Tierra Adentro

Desde hace algunos años, un grupo de mujeres se reúne todas las semanas para bordar sus historias de migración y esperanza en el pequeño poblado de Tanivet, Oaxaca. No sabían bordar, aprendieron en la marcha esta forma ancestral de narrar su entorno. Tanivet se encuentra en el municipio de Tlacolula de Matamoros, a unos cuarenta minutos de la capital. Las continuas olas de migración hacia Estados Unidos durante las últimas décadas han mermado su población, sobre todo la masculina: hijos, primos, esposos, tíos, casi todos se han ido al otro lado. El pueblo es una versión retorcida de Comala, aquel sitio repleto de fantasmas. Sólo las mujeres permanecen en los senderos de Tanivet, aunque trabajando pobremente la tierra, esperando el regreso de sus familiares.

El fin de semana pasado, la galería Durón del SPARC (Social and Public Art Resource Center) abrió sus puertas para recibir los trabajos de las bordadoras de Tanivet. SPARC es una organización fundada en 1976 por Judith F. Baca en una antigua estación de policía de Venice, California. Judith es también conocida por haber diseñado el mural más largo del mundo en San Fernando, California, donde retrató temáticas fronterizas y chicanas. Nuevo Códice: Oaxaca-Migración y memoria cultural fue curado por Marietta Bernstorff, artista visual y curadora que ha llevado las reflexiones en torno al arte contemporáneo hacia el límite de sus posibilidades. En 2007 fundó MAMAZ (Mujeres Artistas y el Maíz) junto a otro grupo de mujeres de Tanivet, para bordar su relación con el maíz después de la llegada de MONSANTO y sus devastadoras repercusiones.

En Nuevo Códice, Marietta cuestiona los alcances inmediatos del discurso político en las artes visuales. Si decimos que el arte actual es siempre político porque destruye en mayor o menor medida el establishment, ¿qué sucede si organizamos una exhibición para otorgarle la visa norteamericana a una mujer que no ha visto a su hijo en diez años?

Marietta Bernstorff ha trabajado con las bordadoras de Tanivet por más de seis años, este proyecto ha llevado bastante tiempo, se ha gestado poco a poco hasta devenir en relaciones de amistad y cariño. Además de exhibir los bordados de estas mujeres: recuadros de tela donde los personajes cruzan la frontera, se adentran en el desierto, se suben apresurados a la Bestia para llegar a su destino, conseguir trabajo y formar una nueva familia, Marietta pidió la colaboración de otros artistas oaxaqueños para representar sus propias experiencias de migración. Jannis Huerta colocó hileras de calcetines bordados con hilo rojo: huellas de sangre de los migrantes en su complicado camino hacia la frontera; Enrique Gijón exhibió un grabado sobre tela, su autorretrato migrante sobre una variación metafórica de la bandera gringa; Julio Barrita retrató a pobladores de Tanivet acompañados de proyecciones de sus familiares en la casa donde habitaron, uniéndolos por un momento al fotografiar su ausencia; «La Piztola» hizo un esténcil monumental sobre el edificio del SPARC y otro más al interior de la galería; Irving Herrera realizó un par de grabados que emulaban estampas de este periodo todavía no contado en la historia oficial de México; Ana Laura Hernández bordó un camino de flores tradicionales del Istmo de Tehuantepec en el mapa de la República, simbolizando unión cultural, estrechez a pesar de la distancia.

Rosaura no ha visto a su hijo en diez años, se fue cuando apenas tenía trece años. El sueño americano se le metió en la cabeza y como si hubiese sido contagiado por una fiebre terrible envolvió algunas cosas y cruzó la frontera sin papeles. No conoce las dificultades que pasó en el camino, quizás le fue bien y tuvo suerte a la primera, quizás lo intentó varias veces por diferentes puntos del mapa hasta que llegó al otro lado y comenzó a trabajar en donde fuera para ahorrar unos cuantos dólares que enviaría de vuelta a casa. Rosaura lo esperaba, como muchas otras mujeres de Tanivet, sin quejarse de aquella pérdida, haciéndose vieja. Comenzó a bordar y fue entonces que conoció a Marietta, se propusieron trabajar juntas y llevar a cabo la exhibición para que Rosaura entrara a este país de una manera muy distinta a la de su hijo. La obtención de la visa en calidad de artista visual, es decir, como invitada, es una declaración política, una vuelta de tuerca.

La gente se imagina que en los Estados Unidos el sueño americano se cumple. En realidad, ni siquiera quienes nacieron aquí pueden dar plena constancia de promesas cumplidas, hasta para ellos el american way of life es tan sólo un espejismo, y más importante aún, ya ni siquiera lo buscan. Sin importar cómo se haya llegado a ese país, ya sea empujado por la pobreza y el paulatino deterioro del campo mexicano, para buscar un mejor empleo, arrastrado por el amor o por simple convencimiento, de ese lado no se deja de ser extranjero. Desde hace algunos años, la ficción del desarrollo y del primer mundo se hanesfumado, millones de personas han perdido sus casas o no encuentran empleo; después de haber arriesgado la vida, los migrantes tienen que regresar a México más abatidos que nunca, sin nada a cambio, enfermos o con amputaciones en su recorrido a bordo de la Bestia.

En Tanivet las mujeres bordan lo que su imaginación les dicta, la vida que se imaginan llevan sus hijos y de la que no forman parte. Quienes regresan después de décadas al desvencijado pueblo ya no saben qué hacer con su tiempo, el paisaje que conocían ha cambiado y se ha vuelto irreconocible, los amigos se han ido y no quedan más que recuerdos de otra vida donde, a pesar de las dificultades y carencias, también fueron felices. Nuevo Códice: Oaxaca-Migración y memoria cultural muestra aquellas miradas sobre la ausencia, retratos de quienes han partido alados por el sueño de un futuro mejor, sobre todo de quienes se quedan y lo que les resta después de tantas partidas: unas manos para bordar sus historias y hacer algo con el tiempo de espera, espejismos bordados de luz.