Internet Monetary Fiction: un nuevo orden para mundos virtuales
Cuentan las leyendas que a México, el cambio verdadero se le presentó en forma de virus. Desde luego no me refiero a la batalla campal tan desafortunada que ha estado ocurriendo (y cada vez con más intensidad) en las llamadas redes sociales de Internet, sino a la viruela, gran arma biológica que ayudó al imperio invasor a reproducirse en su huésped hasta apoderarse de él, utilizando todos los medios posibles: la violación y el mestizaje, el poder inmaterial de la religión católica, la re-educación, las espadas y todas esas armas coloniales que como buenos católicos hemos aprendido a adorar. Desde luego el virus no buscaba matar al huésped, sino alterarlo de tal modo que sirviera para sus En la tierra antes conocida como Ciberespacio todo mundo sueña con ser un meme y tener sus 15 minutos de net.star. Y como buen lugar común, se vale cualquier forma para que esto ocurra, mientras ese momento permita a la persona en cuestión ser un nodo importante en las gráficas de Facebook, Google, Twitter y las demás colmenas del maoísmo digital, donde los usuarios que hace 10-15 años eran idealizados como interactores que habían acabado con el autor, hoy no son más que 2-en-1 (productores y consumidores de contenido), y en el mayor de los casos no se enteran que el producto que está siendo negociado por las corporaciones son ellos mismos y sus amigos. Y desde luego, la gran mayoría se van a dormir sin llevarse un penny, y al contrario, con el paso de los meses, habiendo gastado cientos de dólares en producir contenido mediante la compra de gadgets y demás. Lo que antes parecía ser acceso libre a la información, ahora está claro que se paga a través de conexiones a internet, hardware, consumibles y en algunos casos mediante software, haciendo de lado la contratación o compra de contenido y servicios en internet. Es decir, que incluso en páginas de internet que parecen gratis las cosas no son gratis, alguien más las está pagando. Los usuarios son el producto, las corporaciones los clientes: ¿no suena demasiado al modelo de negocios de la televisión abierta? Excepto, claro, que ahora las empresas no pierden su tiempo en producir contenido, ahora la colmena puede cambiar el mundo creativamente en nombre de las formas inmateriales de generación de riqueza.
Hemos vivido muchas aventuras en Internet, desde esa con el celular Sony Ericsson multimedia que costó unos $1,000 dólares en Sanborns y con el que alguna chica de la Condesa decidió comenzar su archivo personal de cine porno donde ella sería la estrella, y que tiempo después como boomerang cayó en las manos de su prometido, quien presa de la pasión, decidió cometer el acto supremo de venganza: publicarlo en Internet, pero no en un sitio corporativo al que se le pudiera rogar que lo borrara, sino en manos de las masas en las redes p2P, donde rápidamente se diseminó, haciendo realidad el sueño de esta chica dorada. Pero además de todo con un potente efecto secundario provocado por un archivo anexo que incluía su nombre y correo electrónico (no recuerdo si teléfono celular) para que los fans pudieran contactarla e invitarla de viaje a sus respectivas ciudades. Y sobre todo, para que Google le otorgara a estos archivos el primer lugar cada que la buscamos. Una campaña barata y efectiva, sin duda, lástima que un error en la estrategia no la catapultó al paraíso de las Kardashian, y que nos haya costado una familia de mexicanos. Y por más que quisiéramos decir que las cosas pasan por algo, la nos podemos apuntar a culpables certeros: el mundo es un caos sin sentido, nos dice la moral posmoderna que siempre reafirma de una u otra manera a la lógica neoliberal.
Lo que queda claro, es que a pesar de que en teoría todos podemos, no cualquiera tiene madera de meme. Las conexiones del social network de cada persona son en muchos casos la totalidad del mercado de atención de esta persona. Cruzar hacia los social networks de otros casi equivale a convertirse en un productor con capacidad de exportación, y sin embargo, arriba, hay una corporación que se alimenta de la producción de todos los usuarios, distinguiendo esos nodos donde intersectan mayores relaciones y más clicks. Y si bien la mayor parte de estos intercambios ocurren en computadoras que a pesar de que lleguen a tener IP’s regados por el mundo, funcionan dentro de networks centralizados que responden a intereses organizados bajo la tradicional jerarquía corporativa. Y claro, hay quien juega bastante bien y aunque no pueda controlar el mensaje, sabe que la ganancia está en la relación, en el click al contenido, en los milisegundos de atención, que como el High-frequency trading van generando el spread y las turbulencias que permiten a los pescadores, que no a los cazadores, ni a los agricultores, ni a los shamanes cuenta-cuentos llevarse la ganancia. Un gran proyecto es el Google Will Eat Itself, de Ubermorgen, Paulo Cirio y Alessandro Ludovico, quienes programaron una serie de bots que visitaban los anuncios de Google Adsense en sus propias páginas, de manera que este robot trabajaba para que Google les pagara el dinero que alguna corporación o incauto les compró, y estos a su vez utilizaban el dinero de Google para comprar acciones de Google e irse apoderando poco a poco de él. Nunca oí de un negocio más redondo.
fines, y lo hizo tan bien que 5 siglos después los bancos españoles están colocados de forma casi invisible en todas las calles del país, sin que a nadie le salte la intrusión, ¿Por qué habría de hacerlo? Las transacciones e información ocurren en “nuestro idioma español” y el sistema electrónico es tan eficiente que nos permite retirar dinero las 24 horas del día, tanto como de forma asimétrica a los bancos les permite intervenir en la economía del país, al fijar los intereses en préstamos y decidir en qué va a invertir el dinero de sus depositarios. Pero claro, lo interesante de esto no es asignar culpas, sino lo efectiva que fue la viralidad de la ficción jesuita, independientemente de si lo que hicieron al sintetizar a la Virgen de Guadalupe utilizando a la Tonántzin fuera impedir la liberación de los indígenas o el exterminio de estos a manos de los conquistadores. Es más, quien tenga dudas sobre para cuál de los equipos jugaban los jesuitas, puede continuar investigando el sistema universitario que tienen en la actualidad: ¿imparten educación humanista a las clases económicamente privilegiadas de las ex-colonias para sensibilizarlas o por qué estas son los únicos que pueden pagar el precio? La pregunta tiene muchas respuestas posibles, pero la intervención jesuita está ahí, tanto como la cruz católica que estos llevan por delante en su pecho. Pero independientemente de eso, el virus fue tan genial, que aunque la iglesia haya utilizado al nombre de Jesús para organizar verdaderos genocidios como las cruzadas, la inquisición y la conquista de América, hoy en día si los Nazis o una pandilla de neo-nazis “humanistas” intentara abrir un sistema educativo -ya sea de posgrado o para estudiantes de kindergarten- el virus anti-nazi hollywoodense nos provocaría un shock en el cuerpo que incendiaría a la sociedad de formas que más allá de la violencia física y los estallidos sociales que provocaran, no podrían ser racionalizados tan simplemente como hacemos en la vida real con la educación proveniente de la iglesia colonial, a la cual ya ni siquiera cuestionamos, sino que al contrario, consideramos casi que la gran medida de la piedad. He ahí la virgen como el gran virus cultural, el caballo de Troya de los auto-goles, el estandarte con el que irónicamente unos criollos declararan la guerra de independencia a España. Tantos años después y la gran Catedral que se construyó con las piedras del Templo Mayor Azteca sigue manteniendo al catolicismo en el centro del país. ¿Quién ha pensado en privatizarla? ¿Hacerla un strip club, shopping mall, o museo al holocausto americano?
A pesar de los intentos de muchos historiadores de generar una gran narrativa para combatir al pensamiento colonial, el virus sigue aquí, ‘invisible’ sería decir mucho, pero se apoderó del huésped a tal grado que lo mutó hasta convertirlo en otro ser, en otra raza, con otros intereses, conceptos y modos de socializar. Algo así como lo que está haciendo Internet con sus usuarios: re-acomodando el mundo a través de ellos y a veces en su propia contra. ¿Qué hubiera pasado a partir del siglo 16 si la España siempre-en-crisis, no hubiera encontrado en América un manantial inagotable de recursos que le permitiera mantener su lifestyle? Internet está extendiendo el mercado global por todo el mundo, entrando a las conciencias y vidas de los conectados, como en el siglo 20 hiciera Hollywood al establecer exitosamente el régimen del llamado military-entertainment complex, trabajando para fortalecer el imperio del dólar y al Marshall plan para la reconstrucción (e invasión cultural) de Europa. Pero esta vez están redirigiendo la economía del planeta hacia nuevas operaciones que a pesar de parecer multi-nodales, en cierto modo todas ellas confluyen simbólicamente en Wall Street. Y desde luego tenemos el llamado maoísmo digital, que irónicamente nace del pasional amorío entre la ideología californiana y la barata manufactura china. El escritor Bruce Sterling dice que no es poco común que: “se avancen operaciones militares a través de formas de entretenimiento, por ejemplo llevando las relaciones internacionales como marketing, el periodismo de guerra como una telenovela de reality TV (por ejemplo las redes como Fox muestran las historias personales de soldados en Afghanistan, Iraq y mas allá́ en formatos de sitcom y directamente desde el frente de batalla).” ¿Y Qué decía el personaje central de 1984?: “El Partido dice que Oceanía nunca había tenido una alianza con Eurasia. Pero él, Winston Smith recordaba que Oceanía había tenido una alianza con Eurasia hacía apenas 4 años.” Durante la segunda guerra mundial los aliados peleaban contra el eje: los aliados eran Estados Unidos, Francia y Reino Unido. El Eje eran Alemania, Italia y Japón: hoy esos mismos se repartieron el mundo: y en 1975 fundaron lo que hoy es el G8 y que inicialmente era el G6 (el G7 fue cuando incluyeron a Canadá y el G8 cuando aceptaron a Rusia).
Pero bueno, so much for viruses. Va un fragmento de La revolución electrónica de William S. Burroughs, tomada de la traducción al español que hizo la editorial del Departamento de Ficción):
Es dudoso que el lenguaje hablado pudiera haber evolucionado más allá́ de la etapa animal sin la palabra escrita. La palabra escrita se deduce del lenguaje humano. No se le ocurriría a nuestra vieja rata sabia reunir a las jóvenes ratas y transmitir su conocimiento dentro de la tradición oral porque todo el concepto de hilar el tiempo no puede ocurrir sin la palabra escrita. La palabra escrita es, claro, un símbolo para algo y en el caso de un lenguaje jeroglífico como el egipcio puede ser un símbolo de sí mismo que es una imagen de lo que representa. Esto no sucede en un lenguaje alfabético como el inglés. La palabra pierna no tiene ningún parecido pictórico con una pierna. Por eso podemos olvidar que una palabra escrita es una imagen y que las palabras escritas son imágenes en secuencia, es decir imágenes en movimiento. Así́ que cualquier secuencia jeroglífica nos da una definición funcional inmediata de palabras habladas. Las palabras habladas son unidades verbales que se refieren a esta secuencia pictórica. Y entonces, ¿qué es la palabra escrita? Mi base teórica es que la palabra escrita fue literalmente un virus que hizo que la palabra hablada fuera posible. La palabra no ha sido reconocida como un virus porque ha logrado un estado simbiótico estable con el huésped…
Así que si el lenguaje es un virus, nosotros estamos enfermos en particular del español, que es esa lengua colonial con la que un reino/país pudo acelerar el proceso de extracción de recursos de un continente. Una lengua que construyó un gran mercado e introdujo conceptos extraños: ¿Cuál es la solución? ¿Liberarnos de ese idioma y modo de pensar? ¿Rendirle culto a la academia real, hackearlo desde el interior, o ver cómo los avanzados neologismos y el spanglish migrante carcomen, destruyen y corrompen al poder del imperio con sus modos y formas, nuevas estructuras y sintaxis en el lenguaje, el diálogo, las formas de socialización, sus valores, etcétera?
Eso no es menos complejo que lo que está haciendo Internet, que tiene la capacidad de ser y re-producir ideología desde su estructura y geografía misma, que si bien simula operar a través de supuestas redes abiertas y democráticas, en realidad lo que están construyendo son nuevas formas de concentración de poder y riqueza en información y tecnología, que logran cruzar casi cualquier frontera y que están re-configurando las relaciones de poder y producción en el mundo. Es verdad que por ejemplo existen murallas en internet, como The Great Firewall en China, que el ejército invasor ataca mediante estrategia de guerra viral, mientras el huésped intenta defenderse utilizando grandes narrativas que desde fuera en ocasiones parecen obsoletas, y que sin embargo al interior aún funcionan (la nación es el enemigo número uno del network); en un complejo proceso que podría explicarse simplemente como el deseo de expansión de las corporaciones extranjeras hacia el interior del territorio chino, como dicta el dogma del libre mercado, pero que por razones de eficacia se opta por pelear en el campo de la libertad de expresión y los llamados derechos humanos, entre otros por el país que gestiona vacaciones forzadas a Guantanamo Bay. Ahora que regresando a Burroughs:
Si el ataque falla, el virus no gana nuevos huéspedes. Claro que hay mutaciones virales y en esto el virus de la gripe ha probado su versatilidad. Generalmente es la simple repetición del mismo método de acceso y si ese método es bloqueado por otro cuerpo u otra agencia como el interferón, el ataque falla. Por mucho, nuestro virus es un organismo estúpido. Pero nosotros podemos pensar por el virus, diseñar un número de métodos alternos de acceso. Por ejemplo, el huésped es atacado simultáneamente por un virus aliado que le dice que todo está́ bien y por un virus de dolor y miedo. Entonces el virus está usando un viejo método de acceso, básicamente, el policía malo y el policía bueno.
Y me gustaría delinear aquello que dijo Douglas Ruskhkoff en los 90s a propósito de las drogas de diseño como el MDMA, que llegaron hasta el mainstream, ayudadas porque eran unas pastillitas cool, inofensivas en apariencia y que proveían de gratificación instantánea, a una subcultura que se veía a si misma como global, y que si hubieran requerido de jeringa para usarse, altamente probable que la generación las hubiera rechazado. Lo mismo ocurrió con internet que requirió del world wide web, el Moisac y Netscape Navigator, para abrirse al mundo. Irónicamente en su caso, fue necesario privatizar a internet para que el público accediera. Fue justo cuando las compañías de teléfonos, Namespace, los internet service providers, y las primeras punto coms comenzaron a invertir, en que este dejó de ser el universo para geeks incomprendidos y comenzó la transición hacia el ciberespacio mainstream de hoy.
¿Ha producido Internet algún virus tan grande como él mismo? Esa es quizá la cuestión que está por encima de todo, el internet y la democracia global tan horizontal a la que supuestamente nos acerca. Lo que resulta curioso es que a pesar de que esté muy a la vista que la industria de las Tecnologías de la Información esté construida sobre la ecología, y la salud y vida de millones de explotados en África, Asia y América Latina, que forman parte de la unidad de producción de los aparatos de los que se compone internet (desde el rare earth, a las maquiladoras, a los intendentes y por qué no, a los programadores explotados), sigamos considerando que estas son armas y armas de liberación, nuevas herramientas de socialización capaces de emanciparnos, cuando la única evidencia cuantificable es que han logrado expandir el mercado neoliberal de formas antes imposibles: la educación misma está en crisis y no sólo gracias a la Wikipedia. Al respecto de la supuesta horizontalidad, que estamos construyendo en la superficie de esa meseta ubicada en la cúspide de producción de la verticalidad neoliberal, vale la pena preguntarse si tiene esperanzas de sostenerse. O si como Occupy Wall Street (el meme del verano pasado) estamos condenados a creer que nuestro reflejo en la media es real y representa lo que estamos logrando, a pesar de que este sirva para convertirse en un suceso espectacular que ayude a vender más publicidad a las corporaciones de siempre. Hay que tener claro que los sacerdotes de los network states son como los sacerdotes mayas, pueden predecir sucesos inesperados como los eclipses y los cometas, y generar grandes escenarios y narrativas, que movilizan al mercado y los ánimos del general public hacia la dirección conveniente.
El dogma del terciopelo primaveral nos dice que ya no es época de déspotas simplones, sino del poder del network, pero este está distribuido entre verdaderos magos de Oz que producen las herramientas con las que socializamos electrónicamente, a pesar de los intentos más honestos de la comunidad global Open Source. Y es aquí donde veo una esperanza, en la capacidad de crear nuevas formas de socialización y producción, así como monedas y divisas producto de pactos sociales alternativos, complementarios, experimentales o paralelos, que busquen generar intercambios que no dependan de subsidios o de la competencia desleal de la que pueden ser objeto disciplinas como la literatura o la industria editorial, sino que al contrario, floten y puedan existir autónoma y autogestivamente en los fríos océanos plagados de inteligencia artificial siempre lista para tirar a matar y aprendernos lo suficientemente bien a través de nuestros hábitos de consumo como para adelantarse siempre y ofrecernos alternativas como las que buscamos y queremos, pero administradas por el poder central.
Hace unos días escuchaba en Radiolab de WNYC una historia fatal, un profesionista de California, con estudios de posgrado, de esos que trabajan de más y a los que el amor sincero les ha dado la espalda, por lo que se ven orillados a inscribirse en un dating service, donde un buen día encuentran a la mujer de sus sueños, que en este caso fue una guapa rusa. Él pensó, claro, tengo raíces rusas, ¿por qué no? Y siguió intercambiando correspondencia con ella durante meses, y sugiriendo llamadas telefónicas o conferencias por Skype que no sucedían, hasta que un día compró su vuelo a Moscú. Lo que le esperaba no tiene comparación, yo como cualquier otra persona de estos días, esperaba encontrarse con que la razón por la que ella no le mandaba su teléfono ni se comunicaba con él, era porque en el momento justo iba a aparecer un Pimp de la mafia siberiana a cobrarle su comisión, pero no…. lo que le pasó fue mucho peor y más decepcionante. Ella no existía, todos esos meses él estuvo manteniendo una relación amorosa con un pedazo de software medianamente simple, y había sido víctima de la prueba de Turing. No existía tal chica, tendría que comenzar desde cero. Lo más curioso del caso es que uno como constructor de ficciones podría vivir bailando al ritmo que le toca la industria (si en verdad se pudiera). Es muy difícil escapar de las nuevas exigencias del mercado, no deslumbrarse por los nuevos trends, pero sobre todo hallar un rincón dónde poder desenvolverse. Sobrevivir es quizá, una de las principales preocupaciones narrativas: pienso en las deudas de Dostoievski, en los escritores del México de hoy, pero seguramente tampoco fue sencillo para los antepasados que contaban historias alrededor del fuego. Seguro tuvieron que contar historias donde pudieran inspirar el temor más primordial como les fuera posible, para ir moldeando a la tribu y hacerse necesarios (de esa forma tenían asegurada su comida, porque no eran buenos cazadores), tejían poco a poco (no sin feedbacks) una moral que tuviera sentido para definir los intereses de la tribu, el clan, la clase de los guerreros, los cazadores, los recolectores. Y al mismo tiempo moldeando los mitos del mundo desde la geografía, contando historias sobre “el valle de la Muerte”, o cosas así. ¿Qué destino les habrá esperado a los malos narradores? Uno más inmediato que el limbo que sigue a los ‘elevator pitches’ en los que tenemos sólo 30 segundos para cautivar a los productores dentro de un ascensor que no les permita forma alguna de escapar de nosotros, que no sea conectándose a su iPhone de forma brusca y grosera. Momentos que comúnmente no nos dejan más cosas que la experiencia de haberlo hecho y una poca de confusión y una vida entera esperando que el productor olvide el momento, nuestro nerviosismo y mal tacto, y el deseo de convencerlos con algo que no funciona lo suficiente como para que apuesten su dinero… pues su forma de socialización es a través de un dinero que mantiene al sistema con los valores más o menos uniformes: hay que reproducir el famoso status quo. Porque digo, todo mundo sabe que el dinero no existe, es una abstracción, pero una virus muy potente que tiene infectado a casi toda la humanidad: pocos intercambios ocurren sin él, las mismas relaciones amorosas están ocupadas por conceptos como el costo de la oportunidad. E internet no está exento, ¿cuál es esa moneda en internet? Está claro que el linden dollar de Second Life no. ¿Entonces: el USD o el Bitcoin? Dicen algunos cypherpunks que comenzaron a trabajar monedas digitales basadas en criptografía y respaldas por oro como e-gold, que a Gaddafi le dieron kill porque había estado acumulando cantidades asquerosas de oro: toneladas métricas para establecer el sistema monetario del Gold Dinar, y que sería una moneda pan-arábica para las transacciones de petróleo, que ya no pasarían por el dólar. La verdad no la sabremos nunca, lo que sí es que empresas como e-gold o monedas alternativas como el liberty dollar han sido perseguidas brutalmente, del mismo modo que sistemas financieros como el Hawala Network, a pesar de que se dediquen básicamente al arbitraje y al envío de divisas afuera del sistema financiero institucional. Todo esto, pensado fríamente cabe dentro de la narrativa del choque de las civilizaciones de Hungtington, pero más allá del encanto de las teorías de conspiración, nada.
Lo que sí puedo contar, resumidamente, es que en 2005, mi sitio de internet fue expulsado de Bluehost, quienes dijeron que había clientes que no querían compartir IP’s con él, por lo que me regresaron el pago completo de un año que ya iba a más de la mitad. También había pagado caro el error de un cajero automático de BBVA. Y quizá por eso, y por la coincidencia de que apareciera el llamado a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del EZLN, decidí comenzar a trabajar un proyecto que buscaba la autogestión y la autonomía, y que incluye un servidor y un banco: atarantado como estaba por los medios narrativos y la posibilidad de nuevas formas de contar historias (las mismas de siempre quizá, porque pasan pocas cosas nuevas bajo el sol), pero planteando formas para que fueran sustentables, cosa complicada pues en este negocio normalmente se necesita de patrocinadores, para que pague el consumo de un público que normalmente no pagaría un quinto por este tipo de producción. Así que adelantándonos al invierno ciberespacial que se dejaba venir (y que todo el mundo pudo constatar años después cuando Amazon expulsó de su nube a Wikileaks), comenzamos la operación que un día se convertiría en el conglomerado mediático cooperativo Diego de la Vega, y que daría luz al Digital Material Sunflower (DMS), una moneda digital diseñada teniendo en mente una relación entre la agricultura solidaria, la narrativa y el trabajo digital, y que fue incluida en el widget convertidor de divisas de Apple, donde flota junto a las moneda globales. La primera vez que anuncié la intención de hacer este acto de IMF (Internet Monetary Fiction) fue en Hybrid Storyspaces, un encuentro literario en Cornell. De entonces a la fecha el experimento social se ha desarrollado, ha tenido sus crisis y hoy balancea una economía que medida y pesada en dólares no suena nada mal. Pero la ideología net.existencialista del Partido CyberPunk lo tiene claro: El tiempo no es oro. La vida es literatura. Otro Mundo Es Posible.
Para más info: http://diegodelavega.net http://possibleworlds.org http:///spacebank.org http://ficcion.de