Tierra Adentro

Titulo: Liquidaciones

Autor: Eduardo Sabugal

Editorial: Fondo Editorial Tierra Adentro

Lugar y Año: México, 2012

Líquidaciones de Eduardo Sabugal se presenta el 24 de octubre en Córdoba, Veracruz.

Para leer Liquidaciones, mucho tuvo que ver ese señor oscuro que siempre nos queda a deber, y que conocemos algunos llaman destino.

Primero porque tuve que esperar para hacerme del libro. Después de todo, según el propio Sabugal, nuestro tiempo está compuesto de puras esperas. Un collar de esperas.

Esperar fue la decisión correcta, aunque parezca lo contrario, porque justo al día siguiente, cuando viajaba en el camión rumbo al trabajo (uno de los peores lugares para leer, pero no hay de otra) fui asaltado por segunda ocasión en dos meses.

Cuando vi al Negro (así le decía su compinche) por segunda vez luego de que en nuestro primer encuentro me quitara mi ipod, pensé: “en la madre, nomás falta que quiten el libro”. Pero alguno de los dioses de la literatura estaba de mi lado, porque a pesar de que el pinche Negro hijuesiete me basculeó y se llevó mi celular, cuando miró el libro blanco en mi mano, dijo:

—¿Y eso qué es?

—Pos un libro. Contesté.

Hizo cara de asco (una cara de asco que yo celebro) y se fue sólo con mi dinero y teléfono celular, el cual, a pesar de ser primo hermano de los tamagochis, me era muy útil porque en ese aparato le tocaba Bent Fabric a mi hijo para hacerlo reír. Sí, yo tampoco sabía quién era Bent Fabric, pero todo el mundo conoce sus canciones porque suenan y resuenan en los carritos que venden helados. Me gustan los helados. Sobre todo los de chocolate con ron.

Total que comencé Liquidaciones y creo que ese señor oscuro, prieto como el pinche Negro hijuesiete, hizo bien en traerme a esta cita. Porque estamos ante un libro poco común, que también exige lectores poco comunes.

Y cuando digo lectores poco comunes, me refiero a que si ustedes están acostumbrados a las historias precocidas, de esas que se meten al microondas y que se leen mientras se ve la tele o se habla por teléfono; si creen que invertir tiempo en historias de zombis o vampiros es tiempo bien invertido; si buscan autores que los hagan “reír y llorar” en un sólo libro; si están convencidos que la literatura los hará más inteligentes; entonces no están a la altura de Liquidaciones.

Sabugal pondrá a prueba su paciencia, su disposición al placer y su capacidad lectora.

Su paciencia porque los cuentos aquí reunidos no llevan prisa por contar. No se desbocan para deslumbrarnos. No. Eduardo cree en la persistencia del detalle. En lo infinito que puede convertirse un instante. En la importancia de narrar sin ver el reloj. Liquidaciones es un libro sosegado en esta época en que todo se hace contra el tiempo. Y sin embargo, jamás pierde el control, sigue a pie juntillas el consejo de Alex de la Iglesia en Perdita Durango: “en este mundo debes tener el control. Es lo que nos distingue de los animales”. Cada relato avanza pausadamente, pero sin abrumarnos.

Su disposición al placer empezará a cabrearse desde que nos damos cuenta que el libro se llama Liquidaciones y que las cinco historias que lo componen, tienen nombre de líquidos ingeribles que están relacionados con el placer: vino, pulque, té, café, leche y whisky. Sabugal crea imágenes lo mismo sórdidas, que fantásticas. A ratos entrañables y en otras, increíbles. Azuza las alas del pensamiento con sólo dos o tres palabras, con una prosa rica en metáforas y oficio narrativo. Borges dijo que la literatura es una forma de felicidad. Pero si no son capaces de estremecerse con Liquidaciones, entonces salgan corriendo al terapeuta, al centro comercial, a la cantina, o cualquier sitio que les prodigue cierto placer. Verifiquen que sus conectores internos trabajan al 100. Nadie puede andar por la calle con esa maquinaria averiada. Debería ser delito grave.

Su capacidad lectora se verá desafiada porque los cuentos aquí reunidos no son convencionales. Sabugal se olvida de esquemas de moda, de elementos indispensables y en ocasiones, prescinde de personajes simpáticos. Hasta pareciera que Sabugal sigue el consejo de Lars von Trier, en Melancolía: “jamás digas lo que sientes”. En Liquidaciones, las emociones no son explícitas. Hay que ir por ellas. Arrancarlas con nuestras uñas de las paredes donde Sabugal ha levantado un calabozo. Situarnos frente a estos retablos narrativos llenos de vida, de emociones, de aliento. No hay pirotecnia, lo cual se agradece. A cambio, Sabugal se exhibe como un escritor detallista. Ha pulido cada recoveco con la paciencia de un orfebre. No hay verbos huérfanos, adjetivos bastardos, ni anécdotas triviales.

A los 20 años, Franz Kafka, escribió: “Si el libro que leemos no nos despierta como un puño que nos golpeara en el cráneo, ¿para qué lo leemos? ¿Para que nos haga felices? ¡Dios mío!, también seríamos felices si no tuviéramos libros, y podríamos, si fuera necesario, escribir nosotros mismos los libros que nos hagan felices. Pero lo que debemos tener son esos libros que se precipitan sobre nosotros como la mala suerte y que nos perturban profundamente, como la muerte de alguien a quien amamos más que a nosotros mismos, como el suicidio. Un libro debe ser como un pico de hielo que rompa el mar congelado que tenemos dentro”

Sabugal, orgulloso embajador de la hermana república de los chiles en nogada, consigue la premisa kafkiana. Su pico narrativo rompe el muro en el que hemos encerrado nuestras vidas. Ese muro construido de neuras.

Liquidaciones confirma a Sabugal como un escritor poco común, que no se cuelga de modas editoriales para buscar reflectores. Y eso, en estos tiempos de vampiros y narcos, es poco común. Y lo poco común es lo más valioso. Por suerte, eso no lo supo el pinche Negro hujuesiete.


Autores
Ciudad Victoria, Tamaulipas. Feo, fuerte y formal. Ha publicado Dos Caminos (UNAM, 2010), Flor de Capomo (Tierra Adentro, 2011) y Noches de yerba (Tarántula Dormida, 2011).