Melodías de un hombre deshecho
Un muerto no es lo mismo que un fantasma.
Christian Peña
No quería mirar por la ventana. No tuve el valor, creo. Necesitaba concentrarme en algo que me ayudara a sobrevivir en estos tiempos de incertidumbre, y se me hizo buena idea recurrir a los ídolos que, en el pasado, me enseñaron a enfrentar la vida. Así que pensé en la música de Nick Cave y los Bads Seeds, esas canciones cargadas de letras barrocas y rasgueos industriales de sintetizadores analógicos; aquellas que hablan sobre personas a punto de arruinar su vida, o la de alguien más. Los temas que eran cantados a gritos hacia un público aterrorizado para elevar su adrenalina. Esas letras siempre me parecieron las de un hombre que bailaba alrededor del cráter de un volcán activo, sorteando las llamaradas.
Me interesó echar un vistazo a sus últimas producciones, por eso del diablo y la vejez, así que reproduje el álbum de 2016, Skeleton Tree, y descubrí que en las canciones no se encuentran ni la rabia ni la habilidad melodramática para lanzar voces que disfruté en otros de sus discos, como si su música se hubiera disuelto en el aire y solo quedara dolor y confusión; y por encima de ambas cosas, mucha desesperanza. No parecían las melodías de un demonio, sino las de un hombre deshecho.
¿Qué le ocurrió a Nick Cave, en el transcurso de estos años, que lo dejó igual que un animal herido, el cual busca un rincón para esperar la muerte? Ni la adicción lo detuvo al abandonar su natal Australia para salir hacia Berlín junto a The Birthday Party; tampoco evitó que luego se mudara hacia Inglaterra, donde llegó a tocar junto a las bandas emergentes que cantaban en bares peligrosos: como Bauhaus, ellos dejaban el sarcófago por unas horas para acercarse al público; o como Siouxsie Sioux, quien invocaba magia muerta desde los escenarios.
Nick Cave fue un hombre que acabó tirado, en una ocasión, en un cuarto de hotel de una de las ciudades más peligrosas en nuestro país: Tijuana1; y que contaba haber sido adorado como un dios, en un pueblo mexicano, por traer una camisa de lamé verde 2.
Cave se enamoró, recayó en las drogas y volvió a surgir indemne. Hasta usó un bigote ridículo. En algunos discos como Tender Prey (1988) o Murder Ballads (1996), las canciones de Cave parecen postales que exponen el peor lado del ser humano: homicidios, suicidios, amenazas.
Internet respondió rápido a mis preguntas: Arthur Cave, uno de los gemelos que tuvo con Susie Bick, falleció al caer por un barranco tras consumir LSD3. Arthur tenía, apenas, dieciséis años. Fue una muerte que, en su momento, pudo haber tenido el mismo Cave en una de sus peores épocas.
Entonces sentí que en Skeleton Tree, Cave miraba hacia un abismo en el que todos, muchas veces, nos hemos encontrado: ¿con qué sintaxis podríamos intentar describir el agujero que queda cuando nos ha sido arrebatado alguien que formaba parte de nosotros, o de la manera en que nos relacionábamos con el mundo? Es por eso que, en los funerales, me dije, cuando se acercan nuestros amigos y compañeros de trabajo a brindarnos el pésame, sentimos que sus palabras no tienen peso, parecieran silenciosas. De la misma forma que cada ausencia de un ser amado señala el vacío desde el cual nos construimos, y nos formamos como personas; el que intentamos enterrar con mensajes de texto, con música, con alcohol o con trabajo; o, simplemente, al hacer planes sobre un futuro donde imaginamos que no habrá dolor.
Necesitaba fuerza, energía, no vulnerabilidad. Y si Cave no salió ileso de dicha pérdida, ¿cómo iba a poder hacerlo una persona común y corriente, como yo, ante lo que estamos viviendo?
De igual manera, me adentré en los discos esperando descubrir, aun así, una gota de fuerza escondida en algún compás. Me sorprendió lo que encontré: una oscuridad mayor a la que denotaba antes, con sus canciones sobre crímenes, una desesperanza más insondable. La primera canción (“Jesus alone”) del álbum Skeleton Tree dice: You believe in God/ but you get no special dispensation for this believe now (crees en Dios/ pero no obtienes especial dispensación por esta creencia ahora).
Lo anterior contradice una línea de la canción “Into my arms”: I don’t believe in an interventionist god (no creo en un dios intervencionista).
Esto me pareció el giro de timón de un hombre que ha sufrido un impacto tan duro que en el fondo ya no le importa si cree o no en la divinidad, pues esta no estuvo cuando fue necesario. La composición, además, abre diciendo: You fell from the sky,/ crash landed in a field/ near the river Adur (caíste del cielo/ golpeando con un campo/ cerca del río Adur), y esto habla de un accidente aéreo ocurrido semanas después del fallecimiento de Arthur Cave, en el que 11 personas murieron tras la caída de un avión militar cerca del río Adur, en Inglaterra4.
Cuando uno está envuelto en pesares (ahí entiendo a Cave) siente que puede empatizar con cualquier dolor que aparezca en el camino. Por ejemplo, ¿cuántos sentimos, en estos días de irresolución, que nuestros problemas se encuentran amplificados en los cientos de noticias que nos bombardean?
Retrocedí en la discografía de Cave y escuché el disco anterior (Push de sky away, 2013). En este, encontré que su música ya se había vuelto más atmosférica, más cadente, como si flotara hacia un territorio donde la batería no marca el tiempo, y ni siquiera las letras parecen tener significado o sentido. Mas no era el fondo del pozo enmohecido desde donde cantaba en el Skeleton Tree: ahí solo se ve un círculo de luz, hacia arriba, una esperanza ajena, mientras se escuchan “Magneto”, canción que parece hablar sobre la fragmentación de la memoria ante el dolor o el trauma; o “Girl in amber”, que parece puntualizar lo mismo que dice Roberto Juarroz: “no tenemos lenguaje para los finales,/ para la caída del amor”.
Un par de tracks después, en “Distant sky”, el artista que años atrás exaltaba las emociones de su público a través de gritos guturales, de la misma manera que en un ritual pagano, se sentaba frente a un piano para decir: They told us our gods would outlive us, they told us our dreams would outlive us. But they lied (nos dijeron que nuestros dioses nos sobrevivirían. Nos dijeron que nuestros sueños nos sobrevivirían. Pero nos mintieron).
Entonces creí que no tenía caso pasar a Ghosteen (2019), el disco más reciente en la producción de Cave. Solo continuaría hundiéndome en el fango. A pesar de eso, entré en él esperando un segundo camino de canciones hirientes, filosas, de hiedra, como si necesitara sumergirme en lo más profundo para resurgir; sin embargo, el álbum me ayudó a encontrar una cuerda, en medio de la oscuridad húmeda del pozo, que servía para subir hacia la luz.
“Ghosteen” significa, según todas las páginas que consulté, “fantasmita”; yo, de inicio, pensé en un fantasma adolescente. Arthur Cave caminando entre las canciones. Este es un álbum doble, donde el primer disco, compuesto por piezas cortas, son los hijos; mientras el segundo, compuesto por dos muy largas (y de puente, una recitada) son los padres5.
Hay dos imágenes que aparecieron, originalmente, en el Skeleton Tree y que acá regresaron: los niños elevándose hacia el sol (“Distant sky”) y la canción que gira (“Girl in amber”); mas también hay otras: caballos en llamas, Jesucristo yaciendo en los brazos de su madre, por ejemplo. En este trabajo, Cave rememora momentos en que bien pudiera estar hablando con su familia, en especial con su esposa, y, de pronto, el fantasma adolescente posee el cuerpo del padre en la canción “Ghosteen Speaks”: I am besides you. Look for me. Well, I think they’ve gathered here for me (Estoy a tu lado. Búscame. Bueno, creo que se han reunido aquí por mí).
Sin embargo, en las últimas tres piezas del segundo disco, Cave hace las paces, de alguna manera, con la pérdida: en el tema “Ghosteen” habla sobre la presencia y el recuerdo del hijo; hasta usa palabras que solo podría utilizar un padre para hablar con su pequeño, antes de decir que se puede amar algo que no puede sostenerse en la mano.
Después, en “Fireflies”, sentencia que solo somos luciérnagas encerradas en el frasco de un niño, donde no hay orden ni hay terreno medio, nada se puede predecir y nada puede ser planeado.
Finalmente, en “Hollywood”, hace el recuento de daños al hablar sobre un incendio en que animales huyen por un bosque hacia la playa y, para concluir, quizá en un momento de aceptación doloroso, narra la historia de Kisa, la mujer que corrió hacia Buda para pedirle que salvara a su hijo moribundo.
Buda le dijo que lo haría, si ella le llevaba una semilla de mostaza de algún hogar donde no hubiera muerto nadie. Kisa corre desesperada a buscar, pregunta en las casas del pueblo. En todos lados hay familiares perdidos. Finalmente se decide a enterrar a su hijo. “Es un largo camino para encontrar la paz mental”, susurra Cave con voz de falsete, en “Hollywood” .
Puedo imaginar a la familia tras la pérdida. El mundo continúa y uno no sabe hacía donde caminar: ¿en quién convertirse ahora que las cosas han perdido el orden que nos permitían avanzar?
Earl, el gemelo de Arthur, se volvió un individuo sin reflejo; Susie, ya solo era madre de una persona, y no se pudo mover de la cama durante varias semanas. Nick no terminaba ninguna de sus canciones. El fantasma adolescente continuaba a su lado, pidiéndoles que no superaran la situación, que continuaran sintiéndose mal, que no restructuraran sus emociones. Las exigencias de los Muertos suelen ser atroces: ya no forman parte de la vida, así que no tienen piedad. Pero quién habla no es el ser querido, con todas sus ideas y sus emociones, sino la sombra que imprimió en los recuerdos que, como música tocada sin auditorio, giran en la cabeza de los sobrevivientes: las charlas que quedaron a medias, los debates en los que nadie tuvo la razón.
Los fantasmas –más allá de su existencia real– embrujan a los vivos, convirtiéndolos en casas arrumbadas, llenas de recuerdos, que continúan en decadencia. Ya pasada la catástrofe, las emociones se quedan despedazadas en el suelo y uno se cansa de la lamentación.
Tras terminar de escuchar el disco, me quedé pensando en lo que ocurre en todas partes, en las personas que han muerto en las últimas semanas. Me dije que Cave tiene razón: nada puede ser predicho y nada puede ser planeado. No puede vivirse toda la vida en una casa embrujada, no podemos hacerle caso, con fervor, a los Muertos. En algún punto hay que trascenderlos. Esa es la esperanza del álbum Ghosteen: ni todo lo bueno lo es por siempre, ni tampoco lo malo: solo somos fotones lanzados de una estrella moribunda, dice Cave en “Fireflies”, luciérnagas atrapadas en la mano de un niño; y entonces, al pensar en esa frase, caigo en cuenta que tengo mucho sin ver una, y recuerdo que la última vez fue junto a una persona con quien ya no comparto mi vida; con quien, durante meses, cada noche antes de dormir, tenía una conversación imaginaria en la que le reprochaba todo lo que quedó al aire.
Abro la ventana y observo la calle: los coches ya empiezan a circular por la avenida, hacen fila en el semáforo, y la llenan de pitidos, de insultos, de smog. Las personas que alcanzo a ver caminan con vacilación, como si fueran escuchando a sus Muertos; sus mundos han estado en constante ebullición, no saben qué hacer. No sabemos, más bien. Ninguno de nosotros, en estos días, puede entregar una semilla de mostaza.
- Para consultar lo que Cave cuenta de esa ocasión, visiten esta entrada de su blog The Red Hand Files: https://www.theredhandfiles.com/song-lyric-can-i-have-one-too.
- Según lo que el fotógrafo Bleedyn Butcher relata en el libro A little story. Nick Cave and The Bad Seeds 1981-2013.
- Fue un hecho cubierto por la prensa internacional. Un ejemplo es esta nota de El País: https://elpais.com/elpais/2015/11/10/estilo/1447169096_672591.html.
- Para leer más sobre este suceso, les dejamos un vínculo en español. En inglés hay más información, pero parece que fue una situación que impactó más en el ambiente local: http://tallyho.cl/se-estrella-un-veterano-hawker-hunter-en-reino-unido/.
- Cave brindó esta explicación, que formó parte de la información de prensa oficial del lanzamiento, en esta entrada de The Red Hand Files: https://www.theredhandfiles.com/when-can-we-expect-a-new-album/.