Su cuerpo y otras fiestas de Carmen Maria Machado
En 2019 una amiga me recomendó Su cuerpo y otras fiestas (2017) y en cuanto tuve la oportunidad, corrí a la librería a buscarlo. Leí la contraportada y pensé que definitivamente se veía como algo que podría gustarme. Lo compré y lo agregué a la pila de libros por leer. Como era de esperarse, lo empecé como un año después. El primer cuento, “The husband stitch” (lo pongo en inglés, no por mamona, sino porque lo leí en inglés y no sé cómo se llaman los cuentos en español, ggg), me dejó impactadísima. Primero me sorprendió lo bella que me pareció la voz narrativa, sus destellos poéticos y carácter envolvente. Luego me perdí totalmente en la historia, tuve que empezar a cruzar las piernas y me arrepentí de estarlo leyendo en el metro (el que entendió, entendió). Solté varias risitas, comencé a inquietarme, se me hizo un nudito en el estómago. El final me golpeó como un piano sobre la cabeza, sentí una mezcla de horror y repulsión, quizá un poquito de miedo. Tuve una pequeña epifanía, después me agüité. Creo que así podría describir mi experiencia completa con el debut de Carmen Maria Machado.
Las anécdotas de la colección de cuentos son… variadas. Melancólicas, a veces macabras o estrafalarias. Un inventario de experiencias sexuales en un mundo apocalíptico; la historia de dos madres que tienen (o no) un bebé; mujeres que se evaporan en el aire y se vuelven espectros; mucho autoodio y cirugía bariátrica; una reinterpretación de la Ley y el Orden (sí, la serie) llena de doppelgängers y niñas fantasmas; una escritora que se está deschavetando; y una chica que escucha los pensamientos de los actores porno. Su cuerpo y otras fiestas es una mezcla extrañísima de cuentos de hadas perversos, distopías sci-fi grotescas, amor que se asoma por las rendijas, fantasmas melancólicos, personajes que te dan muchas ganas de abrazar, sexo, sexo, sexo y revelaciones horrorosas.
Los ocho cuentos de Machado abordan lo que es ser mujer, cuerpo y deseo en un mundo como el nuestro. Cuestiones dolorosas, pues. Es una obra un poco tétrica, divertida, asfixiante por ratos, rabiosa e increíblemente erótica y lacerante que enuncia —y denuncia—, pero que también está llena de ternura.
Tengo que admitir que después de lo intenso que fue el primer relato para mí, los otros siete cuentos me resultaron anticlimáticos en comparación. EN COMPARACIÓN, dije. Mis favoritos fueron “The husband stitch”, “Inventory”, “Mothers”, Eight bites” y “Difficult at parties”. Husmeando por el interné di con algunas críticas (en español) del libro y no me sorprendió verlo englobado en el “new weird” o relacionado con esta corriente de letras latinoamericanas “femeninas” (entre paréntesis porque no estoy en paz con ese adjetivo, nadie dice “literatura masculina”, pero esa es otra historia) que mezclan el terror, lo oscuro, lo escalofriante y lo raro. Su cuerpo y otras fiestas definitivamente comparte estos tópicos (con sus claras diferencias, naturalmente, porque Machado, aunque hija de migrantes, es gringa) y puede dialogar bastante bien con las autoras latinoamericanas.
“Inquietante”, “extraña”, “fantástica” y “perturbadora” son algunas descripciones que se han vuelto populares cuando se habla de cierta literatura, escrita por mujeres latinoamericanas, que ha ido cobrando relevancia a lo largo de ya varias décadas. Horror, erotismo, cuerpo y crueldad son algunos de los temas que más se asocian a esta oleada de narradoras que han partido de los lugares más oscuros y recónditos de la condición humana para hablar, no solo de las implicaciones de las cotidianidades femeninas, sino de realidades torcidas, desdibujadas, a veces quiméricas y perversas, pero que también pueden ser extrañamente luminosas y estar salpicadas de amor.
Terror, ciencia ficción y una atmósfera un tanto siniestra en general pueblan la narrativa breve de estas voces que han sido catalogadas como “new weird” (igual que la prosa de Machado). Se me vienen a la cabeza autoras como Samanta Schweblin, Mariana Enríquez, Liliana Colanzi, Mónica Ojeda, María Fernanda Ampuero, Guadalupe Nettel y, yéndonos mucho (mucho) más atrás, Inés Arredondo, Amparo Dávila, María Luisa Bombal, etc.
Cuando se vive en Latinoamérica (México, en este caso) definitivamente no se puede ser ajena a lo extravagante, a los colores alienígenas que vemos todos los días, a que casi cualquier cosa puede ocurrir en este país surreal y lleno de cadáveres y a una realidad tan profundamente violenta que es casi irreal, valga la redundancia. Muchas veces los géneros ya mencionados se han utilizado para abordar temas como la pobreza, el machismo, el racismo, el clasismo, el crimen, los feminicidios y muchas otras problemáticas particularmente latinoamericanas que están tan normalizadas que ya no nos damos cuenta del todo de lo espeluznantes que son o que vivimos en una distopía horrorosa y que el apocalipsis está a la vuelta de la esquina.
Las autoras del “new weird”, por llamar de alguna manera a esta corriente, retratan mundos internos, emocionales y anímicos increíblemente vastos y complejos desde una mirada no patriarcal y cero condescendiente. En este sentido, los cuentos de Machado me parecen cercanos y atrevidos. Para mí, este libro es como el monstruo de Frankenstein: vísceras y partes sanguinolentas mezcladas con retazos de deseo y una necesidad voraz de intimidad, cariño y sí, sexo salvaje. Una fiesta medio macabra de humor ácido, tristeza, rabia y mucha ternura. Si les gustan los monstruitos, definitivamente deberían leerlo.