Félix Mendelssohn-Bartholdy (1809-1847) Tercera Sinfonía (Escocesa)
Mendelssohn añadió a su apellido el Bartholdy para diferenciarse de los judíos Mendelssohn una vez que su familia se convirtió al luteranismo (él tenía trece años de edad). Para entonces ya había quedado claro que Félix Mendelssohn era el compositor prodigio más grande de todos los tiempos. Aunque Mozart llegaría más lejos, las obras de infancia y juventud de Mendelssohn muestran un carácter y una originalidad más contundentes (por ejemplo, su Octeto para cuerdas, compuesto a los dieciséis y su obertura Sueño de una noche de verano al año siguiente). Durante el siglo diecinueve la música de Mendelssohn fue considerada superior a la de Mozart.
Desde los dieciséis, el estilo de Mendelssohn era ya reconocible y la confianza que él tenía en su propio trabajo era absoluta; componía como si fuera un maestro consumado (y en un sentido ya lo era). Su familia jugó un papel decisivo en la formación de ese niño prodigio: su abuelo, Moisés Mendelssohn, era un filósofo y escritor; de hecho él fue quien se puso el apellido de la familia, pues su padre se llamada Mendel. El padre de Félix fue un banquero; su madre tocaba el piano, cantaba, dibujaba y además del alemán hablaba francés, italiano, inglés y griego. Fanny, la hermana mayor de Félix por cuatro años, también era muy talentosa. A los trece años de edad, Fanny les ofreció a sus padres y hermano un recital de piano: tocó el Clavecín bien temperado, de Bach, de memoria. Fanny y Félix eran muy cercanos; y si ella no pudo destacar en la música como él, fue simplemente porque su padre se opuso. Para él, la música no podía ser sino un pasatiempo. Sin embargo, en el caso de Félix hizo una excepción y, aunque a regañadientes, lo dejó que buscara su fortuna como músico. Después de Félix seguían otros dos hermanos: Rebecka (dos años menor que él) y Paul (cuatro años menor).
Félix Mendelssohn dio su primer recital a los diez años de edad. Desde ese momento quedó claro que era un músico extraordinario; el compositor y director de orquesta Carl Zelter lo tomó bajo su tutela y durante muchos años todo lo que aprendió el joven músico fue de Zelter. Esta educación no se limitaba a la técnica; gracias a Zelter, Mendelssohn conoció a varios músicos, pintores y escritores amigos de Zelter. Entre ellos estaba Goethe, a quien Mendelssohn visitaba con frecuencia; casi siempre improvisaba temas en el piano para entretenerlo (por cierto que a diferencia de Félix, a Goethe no le gustaba nada la música de Beethoven). En 1829, Zelter lo invitó a dirigir la Singakademie de Berlín interpretando la Pasión según San Mateo, de J.S. Bach, con gran éxito. Esta interpretación fue clave en el rescate de la música de Bach, pues entonces era prácticamente un compositor desconocido.
Mendelssohn era muy talentoso, aunque también algo obsesivo: tardó doce años en componer su tercera sinfonía y dejó marcas de revisiones constantes en la cuarta (en esto se parece mucho a Proust, quien tardó casi la misma cantidad de tiempo en escribir En busca del tiempo perdido y murió sin acabar de revisar el manuscrito por centésima vez). En mayo de 1847 murió Fanny, su hermana, lo que le causó una gran tristeza que aunado a un ritmo de trabajo exhaustivo y viajes constantes, provocó su muerte casi seis meses después, cuando tenía treinta y ocho años de edad. Su “Cuarteto en fa menor” quedó sin terminar; lo había compuesto como Réquiem para su hermana.
Su sinfonía número 3 en la menor, Opus 56, es conocida como la Escocesa porque el propio compositor se refirió a la obra en esos términos en una carta, pero en la partitura no hay ninguna referencia a ese nombre. Es interesante que en términos estrictos y sin contar las sinfonías que compuso en su infancia, la Escocesa es en realidad su quinta y última sinfonía. (Mendelssohn la terminó en 1842 aunque había comenzado su composición en 1829.) Él mismo la dirigió por primera vez en la Gewandhaus de Leipzig el 3 de marzo de 1842. Después de esta función le hizo unas revisiones más a la partitura y dos semanas después la dirigió Karl Bach, director de la Ópera de Leipzig. La partitura está dedicada a “S.M. la Reina Victoria de Gran Bretaña e Irlanda”.
Mendelssohn visitó Inglaterra por primera vez en 1829, probablemente el país en que su música fue más apreciada. Allá condujo su primera sinfonía dirigiendo a la Filarmónica de Londres, con la que también tocó el Konzertstück de Weber y el concierto Emperador de Beethoven (de cuya interpretación se habló por meses, pues además de su gran ejecución lo tocó de memoria). Luego dio un recital de piano y poco después ofreció un concierto de beneficencia por las víctimas de la inundación en Silesia. En verano decidió tomarse unas vacaciones en compañía de Karl Klingemann, su amigo berlinés apostado en Londres como secretario de la Legación de Hanover. Se dirigieron a Escocia (Glasgow, Edimburgo, Perth, Inverness, Loch Lomond y las islas Hébridas de Iona, Mull y Staffa). Luego fueron a Abbotsford a visitar al entonces escritor más famoso de Gran Bretaña, Walter Scott, de quien se decepcionaron mucho según afirman en sus cartas y por las cuales también sabemos que a Mendelssohn le molestaba mucho el sonido de las gaitas y la música folclórica.
El 7 de agosto, después de haber estado en Staffa y la Cueva de Fingal, escribió los primeros compases de su obertura Las Hébridas. El 30 de julio, Mendelssohn había escrito en una carta:
El día de hoy, al caer la tarde, fuimos al palacio donde vivió la reina. Ahí hay una pequeña habitación a la que se llega por una escalera de caracol, donde encontraron a Rizzio y lo sacaron a rastras; tres habitaciones después hay un oscuro rincón donde lo asesinaron. La capilla que quedaba detrás ya no tiene techo y ahora está llena de pasto crecido; en ese altar fue donde coronaron a Mary como reina de Escocia. Todo eso está en ruinas, en un estado decadente y a la intemperie. Me parece que ahí encontré el comienzo de mi Sinfonía Escocesa.[1]
Y ahí fue donde compuso los primeros dieciséis compases de su tercera sinfonía. Pero habrían de pasar muchos años antes de que se concretara alguno de los varios proyectos musicales que Mendelssohn había esbozado en Escocia. A la sinfonía que nos ocupa volvería hasta 1841; en otra carta, desde Roma, afirmaba que no lograba volver a evocar la sensación de la neblina escocesa mientras continuaba la composición de la sinfonía. En el ínter de terminarla compuso sus sinfonías Reformación (oficialmente la quinta) y la Italiana (la cuarta), además de otras obras como dos conciertos para piano, cuatro cuartetos de cuerdas, un trío para piano y muchas más.
Antes de volver a Inglaterra por séptima vez, en 1842, Mendelssohn ya era director de la Gewandhaus de Leipzig (antes lo había sido en Düsseldorf), se había casado con Cécile Jeanrenaud, había dirigido por primera vez la Sinfonía en Do mayor de Schubert y acababa de ser nombrado como director de música de la Academia de Artes en Berlín. Para esta visita ya contaba con la amistad de la reina Victoria y del príncipe Albert, a quienes les gustaba escuchar e interpretar la música de cámara de Mendelssohn.
En febrero de 1843, Robert Schumann reseñó la sinfonía Escocesa en el Neue Zeitschrift für Musik; en ella habló muy bien de la obra. Sin embargo (y subrayando la gran subjetividad que hay en toda reseña) alguien le dijo a Schumann que Mendelssohn había compuesto esta obra en Roma y, como consecuencia, Schumann “encontró” imágenes y conexiones con Italia que no existían en el proceso de composición de la sinfonía, si atendemos a los testimonios del propio Mendelssohn. Aquí un fragmento de la reseña de Schumann:
Sabemos de una buena fuente que Mendelssohn compuso esta sinfonía en una estancia en Roma […] esto resulta interesante si atendemos al carácter tan particular de la obra. Así como al encontrar una página amarillenta de manera inesperada en un libro mal colocado invoca una época perdida y brilla con tal fuerza que nos olvidamos del presente, así debieron haber surgido recuerdos hermosos para encerrarse en la imaginación del maestro cuando encontró entre sus papeles estas viejas melodías cantadas en la amable Italia […] Y en efecto, como ya se ha dicho en otras ocasiones, hay un tono folclórico particular que exhala de esta sinfonía: sólo a alguien sin nada de imaginación le podría pasar inadvertido […] Mendelssohn nos coloca bajo un cielo italiano.[2]
Si bien no hay tales referencias italianas en la sinfonía, algo que sin duda resultó muy peculiar y que Schumann registró en esta reseña fueron las indicaciones de Mendelssohn para conectar los movimientos de la sinfonía; por ejemplo, anota que entre los movimientos no deben mediar las pausas habituales; debe tocarse todo de corrido (algo muy extraño para su época y que causaba un efecto inquietante en el público).
La introducción es solemne, como un himno que abre paso a los violines del Andante indicado por el autor. Luego viene un silencio después del cual inicia el Allegro con la indicación de “agitato” y poco después, durante veintiún compases, pianissimo. De hecho la sinfonía tiene indicado pianissimo como dinámica preponderante (inicia con un fortissimo, que sólo acentúa lo suave del resto), lo cual le da un carácter oscuro y denso, muy adecuado para el paisaje que describe, pues pocos lugares son tan lúgubres como Escocia. En cuanto a la velocidad, prácticamente todo el primer movimiento se interpretará Assai animato. Es paradójico que lo lúgubre se transmita con un tempo “Assai animato”. Sin embargo, esto presenta uno de los retos de los directores: separar, como lo indica el compositor, lo animado de la velocidad de lo lúgubre de la intensidad de la ejecución.
El tema de inicio vuelve en la recapitulación (la forma sonata consiste en la exposición de un tema, un desarrollo y luego una recapitulación) pero esta vez los chelos interpretan una nueva melodía en un tempo bastante más lento que el staccato de las cuerdas y los alientos (el staccato consiste en separar el sonido de cada nota de manera clara y breve) tocando suave, piano, en contraste con el pianissimo del resto de la orquesta. Cuando el tema regresa una vez más resulta un contrapunto frente a la melodía que tocan los chelos. Después la música parece apagarse, escuchamos el mismo tema de la introducción pero desdibujado, sugerido y es entonces cuando este movimiento termina.
Escuchamos el Scherzo del segundo movimiento en todos los instrumentos entre los sonidos lejanos de los cornos; y aunque Mendelssohn afirmó en sus cartas —y más de una vez— que le desagradaba la música folclórica y el sonido de las gaitas, no es posible ignorar las tonadas escocesas en esta parte.
El Adagio se reparte entre un sonido melancólico y un ritmo de marcha, y el último movimiento vuelve al carácter escocés con toda su fuerza; las dinámicas reflejan el Allegro guerriero (sic).
La estridencia y la contundencia del Finale maestoso (como indica el compositor) vuelven a reforzarse por un sonido melancólico, pianissimo, que recrea una suerte de canto (en la partitura, Mendelssohn indica que debe parecerse a un coro). En su reseña, Schumann vincula este “coro” instrumental con el tema del inicio de la sinfonía afirmando que en esta repetición está el carácter de la sinfonía: “es como una noche respondiendo al llamado de una hermosa mañana”; pocas formas tan precisas para definir el final de la Escocesa.
Versiones recomendadas
- La Orquesta Filarmónica de Berlín, dirigida por Christoph von Dohnányi, es un monumento a la precisión; las dinámicas fluyen con gran cuidado pero sin perder su carácter. El resultado es una lúgubre sinfonía tocada con esplendor:
- La versión de Claudio Abbado dirigiendo en 1968 a la Orquesta Filarmónica de Londres descubre las posibilidades de exagerar un poco los contrastes de las dinámicas (por ejemplo, pianissimo vs piano) y extender los tempi. Una interpretación equilibrada.
- Mariss Jansons vuelve a sorprender con su versatilidad al dirigir a la Orquesta Sinfónica de Radio Bávara (Bayerischer Rundfunk). Una interpretación impecable, con fuerza, con un riesgo constante en el manejo de los tempi. Jansons es uno de los pocos directores que no pierde de vista, en cada movimiento, la obra en su totalidad:
https://www.youtube.com/watch?v=rRescaT_ya4