La fotografía mexicana contemporánea de Ingrid Hernández
En el prólogo del libro Conversaciones con fotógrafos mexicanos, Laura González Flores retoma el dialogo que Claudi Carreras y Pedro Meyer (ambos de origen español) tuvieron para tratar de definir qué es la «fotografía mexicana». Meyer decía que lo mexicano en la fotografía, en realidad, se trataba de una identidad construida. Lo cierto es que puede hablarse de fotografía mexicana cuando la producción de un fotógrafo nacional ha sido realizada en este país y cuando fotógrafos extranjeros hacen fotografía en México.
El trabajo de la mexicana Ingrid Hernández se inscribe dentro de la fotografía mexicana contemporánea. Aunque su producción no ha sido hecha del todo en el país, pues ha trabajado también en San Diego y en zonas urbanas en Bogotá, nos ofrece una cartografía regional: Tijuana aparece como el lugar en el que Hernández genera su propio discurso visual. Crossing Borders. Photopraphing Tijuana (Concordia University, 2012), Tijuana carne viva (Galería Kunsthaus, 2009), Irregular (2009) y Tijuana comprimida. Vol. 2 (2005), son claros ejemplos del trabajo de Hernández en torno al espacio geográfico enmarcado en la frontera.
A pesar de que cada proyecto ha sido distinto, las fotografías de Ingrid Hernández giran en torno a un lugar común: la vivienda. Se trata de una apropiación de ésta como espacio privado que exhibe el escenario doméstico. Según afirma Ingrid, su interés al fotografiar casas construidas en sitios en los que hay condiciones de pobreza, es modificar el estereotipo que los ve con lástima y exotismo,[1] tal y como lo hace el documentalismo cuando retrata hogares y situaciones menesterosas para presentarlos como algo insólito pero ajeno al espectador.
Crear fotografías con las que se pretenda conmocionar al espectador se ha convertido en el principal estímulo de consumo la cultura contemporánea,[2] sin embargo, Ingrid Hernández no pretende exhibir la pobreza desde la visión de un espectáculo o desde la incitación a la conmoción, sino desde un intento por generar exactamente lo contrario. Su fotografía se distingue por dos cuestiones importantes: la ausencia de humanos y el énfasis que hace en los objetos. Esto no es inconsecuente pues Hernández retrata la esencia humana, las condiciones de vida y las actividades privadas a través de los objetos. No hay rostros, no hay gestos, ni personas que guíen las emociones de los espectadores a la aflicción con la que podría mostrarse la pobreza.
Por medio de imágenes que muestran habitaciones, camas y colchones o paredes, muebles y cortinas, Hernández obliga al ojo a mirar en todas direcciones para construir un espacio al imaginar todo lo que fue excluido del cuadro; también permite recrear a las personas que habitan esas casas, abriéndonos la puerta de su vida, sus gustos y sus alimentos.
En el prólogo al libro Irregular (publicado en 2009 por el Fondo Editorial Tierra Adentro) Alejandro Navarrete compara el modo de proceder de Ingrid Hernández en la producción de su obra con la de otros autores, como Daniela Rossell quien en 2002 presentó su serie fotográfica Ricas y Famosas que expone la intimidad del hogar de las clases altas en México, y diferencia de la obra de Hernández, ésta sí cuenta con la presencia de quienes habitan en los espacios fotografiados. Otro proyecto similar es Tlateloco Desmentido,[3] del fotógrafo mexicano Adam Wiseman, en él se muestra el interior de los departamentos habitados por un sector de la clase media capitalina. Wiseman hace fotografías de las salas de diversos departamentos de un mismo edificio para mostrar cómo los colores de las paredes y los objetos cambian en cada toma a pesar de encontrarse en espacios que, vacíos, resultan idénticos. Los objetos y su colocación nos permiten acercarnos a quienes habitan estos espacios pero, al igual que en la obra de Hernández, las imágenes de Wiseman prescinden de la figura humana. Estos tres fotógrafos han hecho desde diferentes perspectivas una cartografía que permite observar cómo viven los capitalinos.
Sin duda, el trabajo de Ingrid Hernández abre la puerta a una nueva mirada a la vida privada de una clase social en México, y con ello genera una propuesta que enriquece el discurso de la fotografía mexicana contemporánea.
[1] Ingrid Hernández, “Statement”, consultado en: http://www.ingridhernandez.com.mx/acerca
[2] Alejandro Navarrete, “Posibles escenarios de interpretación sobre la producción fotográfica de Ingrid Hernández en Irregular, pág. 12.
[3] Para ver las imágenes del proyecto consultar en: http://www.tlatelolcoproject.com/