Sotomayor y el talento emergente mexicano
No sólo ocurre en México, pues en el panorama internacional la cultura emergente se constituye de instantes. Para el arte más joven es complejo pensar en el futuro y las exigencias de una carrera a largo plazo. Se tiene una noción del «aquí y ahora», además eso le agrega una carga de emoción insustituible. Con cierta clase de grupos viene aparejada una idea de urgencia e inmediatez. Tengo el convencimiento de que ello aporta un sentido completo y no es necesario esperar a que cuaje cualquier indicio de posteridad. Hay un intenso presente que trae consigo un vértigo sin parangón.
Parece que en el país se toma con suspicacia cuando algún grupo tiene un acelerado desarrollo y pasa de la nada a un ocupar lugar en los medios más importantes y ascender súbitamente en los lineups de los festivales. A eso se le considera un hype; sobra decir que en la tierra del sospechosísimo, el tráfico de influencias y los conflictos de interés, habrá ciertos casos en los que la ayuda externa contribuya de forma decisiva para catapultar a un principiante, pero también sería prudente especular que a otros tantos los empuja nada más y nada menos que su propio talento, lo que debería ser un argumento inapelable.
Considero importante que ciertos sectores de la promoción se entusiasmen con esos brotes de talento emergente y les ofrezcan espacios; si las propuestas encuentran una notoria respuesta por parte del público, no tendría nada de malo ese tipo de procesos tan súbitos. La historia del rock and roll está plagada de ejemplos maravillosos. En México parece que somos más rácanos y quisquillosos. En algún momento incomodó la velocidad con la que Austin Tv, Hello Seahorse, Sonido Gallo Negro y otros tantos crecieron. Todavía es momento en que a Little Jesus se les escatiman sus logros (y proyección internacional), y se les sobaja como parte del fenómeno hípster.
Tendríamos que apegarnos mucho más al análisis de la música que ofertan y a los puentes de comunicación que tienden con sus escuchas. Si la cantidad de seguidores se incrementan exponencialmente en un corto tiempo es que algo deben tener las piezas en cuestión. Incluso me parece que es importante que el propio periodismo se involucre y haga sus apuestas; al tirar los dados también se expresa una postura y una manera de entender las cosas.
Valga todo lo anterior al momento de abordar el debut de un proyecto mexicano que inició como una pareja de hermanos y que, a velocidad luz, llamó la atención del público y medios, multiplicó sus presentaciones y terminó por robustecer su alineación hasta completar una banda.
Sotomayor comenzó con Raúl y Paulina; básicamente así fue como concibieron Salvaje (Tropic-All, 2015), un disco debut en el que también depositaron lo aprendido en Beat Buffet (allí estuvo Raúl), en donde recurrían a la electrónica y al hip-hop. Esas bases sirvieron para enfrentar su siguiente incursión con mayor enfoque y herramientas técnicas.
Los vientos que soplan en el actual conjunto de artistas nacionales, nos dejan entrever que existe mayor preparación en lo instrumental y una mayor amplitud de miras para hacerse de referencias. Es difícil que gente de la misma edad que los miembros de Sotomayor se apegue a purismos y limitantes que sólo se concebían en el pasado. Cierta acometida del pulso afterpop hacer posible que las viejas fronteras se derrumben y los géneros choquen y se entrecrucen con total libertad y virulencia.
En «Cielo» —un estupendo sencillo— el entorno electrónico abreva totalmente del pop para llevar adelante a los sonidos afroantillanos. No es extraño trazar conexiones con otros proyectos como Bomba Estéreo. Se trata de un pulso generacional que también los acerca a Mr. Pauer, a los miembros del colectivo Zizek en Argentina e incluso a los colombianos de Choc Quib Town, entre otros.
De repente en «Una linda mañana» bajan la velocidad y dejan que los efectos conduzcan la parte veleidosa y cachonda. Recordemos que pertenecen a una generación que creció con Nortec, Sussie 4 y Sara Valenzuela (a la tapatía se le debiera aquilatar mucho más).
Salvaje es un disco sofisticado, en el mejor sentido de la acepción, lograron controlar y dosificar cada uno de los elementos para que el fluir latino entre en perfecto equilibrio con la parte de electro-pop que, se intuía, hubiera podido adueñarse de la mayoría del sonido. «Morenita» es un ejemplo perfecto de lo anterior.
Les vino muy bien tener como coproductor a Edi Kistler, bajista de Liquits, quien aportó la experiencia que sólo se logra con una larga carrera dentro de la industria musical. En un momento en que los discos suelen irse haciendo más cortos y con una cantidad de sencillos muy justa, debemos destacar también «Pum Pum» y «Selva», con evidentes puntos de contacto a lo que están haciendo Mariel Mariel (Chile) y La Yegros (Argentina), por tomar dos ejemplos.
El álbum se completa con una estupenda portada a cargo del destacado artista Alejandro Magallanes. No se dejó de lado ningún aspecto para conseguir que la potencia de canciones como «Tu canto» lucieran en todo su esplendor, todo un Caribe atómico.
Ya lo dijo el poeta Gabriel Celaya: «el arte es un arma cargada de futuro». No cabe duda de que lo emergente dispara por doquier.
Nota: Sotomayor se presenta el próximo jueves 1 de octubre a las 20:00 Hrs. En el Centro Cultural del Ferrocarril de Pachuca junto a Mariel Mariel, Boogat y Ponce en un concierto llamado Ecléctica es la noche, que es parte de la Feria del Libro Infantil y juvenil Hidalgo 2015. La entrada es libre.