Tierra Adentro
Boda de Víctor Sandoval
María de los Ángeles, Gelos, y Víctor Sandoval el día de su boda en 1956.

Boda de Víctor Sandoval

María de los Ángeles, Gelos, y Víctor Sandoval el día de su boda en 1956.

Quiero resaltar un par de colaboraciones que tuve con Víctor Sandoval, a quien conocí en 1960 cuando él era secretario del gobernador de Aguascalientes, y la ciudad, en aquellos años, todavía era bastante mojigata. La primera: el gobernador había decidido que se mejorara el edificio del palacio de gobierno, y a Sandoval se le ocurrió llamar a Osvaldo Barra, un pintor chileno, el último ayudante de Diego Rivera. Sandoval lo invitó para que pintara los murales de las paredes del patio cerrado del palacio. Barra decidió comenzar en el muro del fondo, y como ya existía la Feria de San Marcos, decidió representarla. La feria es un carnaval donde la gente se olvida de su mojigatería y da rienda suelta a sus instintos y deseos de diversión. Osvaldo Barra representó una especie de balcón donde estaban todos los artistas e intelectuales que habían nacido en Aguascalientes: Gabriel Fernández Ledezma y el propio Víctor Sandoval, todos ubicados en el balcón, sólo que justo al centro estaba el fiel retrato de la madama más conocida de Aguascalientes. Entonces, la gente mojigata comenzó a hacer marchas para que se borrara el mural. ¿Qué hizo Víctor? Yo ya tenía prestigio como gente de crítica y hacía comentarios de arte en los periódicos y, con frecuencia, colaboraba en el programa de la cultura de Excélsior. No nos conocíamos. Víctor me llamó por teléfono y me dijo: “véngase”. Fui a Aguascalientes en el vochito que era de Osvaldo Barra (quien por cierto manejaba muy mal, de milagro llegamos vivos). Observé el mural, lo vi muy bien pintado, regresé y le dediqué una página completa en “Diorama de la Cultura”, que en ese entonces salía en un formato grande en el periódico, y se acabó la protesta. La gente más reaccionaria de Aguascalientes, me insultó en sus periodiquitos de a centavo. Me echaron todos los agravios del mundo pero el mural se quedó. Y no sólo se quedó, sino que Osvaldo Barra siguió pintando. Pero esta parte central del mural, que aún se conserva, se quedó.

La segunda: estaba el concurso para escuelas de artes plásticas que había propiciado Víctor en Aguascalientes. Cualquier escuela tenía derecho a participar en este certamen. Los estadounidenses ex veteranos que tenían escuelitas de arte en algunas ciudades y llegaban a participar, también tenían derecho; eran escuelitas, pero sus estudiantes eran personas de edad mayor, ¡gente que había vivido guerras! Eso era hasta cierto punto malo porque estaban los muchachos y muchachas de las escuelas auténticamente de arte, batallando contra esas otras que eran para entretener a veteranos. Un día me llama Víctor y me dice: “Raquel, esto está mal, ¿qué hacemos?” Le contesté: “muy fácil: hay que poner un límite de edad, ponemos como margen treinta años y le cambiamos el nombre, hacemos las Bienales de Arte Joven”. A Víctor le entusiasmó el nombre. Lo oficializó, y de ahí en adelante se resolvió la dinámica. La Bienal se fue para arriba y agarró el prestigio que tuvo durante muchos años.

Víctor Sandoval tenía una enorme virtud: siempre se mantuvo como vigilante de las disciplinas artísticas; nunca miraba las cosas de lejos, y cuando nos reuníamos, cuando íbamos los jurados Víctor se unía a desayunar con nosotros para captar lo que estaba ocurriendo en ese momento. La bienal se fue para arriba y empezó a salir gente joven realmente sorprendente. Muchos que llegaron a ser figuras nacionales emergieron de ahí.


Autores
es una crítica e historiadora de arte, que ha publicado más de una treintena de libros. Destacan los volúmenes: Los murales de Diego Rivera (2001) y José Clemente Orozco, una vida para el arte (1984).

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