Tierra Adentro
Portada de "The real Ma Baker", por Miriam Allen de Ford. Ace Books, 1970.
Portada de “The real Ma Baker”, por Miriam Allen de Ford. Ace Books, 1970.

I. Arma para asesinar mi matrimonio

Mis hijos juegan a los criminales en la única habitación del hogar

apuntan hacia la foto que muestra que alguna vez estuve enamorada

apuntan directo al velo de novia e imagino una espuma desbordándose de mi cabellera

mientras mi esposo se empina la cerveza que aún debe a la tienda

Está acabando conmigo, me advierto a mí misma

me bebe, me absorbe como aquella botella en un matrimonio fermentado.

Mis hijos lanzan ficticias balas que se incrustan en las paredes

George le arrebata el arma a Lloyd

y me apunta a la cabeza

se ríe como si hubiera desatado una detonación

le quito la pistola de juguete a Herman

para dispararle a nuestro enlace matrimonial

¡Esta vez no estoy jugando, George! le grito furiosa

mientras lanzo la imitación de un proyectil

imito su carcajada

y, sin advertirlo, también juego a la muerte:

Para mí ya estás muerto:

borracho, irresponsable, holgazán.

Tomo a mis hijos junto con nuestras pocas pertenencias

Herman, Lloyd y Arthur acomodan sus municiones sobre la cuna de su hermano Fred

y sin pensarlo, yo, Ma Barker, acuno su destino,

lo crío como si se tratara de un recién nacido

sin saber que pronto tendré entre mis manos

el nacimiento

de futuros asesinos.

II. Arma para asesinar la idea de la madre que ejerce una crianza deficiente y entrena a hijos asesinos

Declaro la guerra en contra de mi peor enemigo que es… escucha Ma Barker a lo lejos mientras lava los trastes

sus tres hijos juegan a la guerra

Fred, el más pequeño, yace sobre la única cama de su hogar

también le ha declarado la guerra y la bombardea con su llanto

ignora el ataque de su bebé

tiene que apurarse con las labores domésticas para buscar el pan de cada día

no arrulla a su hijo porque le teme a la dependencia de sus brazos

espera que el llanto lo agote y vuelva a dormir

para dejarlo encerrado mientras va y cumple con su empleo.

Abandona la casa y siente que sus hijos también le declaran la guerra cuando los llama y salen corriendo

cobardemente le lanzan misiles de burla e indiferencia

se enfurece, pero al mismo tiempo se tranquiliza porque sabe que entre menos ruido hagan no despertarán a su hermano menor

una vecina sale de su casa y le advierte sobre la crianza de sus hijos

cuando sean más grandes no los vas a poder controlar, se la pasan dando problemas en el vecindario

Ma Barker ignora a la mujer y le da la espalda

No puedo hacer todo al mismo tiempo, se dice a sí misma y llora

los demás ignoran su llanto

como ella ignora su papel de madre 

para poner atención en ganar dos o tres dólares

y subsistir.

Declaro la guerra en contra de mi peor enemigo:

El capitalismo

La maternidad

El padre irresponsable

Mi exmarido.

III. Arma para asesinar el mito de la madre como mente criminal de la banda Karpis-Barker

Dicen que me encontraron abrazando una ametralladora Thompson el día de mi muerte

pero lo único que abrazaba era el arma más letal: la maternidad

me ceñía al fracaso de ser la madre protectora

a mí no me blindó el título de buena madre

porque nunca lo fui, porque nunca intenté serlo

ser la madre de cuatro criminales me llevó a la desgracia

a la detonación de la crianza

ese estruendo ensordecedor

ese proyectil de muerte

un niño sobre el regazo como una ametralladora Lloyd,

ametralladora Fred,

ametralladora Arthur y Herman

ellos eran los peligrosos

las mentes criminales

el armamento prohibido que cargué durante nueve meses

en el arsenal: el vientre

su padre fue el psicópata

el que heredó a sus hijos genes como balas

el holgazán

el que jamás cumplió con su paternidad

yo no era la mente criminal, John Hoover

todo fue una invención tuya

todo fue una invención del FBI

jamás fui, como dijeron:

 la tarántula sobre la papilla

 de un bebé.

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