¿La trama o el personaje?
Una película ha de tener planteamiento,
nudo y desenlace,
pero no precisamente en ese orden.
Jean-Luc Godard
Existe una anécdota en el cine que relata la ocasión en que se le encargó a Faulkner hacer un guión en Hollywood, el escritor se paseó por los estudios durante semanas aguardando por la historia que iba a adaptar, hasta que, finalmente, un poco fastidiado, fue a buscar al productor y el productor, con toda la calma del mundo, le dijo algo así como: “Vamos, no se preocupe, si quiere, usted comience a escribir los diálogos, que ya le haremos llegar la trama”. Dicha anécdota —al menos hasta donde me la contaron— no dice cuál fue la reacción de Faulkner, ni si acabó realizando el guión o no, pero lo que sí ejemplifica es la manera en que algunos creadores preponderan los recursos dramatúrgicos al momento de crear.
De entre las discusiones más comunes en cuanto a materia dramática se refieren podemos encontrar las siguientes: ¿desde qué género escribes?, ¿cuál es el planteamiento aristotélico?, ¿cuál es tu premisa? Quizá el de la elección —o la preferencia— al momento de crear una obra o un guión, es el más polémico. Existen autores que aseguran que no pueden sentarse a escribir si no saben de pies a cabeza de qué va la historia —el narrador y dramaturgo Juan Tovar es un ejemplo— y otros más que confían ciegamente en que el personaje les definirá el rumbo. ¿Es esto realmente importante?
Considero que al inicio de una carrera como dramaturgo es necesario seguir una serie de pasos, como nos enseña el método científico, así de estricto el asunto. Esto con la finalidad de dominar las herramientas de las que haremos uso el resto de nuestra vida creativa, si la tenemos; pero después, cuando todas ellas se hayan interiorizando, ya no importará el medio sino el fin.
Lajos Egri, en su libro El arte de la escritura dramática, habla de dicha discusión bajo la consigna de que el público al que se dirige es amateur, un lector que tiene un primer acercamiento a la teoría dramática y, por tanto, es muy claro y simple en sus planteamientos.
Lajos Egri nos acerca de manera apropiada a la teoría dramática, se agradece, por ejemplo, que describa los argumentos de las obras que cita —obras importantes dentro del teatro— pues permite acceder a ellas si no se tiene conocimiento de las mismas; sin embargo, es cierto que para un lector más especializado esto podría resultar monótono e incluso chocante.
Respecto a la polémica entre trama y personaje, la conclusión es obvia: la trama no existe sin personaje y el personaje no existe sin trama, pero para Lajos Egri es evidente que el peso recae sobre éste, como lo refiere con el ejemplo de Edipo: “Si se olvida el argumento que habla de las creencias antiguas acerca del papel que juegan los dioses, y se lee la obra como está, se podrá confirmar la validez de nuestra afirmación: ‘el personaje hace la trama’”. No estoy tan segura.
Me parece que lo anterior depende de la historia que se quiera contar. Existen obras o incluso películas en donde la trama tiene más peso que los personajes, Irreversible (2002) del argentino Gaspar Noé es un ejemplo. Con esto no afirmo que los personajes, al menos de dicho filme, estén mal construidos; la relación entre ellos es compleja y el conflicto interno de la protagonista es lo suficientemente fuerte como para que con la escena final —en la que no hay diálogo alguno— el espectador quede conmovido. Este es sólo un ejemplo.
En ese sentido, creo que lo importante no es centrar la atención en la disyuntiva —inútil, por cierto— de elegir entre trama o personaje como punto de partida, sino en considerar qué es lo que más conviene, lo más funcional para la historia que en determinado momento se quiere contar.
Por tanto, es necesario también considerar otros aspectos como lo son el tono y el subtexto para obtener un resultado satisfactorio.
Como señala Joaquín-Armando Chacón en su ensayo “El guión: la historia cinematográfica en papel”: “Una historia, para ser bien contada, requiere el tono debido, el ritmo apropiado, las descripciones justas y los diálogos necesarios”.
Una vez que se tiene consciencia de esto y que —lo más importante— se dominan estos aspectos todo fluye de manera natural y en beneficio —en el mejor de los casos— del drama.