Tierra Adentro
Fotografía por Pixabay.

Jueves 22 de mayo, 20:30 hrs., Barrio Antiguo, Monterrey.

¿Eres creativo e innovador?, ¿tienes ideas que salvarían al mundo si se implementaran? En el presente mundo global y capitalista ¿quién no quiere cumplir el sueño americano? O por lo menos vivir holgado y bien, laborando sin jefes de por medio, o siendo uno mismo el jefe. Ni se diga si esa idea además de ser redituable y satisfactoria tiene un impacto social positivo a gran escala. El problema es que si bien ideas hay muchas “del dicho al hecho hay trecho” y la carrera emprendedora es de alto riesgo, accidentada y en ocasiones hasta mortal. ¿Cuántos burócratas amargados no habrán sido en su época estudiantes y soñadores convencidos de tener la idea que cambiaría el mundo para siempre y para bien? La realidad es que de una idea que triunfa, muchísimas fracasan, pero lo importante es darse cuenta que el fracaso no es el fin. Tal es la premisa de FuckUp Nights, que en español podría traducirse como “noches de fracaso” o “metidas de pata”, es decir una noche para celebrar el fracaso. Este evento comenzó a realizarse desde de septiembre de 2012 y se ha llevado a cabo en 33 ciudades de distintos países, como: Alemania, España, Francia, Estados Unidos, Argentina, Chile, India, México y República Dominicana, según se indica en la página oficial y redes sociales. La idea surgió cuando un grupo de emprendedores: Julio Salazar, Leticia Gasca, Pepe Villatoro, Carlos Zimbrón y José Luis López de Nava, según esta nota, aceptaron que la realidad del panorama emprendedor es más parca que otra cosa. Existe el sueño común de tener la gran idea y armar el negocio del año, y eso ya es mucho, pues la mayoría de los negocios independientes fracasan en pocos meses, incluso semanas. El camino del trabajador independiente es accidentado y el fracaso un compañero común. Gran problema considerando que los regios son al fracaso como Superman a la kryptonita. Resulta difícil aceptar que varios fracasos serán necesarios antes de aprender las destrezas necesarias para llevar a cabo un buen negocio. Eso sin mencionar el enfoque laboral, raras veces orientado a cuestiones humanistas, sociales o artísticas. Donde el dinero es rey, el arte se queda corto. FuckUp Nights brinda un excelente espacio de reflexión y aprendizaje. El orgullo de considerarse invencible, capaz y autosuficiente la mayoría de las veces es una trampa y, a la manera de Edipo, un emprendedor negado termina arrancándose los ojos. Esa es, en realidad, la mayor metida de pata: desilusionarse, dejar de intentar. FuckUp Nights, por irónico que parezca, pretende alentar y dar suelo tangible al sueño de iniciar cualquier tipo de negocio, con la premisa que el fracaso no es el fin de un camino sino una oportunidad para aprender y hacerlo mejor después. Al compartir historias con otros que intentaron, fallaron y siguieron intentando, fracasar deja de parecer el fin del camino y toma sus dimensiones reales: es una piedra de tantas, útil quizás como peldaño o incluso para vencer obstáculos mayores como David hizo con Goliat. En esta ocasión FuckUp Nights se celebró en la Casona de Santa Lucía, un edificio del siglo XIX considerado Monumento Nacional y protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Localizada en el centro histórico de Monterrey conocido como Barrio Antiguo, a dos cuadras del Museo de Historia Mexicana y el Museo del Noreste. Esta casa fungió como cuartel general de Francisco Villa durante la Revolución Mexicana. Actualmente, sirve como galería y espacio para eventos, los cuales se llevan a cabo en el amplio patio interior central que aún conserva un aire típico mexicano, muy elegante. Para la ocasión ambientaron la casa con sillones del tipo lounge que no dieron abasto a la cuantiosa afluencia. Con cerveza en mano casi todos los asistentes, en su mayoría jóvenes con pinta de ser estudiantes de diseño o finanzas y negocios internacionales, escucharon de pie las historias fracasadas de los tres invitados, según la lógica del evento. Con el apoyo de Impact Hub Monterrey, comunidad de emprendedores, y grupo FEMSA se compartió por espacio de una hora las historias de los tres invitados de esta ocasión: Pepe Martínez, jefe en el área de sostenibilidad de FEMSA, el cineasta Adolfo Franco, que no pudo asistir pero envió un correo electrónico, y Francisco Suárez, director de sostenibilidad de FEMSA. El primer invitado aceptó que su mayor fuckopeo fue intentar comerse al mundo él solo, ejercitando la tan sonada todología que lo llevó al fracaso rotundo. Comenzó como un egresado lleno de ideas, “locas ideas” como él mismo las llamo, y todas las ganas de llevarlas a cabo: alimentos naturistas, biodiesel, un centro comercial autosustentable. Por fin se le ocurrió una idea con mayores posibilidades para realizarse, peor su mayor problema fue el capital. Nadie hace nada si no hay dinero de por medio. Intentó desarrollar su proyecto en una incubadora de negocios pero, contrario a lo que la publicidad por lo general vende, la incubadora fue otra gran metida de pata, de las peores experiencias que tuvo, ya que si bien te mantienen “calentito, respirando con aire artificial” nunca obtienes un contacto real con el mundo. Su experiencia significó un desgaste económico y personal. Por fin empujado por la imperante necesidad de ganar dinero, decidió cambiar su enfoque de entrepreneur a intrapreneur (no lo sabía pero existe una diferencia) y consiguió trabajo en FEMSA. La diferencia entre uno y otro, según corroboré más tarde es que los entrepreneurs trabajan desde el exterior, por su cuenta. Hay más riesgos pero también mayor libertad. En cambio los intrapreneurs trabajan en el interior de una empresa, pero buscan desarrollar sus proyectos con las herramientas que ya tienen a la mano, según las facilidades que proporcione su centro laboral. Hay menos libertad pero es mucho más seguro, sabiéndose mover uno puede aprovechar los recursos disponibles, y no se corre el riesgo de quedar a la deriva sin un sueldo. En contraste con la experiencia del primer expositor, la historia que mandó por correo el cineasta Adolfo Franco no pareció tan descalabrada, probablemente porque a como sonó, desde el principio hubo dinero de por medio. Él junto con cuatro estudiantes mexicanos de cine en Los Ángeles, California, decidieron que eran mejor que los demás: “porque se notaba” y fundaron La Plebe Films, con una metodología llamada Guerrilla Film Making. Hicieron dos películas: Un diluvio (2004), con un costo de producción de cinco mil dólares, con la cual ganaron un premio de setenta mil dólares que invirtieron en la segunda película: La sombra del sahuaro (2005), que fue un rotundo fracaso. Aun así vendieron ambas películas a veinticinco mil dólares (las cuales tenía un valor real de seis millones de pesos) y se quedaron con valiosas lecciones: 1) nunca hay que arrepentirse  de su trabajo. Aunque Plebe Films fracasó, nunca hubieran llegado a donde están sin pasar por ahí. No tuvieron que ser asistentes de nadie, ni se partieron el lomo en el  D.F. cinco años antes de llamar la atención de cineastas como Cuarón. 2) Nunca se debe perder la emoción por lo que se hace y hay que ser  muy exigente con el trabajo. Lo que le faltó a la Plebe para ser lo que esperaban era hacer buenas películas. 3) Todo lo bueno en la vida toma tiempo, pero sobre todo coraje y decisión. Nunca hay que pedir permiso para hacer las cosas: “si quieres hacer cine, hazlo y ya”, finalizó. Por último, el tercer invitado de la noche, Francisco Suárez, director de sostenibilidad de FEMSA, compartió su experiencia. Él comenzó su emprendimiento a los catorce años en su natal Ensenada, Baja California. Era un asiduo practicante de tenis y como tal comenzó a tronar raquetas, razón por la cual su abuelo le sugirió comenzar un negocio para encordar raquetas. Le prestó mil dólares al joven Francisco y con una máquina para realizar ese trabajo y apropiada capacitación comenzó su negocio con ayuda de la familia; su hermano fue su primer empleado, pero no como esclavo, ―sí le pagaba―, aclaró. Después de dos años decidió llevar a un campo formal su negocio, abrió una tienda en el club deportivo donde jugaba tenis y daba clases: le fue muy bien solo unas semanas. Su fracaso recayó en una mala planeación, no calculó costos fijos y terminó él mismo financiando su negocio. Como experiencia de vida fue una muy buena pero el negocio no sobrevivió; estudiaba y trabajaba, por tal motivo ya casi al final de sus estudios formales se encontraba muy cansado. Entonces fue cuando decidió hacer el cambio de entrepeneur a intrapeneur y consiguió un buen puesto en FEMSA. Para él su gran fuck up fue lanzarse al negocio sin una adecuada planeación. Al final de la conferencia me llamó la atención alguien de entre los asistentes que compartió sus deseos por emprender su propio negocio, sin embargo no sabía si dejar su presente empleo o no, ya que las experiencias compartidas lo dejaban con pocas ganas. ¿Qué hago?, ¿emprendo o no?, preguntó. Según el último ponente lo mejor era intentar emprender sin renunciar a su trabajo, aprovechar la soltería y no temer regresar a la casa de sus papás de ser necesario e incluso buscar oportunidades de crecimiento dentro de la empresa donde trabaja. Me pregunto qué hubiera respondido Adolfo Franco. A eso de las nueve treinta terminó la aportación de los invitados, sin embargo FuckUp Nights tiene el valor agregado de fomentar el social networking mejor conocido como: “conocer gente”. Lamentablemente tuve que retirarme, pero con muy buena materia para la posterior reflexión. Según escuché ese jueves, los principales obstáculos en la carrera al emprendimiento son: falta de capital, mala planeación, pobre calidad del producto, razones suficientes para bajarle el ánimo a cualquiera, ¿o no? Si las historias de éxito y fracaso no sólo laboral sino también en otros ámbitos enseñan algo es que el éxito y el fracaso están sujetos no a las circunstancias, sino a los individuos. Lo que me dejó asistir este pasado jueves a FuckUp Nights es que, como dijo Adolfo Franco, se necesita coraje y decisión no sólo para cruzar el camino sino para no rendirse ante el fracaso. FuckUp Nights fue una experiencia educativa y esclarecedora. Buena suerte a los organizadores e invitados y gracias por la lección.


Autores
La redacción de Tierra Adentro trabaja para estimular, apoyar y difundir la obra de los escritores y artistas jóvenes de México.
nació en Monterrey, Nuevo León, México, 1991. Cursa actualmente estudios de Literatura Mexicana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Participó como ponente y creadora en los encuentros y congresos organizados por la Red Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura (REDNELL) en D.F., Querétaro, Mérida y Tijuana ininterrumpidamente desde el 2010 al 2012. En febrero del 2013 ganó el Primer lugar en el Slam Poético 3.0: Sobrevivientes del 2012 y participó como jurado en el Slam Poético 4.0: Monterrey es un laberinto (junio 2013). Ha sido publicada en Puño y Letra (Monterrey, 2012), La regia cartonera (Monterrey 2014), Los bárbaros del norte (CONARTE 2014), el periódico Barrio Antiguo (Monterrey 2014) y la página de internet de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (FUNDEM 2014).