Tierra Adentro
Retrato de Karla Kaplun por Gustavo Castellanos
Retrato de Karla Kaplun por Gustavo Castellanos

Tornate all’antico e sarà un progresso

Giuseppe Verdi

La misión (2022), instalación de 15 cuadros y marcos de madera, 323 x 931 x 4.6 cm. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

La misión (2022), instalación de 15 cuadros y marcos de madera, 323 x 931 x 4.6 cm. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México | Los Angeles

En el epílogo del filme Il Decamerone de Pier Paolo Pasolini, el aprendiz de pintor de Giotto (interpretado por Pasolini mismo) se encuentra imposibilitado de realizar un tríptico que le ha sido encargado para decorar una iglesia. La encomienda se resuelve al concluir el filme, cuando el pintor, al despertar, tiene una visión. Tras contemplar el último panel vacío, el pintor se pregunta si, tal vez, no es más bella una obra cuando no se ha terminado. Vale la pena transcribir la pregunta del italiano, rebosante de poesía y sonoridad: perché realizzare un’opera d’arte quando e cosi bello soltanto sognarla? El filme cierra, pues, con una reflexión en torno al dilema de la creación artística: ¿es acaso más bella una obra cuando se sueña? Además de suponer un final abierto, la escena final instaura un espacio de representación configurado, ya no por la mano del pintor, sino por su mente. El cuadro que vislumbra el aprendiz de Giotto en la escena culminante es un tableau vivant religioso, un cuadro vivo rebosante de dramatismo, imposible de traducir en términos bidimensionales: niños angelicales, cuerpos desnudos pagando su condena en el averno, una virgen misteriosa interpretada por Silvana Mangano. La inaprensible composición de Pasolini/Giotto me parece el punto de partida ideal para desentrañar el sentido detrás de las imágenes de la pintora mexicana Karla Kaplun (Querétaro, 1993).

Lévantate y di (2022), 70.5 x 209 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

Lévantate y di (2022), 70.5 x 209 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México |Los Angeles

La tarde que visité a Karla Kaplun en su estudio del Centro Histórico, entonces ubicado en la calle de Mesones, la pintora llevaba unos zapatos de madera de tacón bajo, que alguna vez, me dijo, pertenecieron a su madre. El ruido hueco de la suela sobre las baldosas resonaba en cada rincón de aquella antigua vecindad. Portaba unos jeans holgados y un mandil con rastros de óleo del cual prendían brochas y pinceles. La soltura de sus movimientos, por motivos que no puedo explicar en palabras exactas, delataba, curiosamente, su oficio. Subimos las escaleras y abrió un pesado portón de madera. Con el celo religioso de una iglesia se ocultaba el proyecto en el que por entonces trabajaba, el cual, finalmente, presentó en febrero de este año en la galería House of Gaga en Los Ángeles. La misión (2022) es un retablo de una vasta simbología personal y onírica, conformado por catorce paneles pictóricos de gran formato. En cada panel se almacenan los recuerdos personales como si se tratara de un gran arca de Noé, a riesgo de rescatarlos del fatal diluvio del olvido.

Que se detenga el tiempo un poco, La reina ha cortado sus cabellos (2022), 202 x 132 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

Que se detenga el tiempo un poco, La reina ha cortado sus cabellos (2022), 202 x 132 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México | Los Angeles

La luz del atardecer doraba la fachada de los edificios del Centro Histórico. La pintora encendió un cigarro y desplegó sobre la mesa los bocetos que planificaban la portentosa estructura de su retablo. Aunque en ese entonces el avance era considerable, faltaban por terminar algunos detalles. Habría pensado que estos surgirían de manera espontánea, completando los huecos a la manera de Giotto. Si la memoria no me falla, quedaban pendientes un par de elementos de la composición superior y, por supuesto, definir cómo se montaría; si se construiría una escenografía especial basada en una tarima y escaleras para recorrer a manera de instalación, si bien la idea posteriormente se descartó. Bocetos meticulosamente diseñados en una libreta cuadriculada anticipaban los andamios de aquella maravillosa arquitectura. El interior del estudio se iba oscureciendo poco a poco; parecíamos sumergirnos en una especie de tenebrismo idéntico al de sus cuadros, haciendo, a su vez, difícil de distinguir los detalles pictóricos. La experiencia barroca de los cuadros de Kaplun se espejeaba en la decoración de su estudio: libros de arte religioso, flores marchitas, artesanías michoacanas, vasijas de barro. De la acera de enfrente se escuchaba una canción de Los Temerarios mientras los vendedores ambulantes devuelven la mercancía sobrante en las últimas horas del desgaste vespertino.

¿Qué provecho saca el hombre de tanto trabajar? (2022), 59 x 70.5 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

¿Qué provecho saca el hombre de tanto trabajar? (2022), 59 x 70.5 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México | Los Angeles

La conversación fluía en una especie de rapto, como si la pintora estuviera en un estado de iluminación no sé si inducido por el whisky en las rocas. Kaplun reconoce que, desde su infancia en su natal Querétaro, ha habido un acercamiento místico, una fascinación por el arte religioso y novohispano. No es casual que la sintaxis empleada para darle forma y rigor a La misión sea la del retablo, una de las expresiones características del barroco novohispano. El retablo es, para Justino Fernández, “una pintura escenográfica”, vista para ser contemplada a gran distancia. Señalaba el historiador de arte mexicano que [el retablo] “en conjunto, transporta al espectador a un mundo distinto del cotidiano, a otra realidad que alude al pasado de la historia religiosa, espiritual, que es gozable en el presente y que al convertir el gozo en meditación hace que el futuro inexorable se revele y de ahí su tensión y dramaticidad”1. Mi intención no es develar el misterio persiguiendo un aparato metodológico que pretenda desentrañar las imágenes desde las formalidades de la historia del arte. Conviene acercarse a La misión con una distancia que, sin ser reverencial, respete su carácter hermético. Sin ser evidente, la instalación de Kaplun versa sobre el misterio de la obra artística.

Monjes bisbiseantes (2022), 209 x 132 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

Monjes bisbiseantes (2022), 209 x 132 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México | Los Angeles

La misión bebe de fuentes novohispanas, y está empapada de la suntuosidad y dramatismo de las imágenes que abundan en nuestras iglesias. Sin embargo, la construcción del discurso, su dispositio, se remonta a fuentes aún más lejanas. Con un cigarro en la mano, Kaplun me entregó un ejemplar de El teatro de la mente de Giulio Camillo. Ese nombre tan poco conocido para nuestra época es una de las inspiraciones principales y uno de los andamiajes conceptuales que sostiene La misión. Camillo fue un pensador, filósofo, humanista y alquimista que vivió en la Italia del Siglo XVI. Estudió los modelos de retórica por excelencia clásicos y los adaptó en un ars combinatoria alucinante. En su tratado, Camillo fusionó las fuentes paganas, la interpretación exegética del cristianismo y el hermetismo. Aunque tuvo el apoyo y protección de la corte, acaso por su extrema complejidad aunado al escepticismo de sus coetáneos, hizo que su modelo de pensamiento difícilmente ganara adeptos. Como toda mente adelantada a su época, Camillo padeció rechazos y su nombre se fue sumergiendo en la oscuridad con el paso de los siglos.

La realidad dada (2022), 132 x 109 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

La realidad dada (2022), 132 x 109 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México | Los Angeles

Sería erróneo reducir el tratado de Camillo a un mero ejercicio mnemotécnico. Conlleva, en realidad, un esfuerzo sin precedentes por concebir por primera vez en la historia del pensamiento occidental un “teatro de la sabiduría” a través de imágenes agentes extraídas del mundo mitológico.  En su libro El Teatro de la Mente. De Giulio Camillo a Aby Warburg, Corrado Bologna explica que “el Teatro […] es ante todo y literalmente un libro lleno de libros, un libro-espectáculo”.2 Imposible de acotar en un esquema cerrado, el proyecto de Camillo es una estructura metamórfica y proteiforme que busca “totalizar, controlar, traducir en textos e imágenes y englobar, visualizándolo, el conocimiento de toda la realidad como texto-imagen”.3 Kaplun retoma el modelo estructural del Teatro de Camillo entendiéndolo como un vasto catálogo de imágenes preexistentes y proto-arquetipales, las cuales, mediante su sabia combinación, entregan en conjunto un resultado completamente original. El Teatro de Camillo es un tratado visual dirigido a iniciados. En las primeras páginas, su autor evoca a Hermes Trismegisto al advertirnos que “el lenguaje religioso está lleno de Dios y es mancillado cuando accede a él mucha gente”.4 El Teatro le sirve a Kaplun como método compositivo, pero también como un esquema de lectura donde los símbolos y los códigos herméticos resguardan el misterio de sus imágenes.

Andrajos y oraciones para un constante moribundo (2022), 209 x 132 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

Andrajos y oraciones para un constante moribundo (2022), 209 x 132 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México | Los Angeles

Kaplun parte de estas fuentes porque la condición litúrgica de La misión nos reclama, como espectadores-lectores, decodificar el relato en movimiento de su retablo a partir de una lectura de carácter exegético. Camillo sería acaso tan solo un lago donde confluyen diversas corrientes de relectura y reinterpretación de las Sagradas Escrituras. Habría que destacar, desde luego, los ejercicios espirituales del fundador de la Compañía de Jesús (Loyola vivió en la misma época que Camillo y pudo haber estado al tanto de su existencia), y, por supuesto, siglos atrás, el pensamiento de autores latinos, específicamente San Agustín. Para Erich Auerbach, la lectura figural consiste en alinear y cotejar el significado de los textos sagrados tanto con la historia pasada como con el porvenir histórico. Al desentrañar el significado del Viejo Testamento como una realidad histórica concreta que anticipa al Nuevo, la palabra escrita comienza a adquirir un carácter profético. La lectura figural, añade Auberbach, “siempre posee cierta incompletud; es la forma tentativa de algo eterno y atemporal”.5 En ese sentido, La misión de Kaplun apunta de forma simultánea hacia el pasado que fraguó las imágenes y al Porvenir o Eternidad al que están condenadas (¿o será mejor decir “salvadas”?).

"La Pesadilla de Gustavo" (2022), 209 x 132 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

“La Pesadilla de Gustavo” (2022), 209 x 132 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México | Los Angeles

De acuerdo con Auerbach, la interpretación figural sentó las bases del cristianismo a partir del siglo IV al haber sido empleada de manera recurrente en los sermones. Devino, asimismo, en interpretaciones éticas y alegóricas. En el marco de la lectura figural, el arca de Noé sirve como prefiguración de la institución eclesiástica (praefiguratio ecclesiae).6 Con el transcurso de los siglos dicho pasaje bíblico sirvió como vía para aprender y recitar los textos religiosos.7 La Biblia muy pronto se convirtió en un texto para ser memorizado, especialmente cuando los albaceas de la lectura eran los monjes, quienes adoptaron técnicas teatrales y mnemónicas para poder memorizar los salmos. A diferencia del texto religioso, la lectura del retablo de Kaplun no apela a la linealidad: por el contrario establece discontinuidades, rupturas, choques narrativos entre un panel y otro. Su técnica estaría más acorde con la de un montaje cinematográfico de Sergei Einsestein.

"Después del diluvio, Noé vivió todavía trescientos cincuenta años más" (2022), 109 x 70.5 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

“Después del diluvio, Noé vivió todavía trescientos cincuenta años más” (2022), 109 x 70.5 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México |Los Angeles

Si he insistido tanto en motivos literarios y también en claves de lectura, es porque la pintura de Kaplun es un rico mosaico de citas textuales que nos conduce a distintos puntos de la historia del arte en Occidente. Por su gesticulación dramática y el tratamiento violento del cuerpo dentro del espacio pictórico (Gustavo Castellanos, sastre y diseñador de Mermanegra, como una especie de Cristo mártir; Carlos Martínez, artista, como torero) asimila el lenguaje de luces y sombras de Caravaggio o Tintoretto. Sus retratados son los personajes en el cinematógrafo metafísico de Kaplun, dirigidos por la pintora en el set fílmico de sus recuerdos. Los personajes familiares confieren calidez, “intimidad espiritual” con las imágenes. Parece más evidente la citación pictórica en el panel donde la pequeña J. Schott adopta el semblante ceremonioso de la Infanta Margarita en Las Meninas.

"Se dice esplendor cuando el clima aúlla" (2022), 255 x 209 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

“Se dice esplendor cuando el clima aúlla” (2022), 255 x 209 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México | Los Angeles

Es cierto: los cuadros de gran formato de Kaplun instauran problemas de representación parecidos a los que se enfrentó Velázquez (quien también era, por cierto, un gran acumulador de citas). Como ha advertido Victor Stoichita, en la época de Velázquez las medidas de los personajes en el cuadro solían corresponder con la realidad representada. La mirada era absorbente, totalizante, puesto que “el cuadro pintado asumía cada vez más la tarea de reforzar las experiencias de una visión mística”.8 Por su parte, al pintor se le permitía incluir marcas que enfatizaban el efecto de ilusión y engaño en la representación, pues “la ilusión de realidad debía allanar la separación entre el cuadro y el observador”.9 Kaplun se separa de la técnica del XVII porque la ocasional desproporción anatómica de sus retratados, así como el piso de ajedrez, nos recuerda que el retablo se trata en última instancia de una ficción. Retornar a los mecanismos compositivos del barroco implica toda una poética del anacronismo. Se trata acaso de un “barroco prospectivo” que emplea elementos del barroco novohispano para trasladarlos al ámbito contemporáneo. Es importante no limitar el término barroco como un fenómeno situado en los confines de un periodo histórico, sino como un “estado transhistórico” que se extiende más allá del siglo XVII.10 En el contexto latinoamericano, el neobarroco se erige como un “revoltijo inflacionario de estratos y camadas, de simultaneidades y sincronicidades que no alcanzan la unificación”.11 Karla misma describe que su labor como “coser cosas que al final se van a desbaratar con una función mágica”.

"Tres veces pez espada" (2022), 70.5 x 209 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

“Tres veces pez espada” (2022), 70.5 x 209 x 4.6 cm, óleo sobre tela. Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México | Los Angeles

¿Cómo no evocar las palabras del cubano Severo Sarduy cuando defiende al neobarroco como un arte de la superabundancia?12 El vasto proyecto de La misión es neobarroco, no solo por las citas deliberadas de Velázquez, sino también por concebir la obra de arte desde su economía libidinal marcada por el exceso y el derroche. Porque nuestro barroco mexicano no está formado, como el europeo, como una simple distorsión de la morfología del clásico, sino que es barroco precisamente por sus prodigiosos entrecruces con la mano artesanal indígena. La misión de Kaplun opera como un collage transhistórico. Su autora ha decidido retornar al barroco como un gesto desafiante frente a los modelos de producción en los tiempos actuales, marcados por la velocidad. Kaplun entiende el barroco como “un estilo de vida”, como “la apertura a todo”. Pero La misión es neobarroca no solo por su metatextualidad e intertextualidad, sino principalmente por la manera en la que dispone al cuerpo humano, siempre en términos teatrales, recordándonos que en el barroco todo es ilusión, engaño y artificio.

Vista de sala de "La misión" (2022). Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México _ Los Angeles

Vista de sala de “La misión” (2022). Cortesía de la artista y Gaga Fine Arts, Ciudad de México | Los Angeles

El anhelo por capturar y plasmar una serie de visiones y de trasladar una realidad metafísica a un acontecimiento plástico motiva la obra pictórica de Karla Kaplun. Su retablo constituye, a la par, una escenografía de la memoria y un teatro de la sabiduría, tal como lo concibieron los primeros autores cristianos en formular métodos para albergar el conocimiento. Cito nuevamente a Bologna, para quien todo aquel que opera el arte de la memoria y la sabiduría (ars memoriae et sapientae), se convierte en un “artista de la existencia como texto, textura y tejido de una narración que es el hombre en la tierra”.13 Pues ¿qué otra cosa es el arte sino el relato de nuestras andanzas sobre la tierra? En esta era alejada cada vez más de todo misticismo, el gran mérito de La misión es restituir la función espiritual del arte. Por todo lo anterior, La misión será recordada en la historia de la pintura mexicana como una de las contribuciones más valiosas del primer cuarto del siglo XXI.

Ciudad de México. 3 de diciembre, 2021 – 25 de julio, 2022

Retrato de Karla Kaplun por Gustavo Castellanos

Retrato de Karla Kaplun por Gustavo Castellanos

  1. Justino Fernández, Estética del arte mexicano, México, Universidad Nacional Autónoma de México; Instituto de Investigaciones Estéticas, 1972, p. 324.
  2. Corrado Bologna, El teatro de la mente. De Giulio Camillo a Aby Warburg, Madrid, Siruela, 2017, p. 59.
  3. Ibíd.
  4. Giulio Camillo, La idea del teatro, trad. Jordi Raventós, Madrid, Siruela, 2006, p. 46.
  5. Erich Auerbach, “Figura” en Scenes from Drama of European Literature, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1984, p. 59.
  6. Ibíd., 38.
  7. Ver Iván Ilich, El viñedo del texto. Etología de la lectura. Un comentario del “Didascalion” de Hugo de San Victor. México, Fondo de Cultura Económica, 2002. Agradezco a Kaplun por la referencia de este extraordinario ensayo.
  8. Victor I. Stoichita, “Imago Regis: Teoría del arte y retrato real en ‘Las Meninas’ de Velázquez” en Otras Meninas, cord. Fernando Marías Franco, Madrid, Ediciones Siruela, 1995, p. 186. En otro libro, Stoichita desentraña los mecanismos del tromp l’oeil místico, estableciendo diferencias entre imagen pictórica y experiencia de la visión. El historiador enfatiza que las posibilidades ilusionistas reforzaban la intención de representar las visiones religiosas en la pintura española del Siglo de Oro. No obstante, la pintura, a su vez, contenía ciertas licencias o “marcas” de ilusión que nos recuerdan que se trata tan sólo de una pintura. Ver El ojo místico: pintura y visión religiosa en el siglo de oro español, Madrid, Alianza, 1996.
  9. Ibíd.
  10. Angela Ndalianis, “From Neo-Baroque to Neo-Baroques?”, Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, 33 (1), otoño, 2008, p. 267.
  11. Irlemar Chiampi, Barroco y modernidad, México, Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 33.
  12. Severo Sarduy, Obra completa, ed. Gustavo Guerrero y François Wahl (coords.), Madrid, ALLCA, XX/Scipione Cultural, 1999, p. 1401.
  13. Ibíd., 47.