NEO/GN/SYS o la máquina de la poesía
Los jóvenes que escriben poesía no leen, «se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados», propagan esta idea hasta el hartazgo. Peor, hay quienes afirman que para creerle a estos muchachos es necesario verlos caminar con un libro de poesía bajo el brazo, como si exponer sus lecturas de esta forma validara su quehacer poético. Lo terrible: hay algunos poetas jóvenes que confirman aquella idea. Pero, como es normal en todo plano, surgen algunas excepciones. Entre ellas se encuentra NEO/GN/SYS, de Emmanuel Vizcaya, quien no escribe de tal o cual manera por ignorancia o por seguir la tendencia de cierta poética contemporánea. Es capaz de asimilar desde el reto lingüístico y la agramaticalidad propuesta por César Vallejo, hasta poéticas que lo sitúan en su época.
NEO/GN/SYS se encuentra divido en tres partes, Termodinamics (NEO), DSHBRMNT (GN) y La vertiente atómica (SYS), una suerte de trilogía escrita entre 2010 y 2012 que vagó por distintas publicaciones hasta llegar a concretarse como tal en 2014. La voz de este libro puede distinguirse como la de una máquina sensible que es capaz de reflejar el espíritu de abandono en un tiempo determinado. De entrada leemos una prosa que nos advierte:
[El presente sólo existe mientras es nombrado. El futuro nos llama inevitablemente. Respirar es llevar aire del presente hacia el futuro. Hablar es transportar palabras desde el presente de los labios hacia el futuro del aire y de las calles. Aun así, el futuro tampoco existe. Pero sí su evocación. Esa biósfera de rayos.]
Pero el tiempo es visto no como finitud, sino como cambio (presente–futuro). Sea lo anterior una introducción para entender el futuro que se nos plantea en el libro como dicha evocación, el futuro y la falsa promesa del mismo como su rasgo más fuerte. El lenguaje nada en un mar de abstracciones en apariencia arbitrarias, pero que condensan y forman su propio universo, que a la vez dicta y ejerce sus únicas leyes, marcando el camino para acercarnos al libro mismo: «(léase con voz robótica)», nos dice el primer poema; «(((reconócete y rebélate)))», nos sigue ordenando esta voz entre ese mar de resonancias, ese eco de la voz que los paréntesis plantean. Poemas adelante, la máquina se presenta:
No siempre soy una máquina
pero siempre soy esa cárcel
incluso cuando soy poeta
aunque en ocasiones soy una máquina poeta…
En el universo de la máquina poeta, «la música es un árbol propagándose en el aire», pero el árbol es de titanio y la lluvia que cubre este paisaje futurista es una lluvia roja. Es también una máquina que excede su dosis de astronomía diaria recomendada, que vuela más allá de su territorio, y no es sólo como un juego alucinante o un simple recurso. Ese irse hasta los astros proviene de lo terreno, lo cotidiano. Es no querer, no conformarse, pero es una inconformidad que va más allá del berrinche literario.
Este universo, nos comparte de manera directa la máquina poeta, es un universo politeísta: Sputnik, Voyager, Explorer, Telstar, Nimbus, Lageos, Navstar, son sólo algunos nombres de los dioses que el poemario propone. Una vez conformada su mitología, su génesis, se sigue expandiendo. En la segunda parte se nos presenta una especie de bestiario de máquinas, un manual de zoología electrónica (recordemos que en este punto todo es posible), que nos resulta cercano por la cotidianidad en la que se desarrollan. Pero Vizcaya desautomatiza estas máquinas que habitan el mundo, que el propio hombre ha creado como una sustitución del hombre mismo:
La fuerza y la mecánica sembraron un paisaje de plantas / de metales gigantescos como hongos / frutos parpadeando en rojo / esqueletos de árboles y vigas se levantan al igual que torres o platillos […] el sustento y el pilar de la distancia.
Quedan las antenas como constancia de metáfora, símil y estructura. Un paisaje nuevo, pero cotidiano ante nuestra perspectiva indiferente, una herramienta que nos ha rebasado para la comunicación. En una entrevista realizada por Luis Bugarini, publicado en el blog de la revista Nexos, Vizcaya anota:
Adopté este recurso para volverlas [a las máquinas] parte de una comunidad vital, salvo que ellas no nacieron, sino que nosotros las creamos. Respecto a crear nuevas palabras, me interesa confrontar al lenguaje y jugar con las líneas de aquello que podemos conocer. Preguntarme qué tanto podemos modificarlo sin que parezca un disparate. Que haya una propuesta simbólica.
Este universo personal de NEO/GN/SYS se encuentra habitado por entes digitales, motores y máquinas capaces de sentir el ahogo y el desconsuelo. Y sea este afán de poblar el mundo la respuesta para la inquietud de esta máquina poeta: «Vida / no quiero estar otra vez tan solo / no quiero». La propuesta simbólica de la que Vizcaya habla es generada por su lectura: ¿no es el hombre, acaso, una máquina poderosísima que no conoce su destino? Y esa máquina que somos es capaz de recordar «que ningún lugar es bueno / para no morir». Sabernos finitos en la continuidad del mundo.