Sinkane: afrofuturismo nómada
Si hoy día las realidades de los Estados Unidos y África presentan diferencias inmensas, en 1989 podían impactar la vida de un niño de forma definitiva. Ahmed Gallab, nació en Sudán y dejó su país a los 5 años. Su familia sufrió de persecución política tras un golpe de estado, pidieron asilo y terminaron por instalarse en Ohio.
El músico, al que actualmente conocemos como Sinkane, relata que el mayor de los impactos que recibió al radicar en Norteamérica se remonta a la primera vez que probó una hamburguesa de Burger King y el refresco 7-Up. Narra que en ese momento se dio cuenta de que se encontraba en un entorno completamente distinto del que procedía (además del clima totalmente opuesto).
Pero aun así se adaptó rápido. Poseía habilidades natas para la rítmica y la batería. Así que comenzó formando parte de grupos de la escena indie de Columbus, entre los que se encuentran Sweetheart, Pompeii y Starcrossed. Fueron iniciativas de un Do it yourself total que le sirvieron de base para saltar al siguiente nivel e integrarse como músico de Yeasayer, Of Montreal y Born Ruffians. Aunque el empujón clave lo recibió de Dan Snaith, el hombre detrás de Caribou y otros varios alias, como el de Daphni —para sus cortes más bailables—, que hizo un remix de “Runnin”.
Para ese momento ya llevaba un tiempo asentado en Brooklyn, un lugar al que compara con Marte, dada la diversidad de culturas y sonidos que de allí emanan. Por eso fue que su disco más actual se titula Mars y que aparece con el sello DFA, creado por el líder de LCD Soundsystem, James Murphy, atento siempre a propuestas visionarias. Y es que Sinkane lleva tiempo afinando su personal concepción de lo que puede considerarse afrofuturismo.
Siendo un conocedor de muchas músicas, siempre valoró a los experimentalistas que catapultaron hacia nuevas eras el legado ancestral de África. Ahmed traza su propio viaje sideral teniendo como acompañantes a Sun Ra, George Clinton y Juan Atkins, entre otras figuras de leyenda. No encuentra obstáculos para entrecruzar épocas y estilos. Mars (2012) es un disco que contiene elementos extraídos de la electrónica primigenia de Kraftwerk, uso de vocoders al estilo de Zapp, sonidos cósmicos y mucho del merdoun sudanés, principalmente al estilo de dos de sus héroes: Aziz El Mubarak y Abdel Gadir Salim.
Es interesante destacar la perseverancia con que Gallab se ha manejado; el reconocimiento le ha venido hasta su cuarta producción. Antes comenzó la saga con Sinisterals (2007), al que siguieron Color voice (2008) y Sinkane (2009); siendo este disco en el que los ritmos motorik se encuentran con elementos africanos, curiosamente a través de un tema llamado “Apache beat”.
Para abordar Mars decidió que debía de ir más allá de su sustento rítmico y trabajar más a detalle la parte melódica y las letras. La prensa internacional le ha reconocido con unanimidad el esfuerzo por dar con una música realmente distinta. De hecho, el alucinante sencillo “Runnin” ha sido descrito como un punto de encuentro entre Curtis Mayfield y la Steve Miller Band tocando en alguna estación espacial.
No son pocos los detalles que lo diferencian, incluso su nombre proviene de un afortunada malinterpretación. Terminó por convertirse en Sinkane, cuando debió llamarse Cinqué, pues trataba de homenajear a Joseph Cinqué, que encabezó la rebelión de esclavos del barco Amistad (y que Spielberg recreara en un película de 1997).
Por otro lado, Mars también da cuenta de colaboraciones más que destacadas. En “Making time” —con mucho funk y ecos discotequeros— tiene un solo de guitarra de Twin Shadow; mientras que “Jeeper Creeper” tiene a Ira Wolf Tuton de Yeasayer en el bajo y en “Caparundi” las voces en español se deben a Roberto Carlos Lange, quien encabeza un proyecto experimental muy en alza llamado Helado negro.
Este multi instrumentista se nutre por igual de Syd Barret y Ali Farka Touré; utiliza samplers del grupo Can en “Love Sick” y también suma las aportaciones del Ensamble africano de metales Nomo. Nada le es ajeno, el mundo le pertenece. Sabe que su ars combinatoria le permite desplazarse a su antojo, aunque es consciente de lo placentero de tirar de sus raíces y catapultarlas al futuro: “Aunque es posible que se trate de una moda pasajera, me gusta el hecho de que las personas estén abriendo sus mentes a la música africana, ya que cada vez se aceptan sonidos e instrumentos que desde occidente antes se consideraban como rarezas. Se trata de un gran hito porque la música occidental está envejeciendo muy rápidamente”.
http://www.youtube.com/watch?v=2tmiEdNt2bA