Poesía en rígor mortis

Titulo: Poemas de terror y de misterio
Autor: Luis Felipe Fabre
Editorial: Almadía
Lugar y Año: México, 2013
La poesía de Luis Felipe Fabre (Ciudad de México, 1974) fue un respiro, una bocanada de aire fresco en la rígida poesía mexicana, su ironía recordaba a la que en su momento, a finales de los años noventa, produjo José Eugenio Sánchez, de manera que resultó novedosa, ingeniosa, principalmente en sus libros anteriores: Vida quieta (ICCM, 2000), Una temporada en el Mictlán (Mantarraya ediciones, 2003) pero sobre todo en Cabaret Provenza (FCE, 2007) y La sodomía en la Nueva España (Pretextos, 2010).
Sin embargo, en su libro más reciente Poemas de terror y de misterio esos recursos que antes fueron afortunados ahora hacen un libro redondo, estable, circular, cuya homogeneidad lo hace un libro monótono: el mismo ritmo, el mismo tono, las mismas reiteraciones, las mismas ocurrencias predecibles, el mismo corte arbitrario de versos, el mismo abuso de los dos puntos como puntuación ya característica…
En Poemas de terror y de misterio, Fabre abusa de sus recursos y el poema queda como un chiste que ya no hace reír cuando lo cuentan por segunda vez. Hace pastiches y parodias lo mismo de la literatura de zombis y de vampiros (la poesía no podía dejar de entrar en la moda) que de las baladas pop, de las religiones con sus santos que representan a la muerte que de “todos los poetas mexicanos tienen su poemita sobre la muerte” o de películas gore (o las del Santo contra las mujeres vampiro, da igual) que de las ejecuciones del narco. Sí, todo con humor, como parodia, pero moda y carcajada fácil al fin y al cabo.
Además, en uno de los poemas de la serie sobre sor Juana hay un error: dice Fabre que “la divina Lysi de sus cálidos versos” (Nervo) era Marquesa de Paredes, lo cual es incorrecto pues María Luisa Gonzaga Manrique de Lara en realidad era condesa de Paredes y adquirió el título de marquesa de la Laguna cuando se casó con Tomás Antonio de la Cerda marqués de la Laguna y luego, juntos, fueron virreyes de la Nueva España (de 1680 a 1688).
Entonces el lector agradece que la noche de los zombis termine con cerrar el libro.