Tierra Adentro
Ilustración de Eduardo Ramón Trejo

 

Estoy harto de siempre ver a la misma gente bonita en todas las pantallas. Rodeados de brillo, luces espectaculares y un millar de gritos clamando por ellos.

 

Tal vez Iron Man es un héroe precisamente porque nunca se queda viendo al techo preguntándose cómo llegará al final de la quincena, por qué sigue vivo. No le teme al futuro surgiendo como Galactus, mortífero y avasallante.

 

¿Si fueras un alienígena y conocieras a la humanidad por sus películas taquilleras, qué podrías asumir?

En principio, verías que todo sucede de la infancia hasta los 40 años, la vejez es un vacío emocional y existencial limitado a los papeles secundarios. Los padres y tíos ancianos sirven más como tumbas motivadoras que personajes reales ¿Acaso spiderman nunca se queda a platicar en las noches con su tía solitaria? Batman lo tendría más fácil, de tener padres, bastaría contratar una legión de enfermeras para cubrirlo durante sus jornadas nocturnas. Como una verdad incómoda, hacemos todo lo posible para no pensar en el futuro, el desgaste de la piel firme, la acción, la pasión. Millones son destinados para rejuvenecer a las grandes estrellas, ocultar bigotes, lunares, cicatrices. Para mantener la ilusión.

 

Presenciamos una película que nunca deja de promocionarse, usa todas las pantallas y bocinas a su disposición para asegurar que sepamos nombres, caras, poderes y trajes ¿Por qué lo permitimos? Quiero ver en la cartelera al anciano que toda su vida estuvo en el closet y al fin conoce el amor. Quiero poder ir al cine de la plaza y enseñarle a mi abuela cómo lidia una señora con la pérdida de su memoria. Así al menos ella no se sentiría tan sola.
¿Entre más envejeces, la culpa, el bochorno, la depresión se siente peor o sólo deja de importarte? ¿Qué pasa con la gente que arruinó toda su vida de forma lenta e imperceptible? Una historia de terror.

 

¿Te has dado cuenta que en las películas, salvo las parejas sentimentales, casi nunca se abrazan efusivamente? ¿Tú abrazas efusivamente?

 

Yo quiero ver a Spiderman con la voz cortada, intentando explicar entre sollozos por qué duele tanto; pidiendo perdón por ser un estorbo ¿Por qué, entre explosiones y disparos, los salvadores, confiados y musculosos, nunca rompen en llanto después de casi morir y matar a 30 personas?

¿John Wick tendrá pesadillas donde nada en un mar de sangre? Noches enteras repasando los rostros de todos a los que les arrebató la vida.

 

Ya no quiero más del asqueroso sabor a plástico que tengo al salir del cine. Las celebridades impolutas, el espectáculo cuidadosamente armado palidece ante los clamores de vida que vivo cada día; las miradas preocupadas, la tristeza en compañía, las carcajadas fortuitas. Quiero ver personas de carne y hueso, ya no más brillo sobre brillo, mentiras recubiertas con plástico y ci-yi-ai.

 

Quiero una película sobre la relación a distancia de mi madre y los amores que nunca fueron. Sobre todo, quiero que ella desee ver esa película, que no sea solo la bien vendida recomendación de alguien.

 

¿Por qué en las películas las parejas siempre terminan pareciéndose? Tienen la misma sonrisa de comercial, el peinado hacia el mismo lado, la misma altura (ligeramente distinta para encuadrar el beso perfecto). El beso perfecto: cuando llega la policía, las ambulancias y todo el peligro ha pasado…por ahora (aún faltan 2 secuelas).

 

Soy apenas más alto que la Viuda Negra y también quiero un protagonista chaparro. Un protagonista chaparro con un novio, con una novia increíblemente alta; unos novios de esos que cuando se besan, sus cuerpos adoptan formas de árboles viejos, que aprovechan los escalones para verse a los ojos.

¿Cómo encuadrar a un larguirucho y un chaparro? Más de 100 años de cine y sólo Fassbinder me ha dicho que en las ficciones también sale gente sin glamour.

 

¿Los feos pueden salvar el mundo? Tal vez, afuera del set.

Una vez leí que a Tom Cruise le dan un banquito para quedar al nivel de su contraparte femenina; el mismo actor que tantas veces arruinó planes de terroristas, sociedades secretas y amenazas biológicas.

¿Qué pensará Tom Cruise sobre su banquito? ¿Sentirá vergüenza al recordarlo cuando le cuesta trabajo dormir? ¿Por qué si la naturaleza del cine es crear una ilusión, el banquito y toda esa norma corporal se sienten como un insulto?

 

Por fortuna, el resto de las artes y la historiografía misma sirven como perenne consuelo. Saber que mi nariz no es tan enorme como la de Francisco I; más la fortuna de no ser reconocido, entre otras cosas, por ser feo como Sócrates reducen mi sentimiento de extrañeza. Pero no es suficiente para mí, hay algo en la imagen en movimiento que es tan inmersivo, tan maravilloso y estimulante. El cinematógrafo estuvo esperando a contar historias, y ahora tenemos esta maquinaria millonaria que al final del día apenas y recordamos.

Frente a tal contrincante, es evidente que un ensayo no va a cancelar las siguientes 15 películas de Rápido y Furioso. Hay quien me dirá que podría evitarme todas estas quejas si conociera las cintas correctas, las de los viejos enamorados, las que encuadran la vida. Tal vez no pido que los superhéroes sean más reales, sino poder ver más cine real. Que las opciones no sean la misma cartelera de siempre o la piratería. La gran ventaja del imperio cinematográfico (además del dinero) es que entiende a las masas, se jacta de conocernos. El otro cine, el de los silencios, de los canales culturales, de arte; intenta hablarnos desde la verdad, el problema es que para dialogar necesitas ojos (que paguen su entrada). Y esos ojos ya fueron aprisionados con nombres, rostros, videos, cereales, entrevistas, ropa, todo con la misma imagen registrada.

 

¿Qué película quieres ver?

 

Buscar al cine que se siente real, es un camino medianamente complicado. La opción más sencilla está en internet, hay que evitar los virus, el audio desfasado o un doblaje deplorable. Si quieres que el viaje sea más cómodo, puedes rentar la película. Sin embargo, la única posición realmente ventajosa es vivir cerca de un lugar donde proyecten esa clase de cine. Queda claro que opciones hay muchas, lo problemático, la cuestión del asunto, es en saber qué buscar. Para que alguien sepa cómo se llama una de esas películas que muestra lo real, alguna persona debió decírselo, leerlo en algún lado o visto un fragmento por casualidad (esa es mi manera favorita).

 

En cambio, para las grandes producciones, nadie escapa de reconocer suspelículas, por algún nombre dicho en el transporte público, un video de internet, los espectaculares en la calle. Cómo le cuento a mi primo de diez años sobre la llegada de Akira y las persecuciones en moto cuando su gorra, mochila y tenis tienen al millonario robótico apuntándome a la cara. Se han encargado de hacer que todo el planeta alabe a lo mismos héroes, la libertad que me queda es quejarme, quizá lamentarme.

Tal vez mi problema no es con las películas de superhéroes, sólo son la vanguardia del espectáculo que manufactura nuestras vidas. Tal vez el problema son las jaulas de 6 días a la semana y 8 horas diarias. Queremos escapar de todo lo que se parezca a esta vida que va hacia ningún lado y un mundo que nunca ha tenido cabeza. En la desesperación por buscar un descanso de todo esto, a algunos les reconforta saber de otra tierra con peores problemas siendo salvada por superhéroes; pero lentamente, las explosiones pierden su llama, los actores envejecen, uno a uno nos quedamos a solas con pantallas oscuras y aún más incertidumbre. En un país pobre, desigual y en guerra, ya nadie cree en millonarios que rescatan al pueblo, en justicieros que acaban con los malos, ni en un repartidor de pizzas con la energía suficiente para combatir el crimen.

 

Por ahora, solo pido que las películas se sientan un poco más reales, no más estruendosas, ni épicas, ni costosas. Quiero poder dejarme llevar, creer que un héroe llegará para salvarnos.

Es una súplica.


Autores
(Chicontepec, 1997). Estudiante para profesor de primaria, en un intento por no perder la esperanza. No participa en muchas convocatorias, por miedo al rechazo más que por petulancia, debido a ello tiene pocas publicaciones. Disfruta la literatura crítica pero con humor, es un fiel creyente del absurdo.

Ilustrador
Eduardo Ramón Trejo
Ilustrador y diseñador gráfico nacido en Guadalajara y radicado en la CDMX. Con un interés por la narrativa visual y la gráfica de antaño, desarrolla su estilo en la ilustración a través de la técnica del collage. Ha colaborado en diversos proyectos editoriales, comerciales y exposiciones colectivas e individuales. Sus colaboraciones se han publicado en medios impresos y digitales como Tierra Adentro, Letras Libres, Wired, Vice, Chilango, Expansión, El Fanzine, Picnic, entre otros.