Tierra Adentro
Contar las noches

Titulo: Contar las noches

Autor: Vicente Alfonso

Editorial: UACM

Lugar y Año: México, 2013

Los cuentos de Contar las noches nos proponen un reencuentro con el género en su estado más puro: el acto de narrar como una necesidad humana, algo con lo que se puede ganar el derecho a la vida, tal como hiciera Scherezada para salvarse y salvar a las mujeres de su reino de la consigna del rey Shahriar, quien desposaba cada noche a una virgen para asesinarla a la mañana siguiente y evitar así que le fuera infiel.

La crueldad del relato árabe encuentra su réplica actual en la inmediatez y fugacidad de la información: el narrador que no consigue atrapar a los lectores corre el riesgo de morir a la mañana siguiente en el olvido mediático. Vicente Alfonso responde a este desafío con los mismos trucos que empleó Scherezada: la intriga, el giro, la sorpresa, la sutileza de lo dicho y lo no dicho, lo que se deja a la imaginación, recursos tan antiguos como efectivos para mantener cautivo al lector desde la primera hasta la última página.

La temática del doble, predominante en la obra de Vicente Alfonso, es el hilo conductor que engarza, a veces de forma invisible, esta colección de quince cuentos donde los juegos de duplicidad son ensayados en todas sus formas: matar al doble, hallar al doble, encontrarse en el doble, replicarlo, oponerse, reflejarlo, son variaciones que proponen nuevas perspectivas de la vieja historia del encuentro con el otro. Mientras que en “Ojos borrados”, “Enroque” o “Trago amargo” nos encontramos con la figura franca del gemelo, en “Latitud 32” la presencia del doble adquiere una dimensión borgiana, entre lo imposible y lo fantástico, muy diferentes ambas de la presencia implícita y sorprendente del alter que encontramos en “Epidemia” donde el giro escheriano conecta el final de la historia con su inicio en un bucle ad infinitum.

El hallazgo narrativo de estos cuentos radica, no obstante, en la forma; en el balance entre estructura narrativa, lenguaje, anécdota y caracterización: el engranaje interno que activa el corazón de cada una de estas historias y que marca el ritmo acompasado que va precipitando paulatinamente la lectura hacia el giro sorprendente, hacia un final siempre imprevisible.

Los cuentos de Contar las noches nos enganchan con el truco de la primera dosis. Las oraciones de apertura parecen decirlo todo o casi todo, y es en el casi donde el lector busca y rebusca hasta quedar cautivo: los hilos de la historia se entretejen con atmósferas locales, cercanas (el metro, una cantina cualquiera, un campo de futbol); luego se suma la caracterización precisa de personajes como Corina, que gana siempre en los juegos de azar o el hombre que lleva el lápiz en la oreja y que busca a su amada dibujando carteles para pegarlos en la pizarra de la estación, y cuando menos pensamos ya estamos en sus zapatos, sintiendo lo que ellos sienten: el desasosiego, el odio, el temor ante el otro, nuestro igual. Sin embargo, más importante que las historias, son los matices que sugieren y que el lector reconstruye. Son estos matices lo que provoca el giro inesperado de la trama, lo que hace que suceda lo inimaginable.

Los finales tipo knock-out tienen la virtud de reconstruir la historia que habíamos armado en nuestra mente. Al leer la última línea, la estructura ya de por sí compleja que veníamos construyendo con todas nuestras presuposiciones de repente da un vuelco y las piezas se reacomodan, como si se tratara de un modelo para armar que hubiéramos ensamblado siguiendo las instrucciones, y que se nos saliera de las manos, cobrara vida propia y se reconstruyera a sí mismo en algo nuevo, distinto y sorprendente.

Contar las noches abreva, pues, de los maestros de la lectura retroactiva. En sus páginas están presentes las voces de Rulfo, Yáñez y Arreola, la tradición latinoamericana de Borges, Cortázar y Bioy Casares. La visión fragmentaria de Macedonio Fernández. El Fuentes de La muerte de Artemio Cruz. La asimilación y apropiación de dichas influencias se manifiesta en una voz propia, claramente identificable: una voz ligera, de tonos neutros en los que destaca de vez en cuando algún adjetivo brillante, una sintaxis poco rebuscada que se entreteje con la oralidad sin caer en lo coloquial, sin descuidar jamás el artificio literario que subyace en lo profundo y que raras veces se hace notar.

Muy lejos de las tendencias comerciales de la literatura norteña, la prosa del narrador torreonense no “retrata” la voz de provincia, ni se regodea en la violencia para despertar el morbo del lector. La presencia sutil de los elementos de identidad aparecen de forma velada, al igual que los hechos de sangre, la intención estética antepone el tamiz del rigor literario para dar con el arduo equilibrio entre retórica y oralidad.

Aunque la sobriedad de la portada pudiera parecer poco atractiva, al adentrarnos en las páginas de Contar las noches encontraremos el tipo de cuentos que hacen honor al género y que tanto echan de menos las mesas de novedades.


Autores
La redacción de Tierra Adentro trabaja para estimular, apoyar y difundir la obra de los escritores y artistas jóvenes de México.
nació en Guadalajara, Jalisco en 1980. Estudió la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara y asistió al Curso de Formación de Editores de la Universidad Complutense de Madrid. Estudió la maestría en Letras Modernas Portuguesas en la UNAM. Ha trabajado como editora y como copywriter para medios electrónicos. Es autora de la novela Puertas demasiado pequeñas, la cual escribió como becaria del FONCA en 2010 y obtuvo el Premio Latinoamericano Sergio Galindo de la Universidad Veracruzana en 2013. Actualmente vive en la ciudad de México.