Las variaciones Elizondo
1. Con Sabú derrocado, la fotografía se convirtió en un castigo. En cuanto tuvo el poder en las manos, Mao comenzó a gobernar como un nuevo Dios. Éste ordenó que le arrancaran los ojos al fotógrafo de Sabú y, sólo entonces, le permitió fotografiar de nuevo: ciego, a tientas.
2. Pero: ¿Hay algo más tenaz que la memoria?
3. En Farabeuf, Salvador Elizondo utiliza una vieja fotografía. Ésta, en blanco y negro, evoca la ejecución de un prisionero chino, durante los primeros años del siglo XX.
4. Una noche Mao reunió a sus predecesores, hasta entonces encarcelados. Frente a ellos estaba el fotógrafo. Éste, sin más guía que la intuición, disparó el gatillo. Todo lo que quedara fuera del encuadre —un pie, un brazo, una mano— sería cortado. Todo.
Quizá por eso aseguran que los habitantes de Dijan, como los habitantes de otros sitios, temen a las fotografías.
5. El testimonio de su sangre.
6. En las ciencias sociales, el encuadre, o frame en inglés, es un esquema de interpretación. Geometría pura. Un marco, cuyas líneas fueron cuidadosamente dibujadas.
7. Como en toda imagen, siempre existe una porción de sombra. En la fotografía que utiliza Elizondo se observa al prisionero, de apariencia oceánica, rodeado por sus verdugos. Fuera del encuadre, en el piso probablemente, se encuentra una jaula con palomas. Llegado el momento, las soltarían para espantar a los buitres y, de esa forma, resguardar la carroña para el espectáculo del fotógrafo y los curiosos.
8. El fotógrafo como verdugo.
9. En su libro, en el libro de Elizondo, todo está mutilado: la superficie infinita del espejo, un nombre escrito sobre el agua, la gravedad con que se desangra el cuerpo, un cuerpo cualquiera como una calle; el olvido.
10. El prisionero nos retrata con sus pupilas.
11. El suplicio —como la fotografía— es una forma de escritura. Una intervención general a los cuerpos. Después de todo, con la fotografía se mata dos veces. Bien dice Isaki Lacuesta que todo primer plano es una decapitación.
12. En una de las páginas de Modos de ver, John Berger asegura que la naturaleza recíproca de la visión es más fundamental que la del diálogo hablado. Si vemos esa colina, podríamos ser vistos desde ella.
13. Hipótesis inquietante: el supliciado eres tú. Soy yo. Somos todos. Hemos confundido una tarjeta postal con un espejo.
• El nombre de este texto, como la historia de Sabú, proviene de Las variaciones Marker de Isaki Lacuesta. En cursivas, por otro lado, se encuentran textos de Farabeuf, de Salvador Elizondo, y de Modos de ver, del viejo ensayista John Berger.