Tierra Adentro
The Moon Rang LIke A Bell (OWLA, 2014).

La literatura de Paul Auster seduce por la forma en que imbrica al azar en la consecución de los acontecimientos. En libros como Leviatán, El cuaderno rojo y la trilogía de Nueva York, el hilo narrativo es condicionado por derivaciones provocadas por hechos que de entrada parecerían ser nimios o anodinos. El rumbo del flujo de la vida se va direccionando a través de esos puntos de inflexión. Así las historias pueden tener lados absolutamente contrastantes.

Sirva lo anterior para introducir a Hundred Waters, un grupo norteamericano cuyo destino sufrió un brusco viraje, como en las historias de Auster, cuando conocieron a una de las figuras más polémicas y polarizadas de la electrónica actual, ese mozalbete que mueve masas con su combinación bestial de EDM y Dubstep llamado Sonny Moore, mejor conocido como Skrillex. Quien quedó fascinado con la difícilmente clasificable música que produce el grupo que encabezan Nicole Miglis y Trayer Tryon.

Muy pronto, con Moore al frente, en 2012, realizaron una gira que se completó con  Diplo, Grimes, y él mismo —vaya heterodoxia—. Tras la experiencia, convenció a la gente de su sello discográfico, OWSLA, para que reeditaran el disco debut de sus buenos amigos de Hundred Waters, Thistle (2012). Aquellos no podían negarse a la petición de su rutilante y millonaria figura; no tardó en relanzar el material que obtuvo una excelente respuesta por parte de la prensa especializada, pero que no alcanzó una difusión extensa.

Y es que más allá de sus extrañas amistades, Hundred Waters sorprenden por las insistentes comparaciones que suelen hacerles con dos artistas de vanguardia: por una parte, con los brooklynianos Dirty Projectors y sus alucinados y barrocos juegos vocales; por otra, con los puntos del sofisticado universo sonoro de la islandesa Bjork. Por lo que, teniendo a tan bueno referentes, era una cuestión de tiempo que el proyecto fuera creciendo tanto en exposición como en cantidad de seguidores.

De repente a su música se le trató de clasificar como folktrónica, o bien, encasillar en la indietrónica —cuestiones del periodismo especializado—; lo importante es que más allá de asuntos de taxonomía musical, a los escuchas no dejan de parecerles algo muy excitante y sorprendente —¿No es acaso lo que busca un creador?

Ya desde su debut tenían una gran capacidad evocativa a la que han buscado potenciar a través de la sensibilidad de Nicole, quien se encarga de cantar y escribir las letras (y que no sustenta su magnetismo en la belleza física). Así, el grupo de Florida tiene ya publicada su segunda incursión discográfica: The Moon Rang Like A Bell (con el mismo sello y que comparten con Rusko y Crookers).

Doce canciones en las que el grupo deja en claro que puede transitar por distintas vertientes sin perder personalidad. ¿Qué ha permanecido? Pues ciertas variantes de folk, recursos de electrónica de última generación y una soltura para saltar de fragmentos jazz a devaneos de pop freak. La gran sapiencia del cuarteto es encontrar una manera peculiar de ensamblar todo aquello sin que sea consumido por el caos.

En piezas como “Xtalk” —de gran fuerza percusiva— y “No sound” parecería que dejan correr algo del azar que alimenta a Paul Auster para que vaya engranando los elementos, y que, casi sin querer, las partes se vayan acomodando hasta encontrar su forma final. Algo hay también de combinación de tiempos y estéticas; bien pudiéramos tomar a Hundred Waters como el punto de encuentro entre el canto prístino y evanescente de los Cocteau Twins y el abigarrado sonido salvaje de los Gang Gang Dance —que tanto aman lo improvisado.

The Moon Rang LIke A Bell es un disco extenso y vasto; no es fácil de agotar y sus primeros sencillos  muestran otros aspectos. Por ejemplo, “Cavity” es más rugosa y crepitante, mientras que “Murmurs” (con excelente vídeo) posee unos teclados clásicos y elegantes acompañando a los vericuetos vocales de Nicole (luciendo a plenitud).

La sensación es que conforme se van sucediendo las pistas van construyendo parajes sonoros y sembrando interrogantes. Porque lo que hacen se afilia a ese tipo de arte que busca más bien sembrar preguntas y no dejar todo en claro o sobreabundar en explicaciones. Muchos autores —como Auster y Vila-Matas— señalan que el arte no debe brindar todas las explicaciones, debe esbozar apenas, tender un cerco para que sea traspasado por el interlocutor.

Así dejo correr las composiciones de Hundred Waters, mientras recupero alguna idea del autor de La música del azar: “La verdad es una de las cosas más frágiles del mundo, no sabemos qué sucede realmente. Incluso nuestra propia memoria se destruye mientras trabaja nuestra experiencia”.

Tal vez no comprenda lo que sucede a mi alrededor mientras corra el disco, pero no me cabe la menor duda de que se trata de una experiencia fascinante y llena de misterio. 49 minutos de un desfile interminable de imágenes sonoras entrañables.

Para escuchar The Moon Rang LIke A Bell da click aquí.

 

 


Autores
La redacción de Tierra Adentro trabaja para estimular, apoyar y difundir la obra de los escritores y artistas jóvenes de México.
De los años sesenta tomó la inconformidad recalcitrante; de los ochenta una pasión crónica por la música; de los noventa la pasión literaria. Durante la década de los dosmil buscó la manera de hacer eclosionar todas sus filias. Explorando la poesía ha publicado: Loop traicionero (2008), Suave como el peligro (2010) y Combustión espontánea (2011). Rutas para entrar y salir del Nirvana (2012) es su primera novela. Es colaborador de las revistas Marvin, La mosca, Variopinto e Indie-rocks y los diarios Milenio Hidalgo y Reforma, entre otras publicaciones.