Conjunto vacío. Verónica Gerber
Hay muchas formas de explicarnos el pasado. Para los pueblos mesoamericanos era lo único que podíamos realmente llegar a conocer, se leía entonces, porque ahí se encontraban piezas claves del futuro inmediato. Si queremos ubicarlo espacialmente, todo pasado se encontraría hacia adelante, frente a nosotros, desplegado como un mapa complejo e infinito. El tiempo sería circular y repetitivo, una línea discontinua que siempre empieza. En Una novela que comienza (1941), Macedonio Fernández lanza prólogos de novelas que no escribe, y al final, esos prólogos construyen la Novela de la Eterna. Algo así hace Verónica Gerber en Conjunto vacío, sólo que la circularidad del tiempo aparece aquí más en los recursos de lo narrado que en su estructura, la cual resulta bastante convencional.
La editorial independiente oaxaqueña Almadía publicó hace poco Conjunto vacío, novela ganadora del Premio Internacional de Literatura Aura Estrada 2014. En una entrevista para Letras Libres, Verónica menciona que quería dejar este libro sin palabras, encontrar otro lenguaje para narrar, hacer alquimia entre elementos literarios y visuales. Quizás esta búsqueda provenga de su formación académica, Verónica estudió artes visuales, pero su interés por ambas disciplinas llevó sus exploraciones artísticas hacia arenas movedizas. Sus ensayos en Mudanza (2011) abordan un recorrido similar a partir de cinco escritores del siglo XX que abandonaron la literatura para dedicarse al arte conceptual, creando híbridos que dialogan transversalmente con su entorno.
Los conjuntos vacíos se utilizan en matemáticas para designar conjuntos que carecen de elementos, se representan con el símbolo Ø, mismo que en lingüística sirve para designar la desaparición de un fonema. Sin importar su naturaleza, los lenguajes son sistemas, intentan traducir el mundo. No lo logran, la realidad es ininteligible. La lectura es un proceso cognitivo aerodinámico. Puede que la realidad nos absorba a mí y al texto. Puede que la realidad y yo seamos parte del texto. Puede que en mí habiten la realidad y el texto y que de mí dependa cómo los leo.
Hemos visto que el arte apela a otro tipo de relaciones, la obra misma es un proceso, una serie de conjuntos que describen significados o vacíos. Sentido y vacío forman parte de la misma cadena evolutiva, sin uno no puede existir el otro. Interpretamos por medio de estructuras, tendemos puentes que nos permiten pasar de un lado a otro sin caernos; pero los puentes sólo son posibles porque a su vez existe aquel espacio indeterminado, abismo que Verónica dibuja ante la falta de palabras exactas para nombrarlo.
¿Qué sucede entre sus personajes?, ¿cómo se explica el olvido? En Conjunto vacío, Verónica dibuja diagramas de Venn, lenguaje proveniente de las matemáticas, para ilustrar los procesos del pasado y averiguar qué le ha sucedido a su protagonista. Para olvidar un amor que nos rechaza es necesario analizar la situación matemáticamente, aplicar una serie de reglas que nos reconfiguren, hacer alquimia con uno mismo. Los diagramas funcionan como deícticos, ubican a los personajes en el espacio y en algún momento se vuelven la narración misma, parecido a un poema visual. Estos recursos también remiten a otro pasado, recordemos los haikus de José Juan Tablada, la poesía concreta de Ulises Carrión y las moléculas amorosas de Gerado Deniz, y antes de eso, los caligramas de Apollinaire.
Algunos dibujos en Conjunto vacío son homenajes a Cy Twombly, Ulises Carrión, Alguiero Boetti, Jacques Calonne, Marcel Broodthaers, Carlfriederich Claus, Mirtha Dermisache, Roberto Altmann, Clemente Padín, Vicente Rojo y Carlos Amorales, como menciona Verónica en sus agradecimientos. Las continuas referencias a estos ejercicios visuales señalan la búsqueda de una manera distinta de narrar al otro, de entender al Ser a partir de sus distancias. Si en matemáticas los diagramas de Venn explican relaciones de intersección, inclusión y disyunción, en este libro describen la situación sentimental de su protagonista. ¿Cómo se explica que de repente uno ya no es quien pensaba ser y su lugar en el mundo ha sido cambiado porque un elemento del conjunto desapareció?
Conjunto vacío puede leerse de diferentes maneras, es más abierto que otros textos y por eso permite que el lector eche mano de sus herramientas, permitiéndose jugar con sus propios vacíos. Verónica, su protagonista, ha perdido un elemento de su conjunto, esa estructura que la mantenía anclada a la tierra, peor aún, se ha dado cuenta de que desde el principio ese conjunto había estado vacío y por ello no sabe más quién es ni a dónde pertenece. Esto es lo que he pensado sobre mi conjunto: cuando leo, ¿dónde quedo?
A pesar del vacío, las partes de un conjunto generan otro cuerpo. Es por el vacío que el conjunto existe. Los vacíos se unen para acompañarse/sentirse menos solos. El vacío cambia la posición de los cuerpos, reestructura. La humanidad es el vacío que compartimos, la parte doliente del mundo. Si nada empieza y nada termina, somos distancias, órbitas cuyos planetas se alinean sólo una vez cada cien años.