La obra de Calixto Ramírez
La obra de Calixto Ramírez (Tamaulipas, 1980) es una constante posibilidad de reencuentro con lo primigenio de la humanidad y de redescubrir la relación del sujeto con la naturaleza a través de la poiesis. Ramírez es heredero de la fuerza de lo efímero de Helen Escobedo, del flâneur político de Francis Alÿs, de la desolación de Juan Rulfo y la nostalgia de García Lorca. Lo espontáneo de Jack Kerouac y de la bohemia de Agustín Lara. Un artista de gran fuerza poética y de sólida congruencia que encuentra en el pasado más posibilidades que rupturas.
Desde muy pequeño descubriste las vicisitudes del desarraigo. Naciste en Tamaulipas, creciste entre Monterrey y Veracruz. Estudiaste en la Ciudad de México y ahora vives en Roma. Estas experiencias del constante desplazamiento han constituido, sin duda, tu manera de entender y hacer arte; de vivir.
Si de alguna manera soy artista probablemente es por Veracruz. La sensibilidad siempre la he tenido con el desierto, pero en Veracruz era todo lo contrario. En Veracruz me enamoré de Alejandra Merino. Siendo un niño, copiaba los dibujos de los cómics que llegaban a Coatzacoalcos; enviaba postales a mis abuelas. Y aunque nací en Tamaulipas, sólo he vivido en Miguel Alemán, que curiosamente es frontera con Roma, Texas. Después nos fuimos toda la familia a Monterrey y regresé a la misma escuela donde había estudiado de niño. Encontré a gente que había conocido de pequeño pero ya no eran mis amigos, entonces tuve que hacer nuevos amigos o quedarme sin amigos (que también era/es otra posición). Y sí, Tavo, en mi infancia habité en el rancho, en mi pubertad habité en el puerto, luego en una gran ciudad; pero la infancia es la que ha hecho que Calixto sea un viajero.
Esta condición de viajero te ha llevado a encontrar estrategias artísticas muy puntuales: el video y la fotografía, aunque siempre está presente la pintura. Los encuadres de tus videos y fotos son muy plásticos, así como la preponderancia que le das al uso de la luz y el color.
Yo entré a estudiar arte en La Esmeralda con la idea de salir pintor; mi ojo está educado a partir de la pintura. Sin embargo, cuando me fui de intercambio a la Universidad Nacional de Colombia fue cuando intensifique lo que llamaba pintura y escultura expandida, a través del video. Calcando el plano, fue como cuando calcas un dibujo que pones en papel y vas siguiendo la línea; de esta manera yo estaba siguiendo la línea pero a nivel tridimensional con mi cuerpo y con el ojo de la cámara: la primera vuelta es el primer plano, la segunda vuelta es el segundo plano, la tercera vuelta es el tercer plano, la cuarta vuelta es el cuarto plano: era una descripción arquitectónica del espacio donde habitaba que era la Universidad Nacional de Colombia.
Siguiendo con la pregunta anterior: tu cuerpo es parte imprescindible de tu trabajo. Pienso en Pero yo ya no soy yo ni mi casa es mi casa, Dicen que dicen, El sueño del barón rampante… Tu cuerpo funciona formalmente, por decirlo de alguna manera, como una línea; un recurso de composición pero también tiene un uso poético: hace alusión a una condición primitiva de la relación del cuerpo con su entorno.
Antiguamente no utilizaba el cuerpo, tú conoces mi trabajo de 2007 y si lo ves, lo utilizaba poco y abundaban más los objetos. Fue a partir del 2009 cuando empezó a cambiar mi trabajo y fue una cosa muy natural. La particularidad de mi cuerpo es que soy delgado y alto, esto me abre ciertas posibilidades si lo pensamos dentro del cuadro del video o de la fotografía: atravieso el encuadre generando una experiencia personal, muy propia con los espacios que voy recorriendo. Por ejemplo, en Sueño del barón rampante, mi cuerpo puede servir como una continuidad del tronco.
En Línea en el paisaje encontramos de lo que hemos platicado: tu exploración pictórica y el uso de tu cuerpo para detonar ciertas reflexiones, que en esta obra sería la del dibujo ¿no?
En Línea en el paisaje podemos encontrar la relación con la pintura, específicamente con la pintura romántica ¿Recuerdas esta pintura de David Caspar Friedrich donde el personaje está de espaldas observando la grandeza de la naturaleza? Pero en el caso de este video no es nada más el hombre de espaldas viendo el paisaje: estoy incidiendo, estoy haciendo una pequeña cosa en él y lo hago a partir de una línea. Entonces sí podemos hablar de pintura en ese trabajo, aunque estoy hablando de dibujo: punto, línea y plano. El dibujo es un punto en movimiento y muchas líneas hacen un plano: es ahí donde la pintura se filtra. Entonces, al final, siempre estoy jugando con los elementos clásicos del arte: el círculo, el cuadrado, el rectángulo, el triángulo y es así como pienso que funciona mi trabajo, como un juego.
Como en Washington y Platón Sánchez donde generas un cuadrado a partir de la acción de barrer. Aparece la pintura. Aparece Malevich.
Claro, Negro sobre negro de Malevich es una manera de neutralizar el espacio y dejar lo narrativo para llegar a un lenguaje propio para volver a hablar de esta realidad, que es lo que hace Joseph Albers a partir del color, también. Y es lo que intento en Washington y Platón Sánchez: neutralizar un espacio a partir de la encuadratura de la cámara y dentro de esta cuadratura dibujar una acción de barrer y después de trapear otro cuadrado en el suelo. Esta pieza habla de una especie de arqueología urbana y de develar lo que antiguamente había en ese espacio que estaban destruyendo a partir de neutralizar un espacio.
Y es justo lo que sucede en tu obra, planteas problemáticas sin la necesidad de generar una narrativa de cualquier tipo. Como sucede en Dicen que dicen, en el que abordas la incertidumbre como condición del capitalismo gore.
Dicen que dicen es un momento histórico en México, es un momento en donde todavía no se sabe, o no se han encontrado los cuerpos de todos los muchachos de Ayotzinapa. Dicen que dicen es como el chisme; al final no se sabe bien a bien qué ha sucedido. Esto era lo que me importaba de esta acción, porque más que un video es una acción; sale un hombre (que sí, soy yo, pero no importa porque podría ser cualquier otra persona) corriendo de la nada y de repente está en el suelo. Nadie sabe meramente qué pasó y esta es la situación que le sucede al país donde nadie sabe, nadie supo, pero al mismo tiempo, todos saben quién fue. Entonces, era como meterme en esta lógica, en el «dicen que dicen». Ese día estaba en Marruecos, encontré esa duna con ese color bellísimo y si ves la imagen, es como un machetazo porque la imagen está cortada. Hay violencia desde el principio y eso me llevó a hacer esta obra. Me sucedió ahora con los muchachos que mataron en Kenia; me cuestiono si vale la pena lo que estoy haciendo como artista, aún cuando es el único lugar desde donde puedo tomar postura, donde puedo recordar. Hay cosas que me desilusionan mucho ¿sabes? Pero no me dejo. No puedo. Imagínate, si no estamos nosotros el mundo se puede ir a la mierda. Pero sí me he decepcionado mucho de cómo funcionamos y al mismo tiempo me emociono cuando escucho noticias de gente que hace cosas que te hacen preguntarte: ¿y ese loco de dónde ha salido?
Finalmente, me gustaría resaltar la economía de los materiales y de recursos para realizar tu obra. Es algo que siempre he respetado de ti, en términos de congruencia…
Trabajo con poco y nada, todo esto nace porque soy de los artistas que creen que la obra debe ser congruente con la manera que vive. Con los cambios de ciudad que he realizado en mi vida, he aprendido que debo de ir ligero; la cámara de video, la fotográfica y mi computadora me dan la posibilidad de trabajar donde sea. Cuando estaba en la escuela, ciertos compañeros se sentían frustrados por los costos de los materiales y yo siempre les decía que si eres artista no puedes detenerte en esas ideas. Yo generé mi propia estrategia. Los gestos y los materiales evidentemente se potencializan por su simpleza y es ahí donde sucede lo poético, es donde entra la mirada del artista. Mi vida es muy simple, tengo ropa para una semana. No consumo productos, sólo lo que necesito para vivir y trabajar.