Tierra Adentro

PRIMER ACTO

Un adolescente se sienta en el sillón, toma el control y cambia de canal casi sin detenerse en ningún lado. Como en la casa hay cable, empieza a buscar el canal de videos. Cuando da con MTV se acomoda para escuchar la siguiente canción. Empieza a sonar la introducción de «Girls and Boys». Lo único que atina a hacer es pararse a brincar, mover las manos, medio cantar y sonreír. Todo al mismo tiempo. Era la primera vez que veía el video de la canción que siempre había escuchado por el radio y, ahora, conoce la alegría más alta. Del baño sale su padre, recién rasurado, lo ve y se le une. Por curiosidad o porque lo vio feliz o porque no quiso dejarlo hacer el ridículo solo.

SEGUNDO ACTO

Si las cosas salen de acuerdo al plan, Blur llega para quedarse un ratito más. Para seguir tocando y para seguir haciendo canciones. El escenario es propicio: el regreso a la música con elenco entero y con un disco de larga duración que tardó doce años en abrir los ojos.

The Magic Whip fue pensado durante su última gira cuando un festival en Japón se canceló. Tenían cinco días libres por lo que decidieron irse a un estudio pequeño en Hong Kong y ser espontáneos. No había prensa, no había presión, así que decidieron tocar sus sesiones libremente. Era una obviedad que, para tener periodos dorados, la banda debe pensar como unidad. Think Tank es la mejor prueba. Por eso recurrieron nuevamente a la mano del productor Stephen Street.

La forma en que se presenta Blur se vuelve cautivadora. Demuestran que no hay finales, sino pausas largas. El disco inicia con «Lonesome Street», melodías bonitas y guitarras fuertes, de la que se pueden decir muchas cosas, pero lo más acertado es lo que comentó Liam Gallagher cuando la llamó la canción del año. «Go Out» es el otro sencillo del disco que está diseñado para el tarareo inmediato. El hit gusta porque nos lleva por ese sonido conocido y característico de la banda que le dará el aplauso de la crítica y los fans. No hay que confundirse: no se copian, no es lo mismo, no es el terreno ya dominado; es la esencia.

En una gira promocional de su disco The Good, The Bad and The Queen, Damon Albarn, vocalista de Blur, dijo que lo único que trataba de crear era música que rebasara la medida del futuro. De ahí que todo lo que hace es una invitación a alejarse de la zona de seguridad. La influencia de Albarn se nota en las decisiones nada conservadoras que separan a Blur de otras bandas contemporáneas y sus desaciertos: carencia en el deseo de experimentar y dependencia en extremo de su catálogo para no perder su condición de headliners. Por eso, para empezar, el inicio juguetón de «Ice Cream Man», con su combinación de elementos análogos con digitales. Por eso, para acabar, la creación de un nuevo trabajo vigente, activo, fresco y duradero.

Ya no hay más «When the days they seem to fall through you, well just let them go» o «I’m a professional cynic» o «Nothing is wasted, only reproduced, get nasty blisters», porque dieron paso a «And if you have nobody left to rely on I’ll hold you in my arms and let you drift», a «I’m getting sad alone, Dancing with myself», a «And live in tiny houses/ Of the same mistakes we make» y a «Till I ever hold you back there again Will you be mine».

«Thought I was A Spaceman» no es canción para este tiempo de rutinas trepidantes. El aislamiento, la angustia y el miedo se utilizan para hacer vuelcos rítmicos amigables con texturas, ambientes y arreglos para el escucha moderno de bocinas flacas en computadoras o audífonos. Son melodías que no hartan.

En el 2005, Albarn decía en una entrevista sobre Graham: «Extraño tocar con alguien con quien crecí y me avergüenza que no hayamos podido estar juntos». Más de diez años después, de extrañarse, de perdonarse, de «My Terracotta Heart», de un disco, de giras, del miedo y emoción que da estar al lado del otro, por fin la amistad fue el deseo más grande.

TERCER ACTO

Blur sigue con la fórmula para desarmarnos con canciones. El resultado se muestra en «Pyongyang», «Ong Ong», «Ghost Ship», «Mirrorball». El resultado es, en fin, The Magic Whip. Todavía tienen buena mano: crean universos pequeños que nos regalan para que los hagamos parte de nuestra existencia. Todavía nos siguen llevando a otros lados, a Corea del Norte o a Hong Kong como metáfora.

Dice Rodrigo Fresán que cuand Bob Dylan se equivoca, el tiempo acaba enseñándonos que él siempre tuvo la razón. En el caso de Blur no será así; se han equivocado. Para The Magic Whip es casi seguro que el tiempo seguirá de su lado ahora y en el futuro. Por si acaso, le dejamos a él, al tiempo, que es despiadado, la respuesta.