Tierra Adentro
Fotografía de Santa Sal, por Cía. Gorguz Teatro.

Septiembre, mes de la patria, mes de los antojitos mexicanos, mes para constatar el olvido en que se encuentran importantes acontecimientos históricos que han forjado la realidad hoy conocida como México; sucesos como la Guerra Cristera, según anotó el actor y director Alberto Ontiveros, en entrevista a dos días de haber estrenado Santa Sal de la dramaturga Conchi de León, el viernes 19 de septiembre, en el Centro de las Artes, localizado en el interior del Parque Fundidora de Monterrey.

La obra narra la verídica historia de la Virgen de la Herradura o La Santa, una mujer que embaucó al pueblo de Salinas de Hidalgo, en San Luis Potosí, haciéndoles creer que ella era la virgen María, acompañada del indio Juan Diego, allá en el año de 1927, mientras se desarrollaba el conflicto bélico civil conocido como la Guerra Cristera.

A grandes rasgos, esta cruzada mexicana que se estima cobró la vida de 250 mil mexicanos entre beligerantes de ambos bandos, el ejército cristero compuesto por civiles y la milicia federal, explotó cuando el poder federal comandado por el presidente Calles decidió someter los poderes eclesiásticos al rigor de la ley establecida por la Constitución de 1917, en donde se negaba la personalidad jurídica de la Iglesia, incluyendo el derecho a poseer bienes raíces y a practicar cultos públicos fuera de los templos. Estas medidas mermaban el cúmulo de poder que la Iglesia había acumulado desde la Conquista, por lo cual las autoridades eclesiásticas llamaron a civiles a luchar por su derecho a la libertad de culto, bajo la manda: “¡Viva Cristo Rey y la virgen de Guadalupe!” que les valió el mote de “cristeros”.

Bajo este contexto se desarrolla la historia de Santa Sal. Con diez actores siempre en escena, siempre “hablando”, aún con las acciones más mínimas, de tal manera que la atención puede concentrarse en los actores que intercambian diálogo o en los actores que, apartados del foco central, tejen con sus gestos la intriga y el absurdo. La historia se despliega en el tendajo (tienda de raya), a donde una pareja de forasteros llega pidiendo posada, ya que la mujer está a punto de dar a luz. Los personajes, crédulos habitantes de un pueblo lacerado, olvidado de Dios y del gobierno del Estado, ávidos de intriga y en búsqueda de sentido o alivio contra la soledad, se vuelven presa fácil de la mujer que comienza a obrar milagros y a cobrar por ellos.

En cuatro cuadros la obra muestra un panorama muy común al del México de hoy, a pesar de enfocarse en hechos ocurridos hace casi ochenta años. Temas como la mística popular, la necesidad de la guía divina, que según el director es una cuestión antropológica. Así como la intrínseca relación entre la Iglesia y el Estado, como lo refleja el único personaje mudo durante toda la obra, el soldado siempre atento, siempre listo para actuar desde el silencio. También, la ceguera del pueblo, la conflictiva competencia entre las mujeres, la misoginia, la verdad ignorada de aquellos con gran autoridad moral pero poca relevancia social, en este caso personificada por niños, que en la obra son los únicos que verdaderamente ven, a pesar de que uno de ellos es ciego, y hablan, ateniéndose a las crueles consecuencias, como sucede en una de las escenas más impresionantes de la obra, la castración de la niña que dice la verdad.

Santa Sal de Conchi de León es la segunda parte de una trilogía sobre la estética del desierto. Anteriormente, el director Alberto Ontiveros trabajó la primera parte de esta trilogía con el monólogo La raíz de las delicias, escrita por Alberto Villarreal y protagonizada hace algunos meses por José Olivares, quien en Santa Sal juega el papel de Emmanuel, el niño ciego. Aún está por decidirse cuál será la tercera parte en la trilogía del desierto. Pero definitivamente habrá que estar atentos a éste y próximos trabajos.

Antes, el director trabajó la estética de la frontera con una trilogía de obras Papá está en la Atlántida, de Javier Malpica; Un año de silencio, de Rafael Martínez y Misa fronteriza de Luis Humberto Crosthwaite.

Hay una estética común que identifica a los montajes de Alberto Ontiveros. Sus obras cargadas de simbolismo, con un fino y casi coreográfico manejo de la plástica del movimiento y el recurso de la ironía para señalar, escandalizar, criticar mordazmente realidades en la estética del norte sin sucumbir al folklore ni al melodrama. Su trabajo no es perfecto, es humano como deben serlo las obras de arte. Su estética, tan pretensiosa como la de cualquier arte, acierta por su franqueza en ocasiones densa, o demasiado intelectual, pero siempre entretenida sobre todo para el espectador lúcido dispuesto a interpretar por sí mismo y no sólo digerir las imágenes sobre el escenario. El teatro que Alberto Ontiveros presenta con Santa Sal probablemente disguste al espectador palomero y consumista, no porque sea un trabajo sesudo, sino porque presenta una visión cruda y divertida de la realidad nacional olvidada, desconocida y vergonzosa, por ser tan actual. Baste recordar por ejemplo que apenas el año pasado, el 8 de junio de 2013, la ciudad de Monterrey fue entregada simbólicamente a Jesucristo por una burócrata del estado.

Santa Sal gozará de una segunda temporada en diciembre de este año, recomendamos estar al tanto de la cartelera por redes sociales o directamente en la página de CONARTE  y seguir de igual manera el trabajo de este director que en sus propias palabras: “no busca hacer teatro contemporáneo sino arte contemporáneo con el teatro”.

 


Autores
La redacción de Tierra Adentro trabaja para estimular, apoyar y difundir la obra de los escritores y artistas jóvenes de México.
nació en Monterrey, Nuevo León, México, 1991. Cursa actualmente estudios de Literatura Mexicana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Participó como ponente y creadora en los encuentros y congresos organizados por la Red Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura (REDNELL) en D.F., Querétaro, Mérida y Tijuana ininterrumpidamente desde el 2010 al 2012. En febrero del 2013 ganó el Primer lugar en el Slam Poético 3.0: Sobrevivientes del 2012 y participó como jurado en el Slam Poético 4.0: Monterrey es un laberinto (junio 2013). Ha sido publicada en Puño y Letra (Monterrey, 2012), La regia cartonera (Monterrey 2014), Los bárbaros del norte (CONARTE 2014), el periódico Barrio Antiguo (Monterrey 2014) y la página de internet de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (FUNDEM 2014).