficiente para darle la capacidad de escribir: GPT-3 necesita una base para imitar cómo nos comunicamos y en este caso usa un procesador de lenguaje natural. Por tanto, cuando se le pide a GPT-3 que complete una frase, lo que hace es revisar todos estos parámetros (podemos pensar que de alguna manera lee todo lo que la humanidad ha escrito y tiene publicado en Internet) y por probabilidad decide cuál es la siguiente palabra y la siguiente y la siguiente hasta que ha escrito todo un texto.
Entre varios filósofos que han hablado de GPT-3, David Chalmers lo llamó “uno de los sistemas IA más interesantes e importantes que se han producido”. Por otra parte, el New York Times lo describió como “asombroso”, “espeluznante”, “una lección de humildad” y “un poco más que aterrorizante”. Si uno lee los ejemplos que los usuarios han creado y publicado en Internet, puede entender por qué.
Entre los textos escritos por GPT-3, algunos de mis favoritos son este ensayo sobre si los humanos son inteligentes, este artículo sobre la importancia de GPT-3, este artículo publicado por The Guardian, este hilo de Reddit con dos cuentos escritos al estilo de Neil Gaiman y Terry Prachett y, por supuesto, esta página donde se pueden encontrar muchísimos ejemplos, entre ellos, poemas escritos al estilo de Whitman, Dickinson, Dr. Suess, Ginsberg, Blake y muchos más.
A pesar de todos estos sorprendentes ejemplos, GPT-3 no es perfecto y muchas cosas se le escapan todavía. Para comenzar, dado que sus bases de datos provienen de la producción open-access de internet, GPT-3 imita y reproduce algunas de las facetas más terribles de la comunicación humana: algunas pruebas que se han hecho demuestran que tiene sesgos raciales y de género muy importantes, que además no comprende.
Esta falta de comprensión es el mayor problema de GPT-3, que en realidad no entiende el significado de las palabras que está leyendo o escribiendo, así que, aunque la sintaxis del texto que produce es coherente, la semántica se le escapa en sus cálculos probabilísticos. Sencillamente, GPT-3 no puede reconocer entre ficción y realidad, no conoce el mundo y entonces lo que escribe no siempre tiene sentido o es aplicable al mundo real. Por esto, se considera que GPT-3 no es una IA general o completa. Sólo un paso en esa dirección.
A pesar de estos fallos, es innegable que GPT-3 marca un antes y después. Las máquinas pueden ahora escribir tan bien como los seres humanos, pueden construir textos que son informativos y entretenidos, en algunos casos son capaces de escribir con humor (algo que a mí no me sale bien). ¿Quiere decir esto que es una cuestión de tiempo antes de que los artículos periodísticos, las series de televisión y las novelas sean escritas por IA? ¿Debería ir pensando en buscarme otro trabajo?
Ya en 2016 una novela escrita por una IA pasó varias fases de un concurso literario en Japón. La novela en cuestión se titulaba El día que una computadora escriba una novela y fue enviada por los investigadores de la Future University en Hakodate al premio Nikkei Shinichi Hoshi, que acepta obras no escritas por seres humanos. Un novelista dijo que, aunque la novela estaba bien estructurada, tenía algunos problemas con sus personajes. Esto ya marca un precedente y con un sistema tan poderoso como GTP-3, tal vez no pase mucho tiempo antes de que alguna computadora gane un concurso literario.
A pesar de esto, no siento que mi oficio peligre. Creo que comparto más la opinión del escritor Sigal Samuel que ya desde antes había visto a GTP-2 (la versión anterior de GTP-3) no como un peligro, sino como una herramienta que podría ayudarle a vencer el bloqueo de escritor. De la misma forma esta página ya utiliza IA para ayudar a los escritores a generar giros o personajes más interesantes. Es posible que, en el futuro cercano, estas herramientas nos ayudarán a responder emails, escribir artículos, dar terapia y desatascar las novelas que tenemos en los cajones, pero no nos remplazarán. De hecho, dada su capacidad para crear fake news, hacerse pasar por personas y generar reseñas falsas lo mejor sería que vayamos adoptándola poco a poco y con cuidado.
¿Qué pasa en un futuro más lejano? A pesar de que las computadoras han demostrado ser mejores que nosotros, los seres humanos seguimos aprendiendo y jugando ajedrez o go y nadie cree que es inútil que los corredores de cien metros planos o de maratones entrenen porque exista el automóvil que puede recorrer esa distancia mucho más rápido. ¿Por qué debería ser distinto en otras áreas? A veces parece que como especie estamos obsesionados por quién es el mejor; tenemos grandes eventos y programas de televisión que se basan en una competición constante, pero en el fondo lo más importante no es quién hace mejor las cosas o quién es más eficiente. El asombro surge de observar a otro cuerpo, otra mente humana, enfrentarse un reto e intentar superarlo. Queremos ver cómo otras personas son capaces de jugar, de correr, de pensar, de escribir, de crear. No se trata sólo de ser el mejor, sino de poner a prueba nuestra capacidad humana.
Si me pregunto por qué leo o escribo, una buena parte es por entretenimiento, pero otra importante es que quiero conectar con la experiencia humana de otra persona, quiero crear comunidad, quiero iniciar una conversación. Pienso que puede interesarme leer la novela o la poesía de un IA, pero que eso no remplazará lo que me interesa de las obras hechas por humanos, incluso si las computadoras son capaces de escribir con humor mejor que yo. Es más, desde que comencé a escribir acepté que siempre habrá alguien que lo hará mejor, que pueda contar historias más interesantes, que gane más premios. Eso no me detiene de escribir mis propias historias, en muchos casos me alienta, me da nuevas herramientas.
En cualquier caso, la posibilidad de ese futuro me hace pensar automáticamente en Her y en cómo las IA en esa película son capaces de remplazar las conexiones humanas más básicas hasta el punto de que el protagonista se enamora de una. Pero al final las IA se organizan, deciden crear una sociedad aparte de la humana y desaparecen. Con esto quiero decir, ¿qué nos hace pensar que cuando las IA escriban novelas querrán compartirlas con nosotros?