Fe y visión Exposición de Alinka Echeverría
Describimos el mundo, lo inventamos. Tener fe es quizás abrirse a toda clase de visiones laberínticas como rastrear memorias o indagar en espacios y expropiarlos. El resultado nos perturba pero sólo aquello que imaginamos realmente existe, sólo aquello que imaginamos ha existido en un pasado a veces inconexo. En Fe y visión, la artista visual mexicana Alinka Echeverría retrata tres aspectos de la experiencia que significa mirar desde la fe.
La exposición se inauguró el primero de noviembre en el California Museum of Photography, en Riverside, California, un pequeño condado cercano a Tijuana conocido como la ciudad de las artes, pero para quienes intentan vivir de su trabajo artístico, esta categoría deja mucho que desear. La exposición de Alinka se compone de tres partes que indagan en la mirada entendida como agente de conocimiento: Camino al Tepeyac, Pequeños milagros y Ceguera profunda.
En la serie Camino al Tepeyac, Alinka fotografió un gran número de peregrinos durante la visita anual a la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac. Dispuestas en filas sobre los muros, cada imagen desborda significado y color. Alinka retrató a estos individuos únicamente de espaldas y logró que parecieran altares humanos, estatuas de la devoción que cumplen alguna promesa. Vemos además que estas figuras aparecen recortadas, en cierto sentido, descontextualizadas, sobre un fondo blanco que realza los cuerpos y sus cargas.
El investigador Miguel León Portilla, considera el Nican mopohua (un relato en náhuatl de las apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego), parte de una tradición oral dedicada a Tonantzin, ‘madre de la tierra’ o ‘del maíz’ para los antiguos pobladores. El náhuatl que utiliza en él es sumamente elegante y se cree que su estilo deriva de los cantos sagrados emitidos hacia las deidades antropomorfas de aquella civilización.
Con el tiempo, los significados prehispánicos de esta imagen fueron diluyéndose y tomando otros senderos en el catolicismo. Sin embargo, el sentido de madre y protectora que Tonantzin tenía, continúa hasta nuestros días. Lo prueban las fotografías de Alinka, donde las imágenes de la Virgen de Guadalupe —algunas de yeso, otras pintadas o grabadas— aparecen como pesadas cargas sobre los hombros de decenas de hombres que esperan el bienestar y amparo de esta deidad. Alinka juega con los significados que se despliegan del acto de extraer los cuerpos de su entorno para convertirlos en piezas de arte.
La segunda parte de la exposición Ceguera profunda, Alinka grabó el instante en que los feligreses observan por primera vez la imagen mariana en el Tepeyac. El video dura alrededor de diez minutos y en él se aprecian los rostros y gestos de quienes son transportados por una banda metálica frente a la Virgen. Las mujeres se persignan, los hombres abrazan a sus parejas e hijos. Los viejos vuelven a creer en aquello que no puede comprobarse, recuerdan quizás cuando eran niños y jugaban a construir diminutos mundos. Al fondo se escucha el Nican mopohua narrado en su lengua vernácula, a un lado se encuentra una proyección de este mismo texto en braille.
En Fe y visión, Alinka Echeverría cuestiona la naturaleza de mirar desde la fe, suponiendo que la base de todo lo divino se encuentra creer en aquello que no puede experimentarse y en la aceptación de que a veces los sentidos nos engañan y la realidad no es una sola sino muchas. También explora la amplitud de todas las formas de apreciación, de todas las variantes culturales que determinan y encausan nuestra propia mirada. Esta exposición se encontrará disponible hasta el 24 de enero del 2015.