Laco, el actor
A mis catorce años mis padres me compraron una cámara Súper VHS, marca JVC. Mi intención era estudiar cine y empecé a ver las cintas que había en casa. Así di con el cortometraje Don Chico que vuela, dirigido por Jaime Ruiz Ibáñez y basado en un cuento de Eraclio Zepeda.
En 2008 inicié mi proyecto de tesis universitaria. Ahí descubriría a un Chiapas cinematográfico y a decenas de artistas chiapanecos que figuraron en el cine nacional a mediados del siglo XX, entre ellos a Carlos Castañón (Al son de la Marimba, 1940), Esperanza Issa (La dama de las camelias, 1947), Amanda del Llano (que compartió créditos con grandes actores de la época como Pedro Infante en películas como Nosotros los pobres y Pepe el toro), Aída Araceli (que haría el primer desnudo en el cine mexicano con Juventud desenfrenada, 1956), Francisco Córdova Ramírez (Butch Cassidy, 1970, y La ira de Dios, 1972) y, por supuesto, a Eraclio Zepeda en producciones como Reed, México insurgente de Paul Leduc, Campanas Rojas de Serguei Bondarchuk, Mañana de cobre de Miguel Mora, El Norte de Gregory Nava y De tripas corazón de Antonio Urrutia.
Por la amistad que hizo con Paul Leduc y su esposa, la productora Bertha Navarro, actuó en Reed, México insurgente. En la cinta también participan el actor chiapaneco Carlos Castañón y Ernesto Gómez Cruz. Con Ernesto, años más tarde filmaría El Norte (nominada al Oscar por mejor guión original en 1985), con una pequeña participación como actor (que él mismo se crearía al traducir el guión) y como localizador de escenarios. Su amiga Bertha Navarro le propuso la tarea de buscar un escenario fílmico parecido a Guatemala. Pensó en Huixtán y honda fue su sorpresa cuando vio que el pueblo entero parecía haber nacido para el cine.
En la cinta de Leduc, después de interpretar a varios personajes el mismo día de rodaje, le pidió a Paul ser Pancho Villa, pero con la condición de improvisar sus diálogos. Leduc aceptó el trato aquella madrugada y el cine ganaría una de las mejores interpretaciones del general revolucionario para su historia. En El libro de los abrazos (Siglo XXI, 1988), Eduardo Galeano relata que, una noche, un grupo de mujeres se reunieron afuera de la casa donde dormía el maestro Eraclio para solicitarle a Villa abogar por sus presos. Al día siguiente, don Laco acudió a la cárcel vestido de Pancho Villa y dio la orden de liberarlos. La gente pregonaba que gracias al general se había hecho justicia. Aunque no llegó a ser de las cinco finalistas, la cinta fue nominada por México para contender por el premio Oscar a la mejor película extranjera en 1973. A pesar de que siempre tuve la intención de acercarme a don Laco y platicar acerca de su experiencia en el cine, nunca me atreví. Lo conocí porque mi madre era amiga suya y de su esposa, la poeta Elva Macías.
Hace no mucho le pregunté a mi esposa si sabía que el maestro Eraclio había actuado con Gael García. No sé por qué no se lo había dicho: en 2008 me acerqué a un cortometraje colgado en YouTube, De tripas corazón, la ópera prima de Antonio Urrutia, en la que incluía en su reparto a Regina Orozco, Elpidia Carrillo, Martín Altomaro y el debut en cine de un adolescente Gael García Bernal. Bertha Navarro, la dama del cine mexicano, invitó una vez más a participar a su amigo Laco.
De tripas corazón se realizó en 1996 y también estuvo nominado al Oscar en la categoría de mejor Cortometraje, además fue galardonado en diferentes festivales. La historia se desarrolla en Concepción de Buenos Aires, Jalisco, donde una cuadrilla de adolescentes se jacta de sus supuestas experiencias sexuales. El tímido Martín (Gael García) sueña con la Meifer (Elpidia Carrillo), la más bella de las chicas del prostíbulo local. Altomaro es el antagonista y su padre (Eraclio Zepeda) es un carnicero enérgico pero noble que dispone de sus recursos con el cuchillo para educar a su rebelde hijo adolescente. El cortometraje fue el tercer proyecto cinematográfico vinculado a los Premios de la Academia en el que participaba Eraclio Zepeda.
En la Escuela Primaria Federal «Tipo» Camilo Pintado, el niño Eraclio recibió sus primeros cursos como actor con el maestro Manuel Martínez. Y, como periodista, dirigió el periódico Alma infantil, por lo que entrevistó a la actriz Amanda del Llano (quizá todo esto llevaría al maestro Laco a escribir el cuento «De la marimba al son»). El cine es un arte joven a diferencia de otras artes. En 1902, mi tatarabuelo Raúl Rincón y el señor Félix Santaella compraron un cinematógrafo. Así inició el cine en Chiapas y para el maestro Laco la época de oro es recordada por muchos como el tiempo en que se proyectaba cine mudo, pues acompañado de una marimba, el maestro Ventura desarrolló varias piezas melódicas predeterminadas como «Pieza para risa corta», «Pieza para lágrima tendida» y «Pieza para atrapar a los malos», entre otras.
En 2006, Rudy Laddaga dirigió el cortometraje El enfrascador de almas basado en un cuento inédito del maestro Eraclio. Tuve una mínima participación como actor y asistí en la producción. Por desgracia, la película sufrió averías y a la fecha permanece enlatada, como las almas que enfrascaba el enfrascador.
En mayo pasado, el maestro Eraclio asistió con su esposa al homenaje a Bertha Navarro en Guadalajara. La poeta Elva Macías le pidió a Bertha que se acordara de Laco en caso de tener un papel de algún viejito. Un deseo que sólo el maestro sabrá interpretar.
La última vez que vi a don Laco lo saludé muy contento y le presenté a Flor, mi esposa. Le chuleó una cruz de ámbar. «¡Cómo no le regalé la cruz!», me dijo Flor cuando se enteró de su muerte. «Mejor di que llevas en la cruz varios instantes de don Laco», le respondí, como queriendo con eso ganar un poco del tiempo que perdí tratando de conocer al maestro Laco, los tantos que fue, el poeta, el cuentista, el actor, el ser humano.