Publicaciones culturales en crisis
Hace unas semanas, Víctor Roura dejó la sección cultural de El financiero después de 25 años de coordinarla. Roura usó ese espacio para revanchas personales y ajustes de cuentas, por lo que con el tiempo se volvió una sección anquilosada que no informaba de nada, cooptada por un grupo que a la menor provocación se lanzaba contra otro. El caso de Roura y esa sección es extremo pero de alguna manera es el reflejo del ambiente cultural mexicano pues casi lo mismo puede decirse de varias publicaciones culturales y de los grupos que las tienen secuestradas.
Las revistas culturales han perdido su relevancia en la sociedad mexicana, nada quedan de la importancia social que en su momento tuvieron Vuelta (ahora convertida en una elitista Letras Libres), Nexos con Aguilar Camín de regreso en la dirección o Proceso (hoy en día más parecida a una TVyNovelas de la política). Y también La cultura en México de Siempre! y la Revista de la Universidad, ambas anquilosadas bajo la dirección de Ignacio Solares. Los suplementos culturales, por su parte, han ido desapareciendo poco a poco, primero el emblemático Sábado, luego El búho y Arena de Excélsior, Crónica cultural de Crónica, El semanal de El nacional… pero han quedado otros como La Jornada Semanal tan decepcionante cada fin de semana, o El Ángel del Reforma en el que no se puede confiar si cada domingo publica Guadalupe Loaeza los textos que copia de otros… O incluso el Babelia, cuyas reseñas de libros se han vuelto cada vez más insustanciales. Visto así el panorama es desolador.
Desde luego, en calidad hay honrosas y muy claras excepciones: las revistas La tempestad, Luvina, Crítica, los suplementos Laberinto de Milenio y ahora ha vuelto Confabulario de El universal. Publicaciones que además abren sus páginas, no entran en una dinámica sectarea y cumplen con su función de informar antes que denostar. Sucede que después de tantos años los directores se estancan, como el caso de Roura, los columnistas se repiten y acaban por aburrir al lector, incluso el diseño (ese primer atractivo de las publicaciones) es poco estimulante. Hace falta renovarse cada cierto tiempo, cambiar el rumbo, cerrar los ciclos… ¡pero no cada 25 años!
Muchas de esas publicaciones, sin embargo, no llegan a los tirajes de La prensa (por años el periódico más vendido), o revistas como TVyNovelas o TV Notas, Quien, Caras u Hola y por tanto no repercuten en la sociedad como estas otras publicaciones, más frívolas e intrascendentes. En respuesta, para ganarles terreno, varias publicaciones culturales han optado por los formatos digitales y por subir a la red sus contenidos, justo como ahora lo ha empezado a hacer Tierra Adentro.
En un par de ocasiones le he escuchado decir a Enrique Serna, en distintos espacios, que la poesía ha dejado de pertenecer a la gente porque los poetas estamos más preocupados por la aprobación de nuestros iguales, quedar bien con ellos antes que salir a buscar a los lectores. ¿Qué nos toca entonces hacer como creadores? Debemos escribir para los lectores no para nuestros semejantes, es nuestro deber contribuir en la creación de públicos, para empezar, con los otros creadores que se sienten alejados de las letras (cineastas, bailarines, actores, músicos…) y así llegar a públicos más amplios, más inteligentes y más críticos. Si seguimos con estas publicaciones, con estas actitudes, seguiremos disputándonos unos a otros los 5 lectores que tienen los narradores, los 3 que tienen los ensayistas y el único que tienen los poetas.