Los casos de Letras Libres y “El Ángel”
En uno de los primeros post de este blog hablé de la crisis que, a mi modo de ver, viven las publicaciones culturales que se editan hoy en México. Dos de ellas eran Letras Libres y “El Ángel”, suplemento cultural del Reforma, las cuales han dado de qué hablar en las recientes semanas. Veamos. En una escueta pero sustanciosa carta dirigida a Enrique Krauze, director de Letras Libres, el escritor Rafael Lemus renunció al espacio que ocupaba en el consejo editorial de esa revista mensual. Hace algunos años, Lemus fue uno de los críticos más aguerridos de esa publicación, sus reseñas causaban polémica y eran comentadas en las sobremesas de ciertos círculos literarios. Hoy reconoce que se inclina más a la izquierda y ya no concuerda con las ideas y las acciones de la revista y los otros miembros del consejo editorial. Dice Lemus en su carta: “Ocupada en censurar toda práctica de izquierda, la revista desatiende sistemáticamente asuntos que me parecen cruciales: la desigualdad, la exclusión, la precariedad económica”.
También dice Lemus que la revista está “consagrada a defender un liberalismo que terminó por volverse hegemónico, apenas si hace la crítica de nuestro presente, de las sociedades capitalista y democracias liberales en que vivimos”. Es así como Letras Libres ha dedicado varias portadas ofensivas a figuras de la izquierda como Fidel Castro, Hugo Chávez o López Obrador, pero ninguna para criticar los abusos de George Bush y sus aliados como Nicolás Sarkozy, Aznar, o ahora Mariano Rajoy, y Angela Merkel (si se quiere, igual de siniestros que los otros). Y a un crítico de Bush, Gore Vidal, cuando falleció le dedicaron un texto en verdad insultante que se centraba más en su arrebatada personalidad que en su obra literaria.
Además, Lemus denuncia que el “humanismo liberal” de Letras Libres ignora “la ‘teoría’, la academia, los estudios culturales, el arte contemporáneo, las vanguardias, los estridentistas, Papasquiaro… y lo que se acumule esta semana”. Desde el editorial de su primer número, Krauze hizo saber que la libertad, representada desde el nombre de su revista, sería una de sus premisas. En ese tono y con respecto a “los estudios culturales”, hay que decir que, salvo una notita muy menor de Braulio Peralta a partir de la aprobación de los matrimonios gays en el DF, en los quince años que lleva de publicarse, Letras Libres no ha dedicado algo digno de mención sobre la diversidad sexual y las libertades de las minorías sexuales. Alguna vez propuse a Letras Libres la traducción de un ensayo que David Leavitt publicó en The New York Times pues es la única publicación en México que tiene acuerdo con el periódico neoyorquino para publicar en español sus textos; en ese ensayo Leavitt hablaba de la literatura gay de una forma crítica así que pensé que podría tener cabida, sin embargo, poco después se me informó que el tema no había gustado en la redacción.
Desde hace un par de números, en cambio, publica en la sección de arte una persona tan ignorante como Avelina Lésper, esposa del ilustrador Eko de la Garza, a su vez, hijastro de una de las plumas más emblemáticas de esa publicación, Gabriel Zaid.
En otra ocasión, pusieron de golpeador a González de Alba para lanzarse contra Monsiváis y después Eduardo Huchín escribió una mala reseña contra una novela de Álvaro Enrigue, quien se quejó en su columna de El universal de que lo golpearan en “su casa”. O, recientemente, llamó mi atención que Krauze le dedicara algunos elogios en El país a Elena Poniatowska por el Premio Cervantes (“La princesa y el pueblo”, 20 de noviembre de 2013), pero ha usado su revista para menospreciarla o, de plano, ignorarla por completo.
Hace un par de semanas, desapareció el suplemento cultural del periódico Reforma, “El Ángel”. Se convirtió en una revista de todo y nada: deportes, autos, un reportaje sobre una diputada cuasi teibolera y, perdido entre sus páginas, un texto de Domínguez Michael sobre el poeta francés Yves Bonnefoy, recientemente galardonado con el Premio FIL de Literatura. Por simple congruencia, él y Sergio González Rodríguez deberían renunciar a ese periódico como ahora lo ha hecho Lemus a Letras Libres.