La posibilidad del regreso

Titulo: Volverse Palestina
Autor: Lina Meruane
Editorial: Conaculta / Literal
Lugar y Año: México, 2014
En Volverse Palestina, la narradora y cronista Lina Meruane (Chile, 1970) ha escrito una excelente crónica, originalmente publicada en el libro Mujeres que viajan solas (2012), en la que indaga sobre sus orígenes palestinos. El primer anzuelo para iniciar esa aventura que quién sabe a dónde la llevará es su propio apellido: el Meruane, sobre el cual encuentra una única pista falsa en el Sahara, hacia 1915. Con una narrativa arrebatadora, Meruane consigue que quienes leemos sus páginas entremos a ese mundo tan lejano por distancia y cultura pero a la vez tan presente por todas las noticias que provienen de allá.
Además, en esa primera parte, Meruane investiga con sus parientes cercanos, principalmente su padre, sobre sus otros antepasados y sobre esa tierra a la que pensaron que volverían. A él le pregunta para tratar de avivar sus recuerdos, que él los evoque para que ella los registre. Así, ante la imposibilidad de volver físicamente al menos se puede volver en el recuerdo. Cuando en 1915 sus abuelos salieron de Palestina tal vez no imaginaban que no habría vuelta atrás: ellos no salieron por el conflicto con Israel, que todavía ni existía, sino por la guerra turca (durante la primera guerra mundial y el genocidio armenio, que el Nobel de Literatura, Orham Pamuk, reconoció que habían cometido los turcos y por esa declaración fue malvisto por el gobierno turco). Después vino la creación del estado israelí en 1947, al siguiente lo que los palestinos llaman la nakba, es decir, cuando negociaron para mantener sus casas. En 1967, la Guerra de los Seis Días en la que Israel conquistó la mayoría de los territorios y en 1987 la primera intifada, las muestras de agresión de los palestinos contra el ejército israelí. Toda esa sucesión de conflictos impidió que quienes alguna vez salieron pudieran regresar.
La palestina es la comunidad de refugiados más grande del mundo, dice Meruane. Y agrega que en Chile vive la mayor comunidad palestina fuera del mundo árabe, es por eso, y por la ayuda que los palestinos nacidos ya como chilenos envían allá, en Palestina existen una plaza llamada Chile y una escuela con el mismo nombre. Luego, en la segunda parte de Volverse Palestina, Meruane encontrará las señales para emprender finalmente tan inesperado viaje. Y lo hará gracias a un taxista palestino que al llevarla al aeropuerto de Nueva York le espeta: “Usted es una palestina, usted es una exiliada”. Y en un segundo viaje al mismo aeropuerto, le dice que hay que “aferrarse a lo poco que queda de Palestina para evitar que desaparezca”.
Finalmente, la tercera y última parte, Meruane la dedica al viaje que emprendió a Palestina, ese viaje que sus antepasados no se atrevieron o no pudieron hacer a su tierra. Allá se encontrará con un amigo escritor, judío pero casado con una musulmana, quienes viven con sus hijos en Jaffa (o Yafo, para los israelís), al sur de Tel Aviv, y la hacen pensar que es posible una sociedad multicultural en esa parte del mundo ahora tan conflictiva. Y, sobre todo, allá se encontrará con alguna rama de su familia, parientes lejanos que son, dice, “parte de mi pasado que se ha vuelto un incómodo presente”. También intentará entrar infructuosamente a Gaza y sólo será posible hacerlo a Hebrón, a donde es guiada por un par de judíos estadounidenses.
En las últimas semanas hemos visto imágenes desgarradoras de la guerra que libran palestinos e israelís en la franja de Gaza. Es difícil no estremecerse por lo que sucede allá y que esa rabia o impotencia no nos lleve a tomar partido tal vez impulsados sólo por esas imágenes, más cuando se está tan lejos de la zona de conflicto. Por fortuna, para tratar de comprender un poco más la situación y ver un lado más humano existen el conmovedor documental Promesas (2001) y ahora esta magnífica crónica de Lina Meruane.