Tierra Adentro

Cada recuento es un tanto azaroso e inexacto; ninguna lista es perfecta, completa y justa. Muchos factores influyen y pasan por la estética del reseñista, el perfil de cada medio y algunos otros elementos menos visibles. Además elegir una decena es un acto terriblemente exigente. Siempre se cometen atropellos y omisiones. En este mismo espacio ofrecí un primer recuento, pero siempre quedan discos extraordinarios para compartir y que no gozan de las predilecciones de gran parte de la prensa especializada. Con la idea de resarcir un poco está situación, ahora revisemos a unos grandes álbumes a los que hay que tener en cuenta entre lo mejor que la música nos entregó en estos meses y que no siempre recibieron las loas mediáticas que se merecían.

Habremos de destacar también que está selección de discos esquiva los dictados de los grandes corporativos; casualmente, la sección procede de disqueras independientes que se destacan por su ética y estética.

The Wave Pictures

City forgivness

Moshi Moshi

Se trata de un trío que procede de la pequeña población de Wymeswold en Inglaterra y están acostumbrados a trabajar sin parar. Tan es así que este es un disco doble de 20 canciones de raíces acústicas y gran inventiva en la guitarra eléctrica –cuando el blues rock exhibe su pasado africano-. A partir de allí hacen un indie pop que ahora además de Darren Hayman nos hace pensar en David Byrne. Su doceavo álbum es el más consistente, inspirado y divertido. Con mayor apoyo mediático tanto Arctic Monkeys como Vampire Weekend estarían en riesgo ante un grupo tan bueno.

Phosphorescent

Muchacho

Dead Ocean

La música bien puede servir como método de sanación existencial pero hay que dar un salto hacia la inspiración para que devenga también en fino arte y no se quede en expiación sentimental. Matt Houck lo ha hecho en su sexto álbum compuesto durante un auto-exilio en Tulum. Luego volvió a Brooklyn para sazonar su folk rock de cepa dylaniana y consolidar su homenaje a la perdida y la reconciliación. Algo tiene de mantra hippie, pero no le resta encanto. “Song for zula” es una de las bellezas del año.

 

Bill Callahan

Dream River

Drag City

El norteamericano de vox profunda y larga carrera dentro del folk rock (incluyendo sus años firmando como Smog) goza de un reconocimiento total y  como figura de culto –especialmente en Europa-. En esta ocasión robustece sus canciones con una mayor instrumentación y arreglos un poquito más ambiciosos. Es un hombre taciturno y sabio que vierte lo que aprehende yaprende del mundo en sus historias musicalizadas. Ha perdido un poco de tristeza, pero jamás las letras profundas y el estilo misterioso.

 

Matías Aguayo

The visitor

Cómeme

Este chileno, radicado en Alemania, ha hecho lo que muy pocos a la hora de tratar de congraciar música popular con electrónica avanzada. En este disco usa de una manera peculiar la voz, a la mitad del rapeo y el canto, además de recurrir a un carnaval rítmico lleno de sabrosura. Rompe los cánones y las convenciones de los géneros para abrir una brecha hacia una expresión desparpajada que conduzca hacia una lúcida forma de baile y hedonismo.

Toy

Join the dots

Heavenly Recordings

Hay que tener habilidad para traer de vuelta al dark, recurrir a los ritmos motorik y que no terminen diciendo que te pareces a The horrors. El segundo disco de estos británicos apuntala todo lo bueno mostrado en su debut. Saben menear la balanza que tiene a melodía y ruido en cada extremo. Con el tiempo aprendieron a componer canciones sólidas aun con su halo lúgubre. A ellos no les benefició que apareciera el álbum casi al final del año. Poseen además un directo devastador. Se les abre un panorama inmenso.

 

Volcano Choir

Repave

Jagjaguwar

Durante mucho tiempo hemos estado fascinado con el enorme talento de Justin Vernon mostrado en Bon Iver. He aquí su proyecto alterno, que ahora lo ocupa de tiempo completo, y en el que se reúne con miembros de Collections of Colonies of Bees, All Tiny Creatures y Death Blues. En este álbum ya no hay básicamente folk sino un vistazo a los sonidos de los setenta y hasta al rock progresivo. Hacen una música que ensancha el alma y posee propiedades volátiles. Hay geniales variaciones de intensidad y crescendos a lo largo del disco. Sus temas nos hacen reconocer la grandeza de la música.

Majical Cloudz

Impersonator

Matador Records

Cada año debe tener uno de esos discos tristísimos, y bueno James Blake y Scott Matthew nos dieron un buen par de estos, pero el que nos ocupa no se queda atrás en belleza y emoción. Desde una electrónica minimalista, nos llega un dueto nativo de Montreal –muy cercano a Grimes-. Sus canciones son muy narrativas pero también llenas de atmósferas conmovedoras. De ellos se ha dicho que cuentan con: “un discurso muy afligido, introvertido y vulnerable”. Lo cual es totalmente cierto. Con su música se goza mucho la sufridera.

 

Mark Kozelek & Jimmy Lavalle

Perils from the sea

Caldo Verde

Se suele valorar en sobremedida a los grandes temas –amor y muerte-, las situaciones extremas –sexo, drogas y rock and roll- pero quien dice que de la cotidianidad aparentemente más sencilla no puedan surgir espléndidas narraciones que calen hasta la médula. Eso lo sabe Mark Kozelek (Sun Kil Moon, Red House Painters) y puso su talento al servicio de Jimmy Lavalle (The Album Leaf). Juntos han dado con una indietrónica preciosista elaborada con muy pocos instrumentos. Nos emocionan mucho con pocos elementos.

Jon Hopkins

Immunity

Domino

Colaborador de Brian Eno y King Creosote, ente otros, firmó también el score de la película de ciencia-ficción Monsters (2010) y desde el 2001 viene madurando su relación con la música -pasó brevemente por el folk pop-. Es un disco con un comienzo trepidante y está dedicado a la noche como tema central, por lo mismo recorre sus estados de ánimo –de la euforia festiva pasando por el misterio y el delirio hasta llegar al reposo y al sueño. Va desde un crepitar ruidoso al remanso de un minimal acolchonado. Oxígeno puro para la actual electrónica.

 

Federico Aubele

5

13 Records-Ingrooves-Fontana

Este colaborador del Bajofondo no se ha quedado en el tango electrónico, aunque no por ello va a negar el acento porteño. A  fin de cuentas podíamos decir que ha llegado a ofertar un pop electrónico sudamericano –tanguero, nocturnal– que se ha potenciado con la presencia de vocalistas invitadas. Son piezas down tempo que acarician y que en un par de ocasiones se atreven incluso a tener letras en inglés. Debería ser escuchado con mayor atención y esta es la obra que ratifica los merecimientos. Exquisitez pura.


Autores
De los años sesenta tomó la inconformidad recalcitrante; de los ochenta una pasión crónica por la música; de los noventa la pasión literaria. Durante la década de los dosmil buscó la manera de hacer eclosionar todas sus filias. Explorando la poesía ha publicado: Loop traicionero (2008), Suave como el peligro (2010) y Combustión espontánea (2011). Rutas para entrar y salir del Nirvana (2012) es su primera novela. Es colaborador de las revistas Marvin, La mosca, Variopinto e Indie-rocks y los diarios Milenio Hidalgo y Reforma, entre otras publicaciones.