Tierra Adentro
Carne fresca No.10, 2015. Moris.

Carne fresca No.10, 2015. Moris.

Carne fresca No.10, 2015. Moris.

 

¿Qué de hermoso puede haber en una fotografía de un hombre agonizando? Pero seguimos leyendo, imaginando la tortura y saboreando una historia sin argumento. Como el pobre hombre moribundo, el lector es la víctima de un antiguo cirujano, que con amor argumenta su vida en el placer de la carne. Se ha leído tanto y tanto se ha intentado interpretar que es una estupidez dejar a Farabeuf inconcluso. Poco a poco nos acercamos como hermeneutas malditos a la fotografía, y de repente todo cae; en los últimos capítulos, todo aquello que construimos partiendo de fragmentos de una naturaleza imaginada se derrumba.

Me pregunto: ¿cuánto tiempo duraste viendo la imagen de aquella monstruosa escena? ¿Qué fue lo que viste, un muerto o un moribundo? Las escenas que se repiten constantemente se quedaron suspendidas en la mente, se empalmaron, y como eje aquella infame ejecución de un mero hecho de justicia china. No te diste cuenta pero Elizondo nos hizo cómplices. Culpables del único y atroz hecho de reproducir en nuestra cabeza un espantoso hecho; nuestro placer es la carne y la reconstrucción de un acto que nos es ajeno, pero nos hemos convertido en hermeneutas del deseo; Elizondo ha clavado hondo línea tras línea el intento de dilucidar la carne cercenada y los huesos rotos de aquel pobre hombre. Como Elizondo, nos hemos comprometido tanto que hemos saboreado el texto, la fotografía. Nuestra empatía por lo monstruoso es tal que hemos caído al deseo, producto de un mito strausseano, y que —en palabras de Baudrillard— le hemos retirado cualquier propiedad utilitaria para comenzar a coleccionar, sustituir su uso por algo mucho más intrincado dentro de un proceso inconsciente. Lo hemos interpretado tanto, analizado tanto, que aquel hombre ya no está agonizando, ya no está muriendo, ahora se ha convertido en un San Sebastián, en una víctima de algún grabado de Goya. Nos hemos convertido en uno con la piel desgarrada hecha jirones; somos un personaje de Ballard, Elizondo nos ha convertido en hermeneutas del deseo.


Autores
Ronnie Medellín (Minatitlán, 1984) es narrador, docente y productor audiovisual. Ha publicado Asesinos Accidentes (2013) e Instantes de muerte (Torbellino, 2014).
Similar articles